Marruecos vive una escalada de tensión social y política en 2025. Multitudinarias protestas en ciudades como Rabat, Casablanca y Tánger, lideradas por el movimiento juvenil Genz212, reclaman soluciones urgentes frente a una crisis económica, desempleo juvenil cercano al 47% y servicios públicos deteriorados. La respuesta del Estado ha sido dura: redadas, detenciones y denuncias de abuso por parte de fuerzas de seguridad que alimentan la indignación popular.
Ya en la represión del Rif en 2017 se vivieron casos de abusos policiales en Alhucemas y otras regiones con detenciones arbitrarias y torturas, como con Nasser Zefzafi. Hace unos días también unos activistas saharauis desaparecieron sin dejar rastro tras criticar al régimen de Mohamed VI.
Contexto: crisis económica y social
La economía y el tejido social marroquí muestran signos de estrés profundo. Altos índices de desempleo juvenil, reducción de oportunidades laborales y deterioro de servicios básicos —salud y educación— han generado frustración entre las nuevas generaciones. La migración masiva desde zonas empobrecidas, especialmente en el Rif, evidencia la falta de alternativas internas en un país que realizar grandes proyectos faraónicos Tánger – Med, West – Med, las redes de estadios para el Mundial 2030 o la red de hoteles en las costas de la ocupada Sáhara Occidental sin una base social e industrial de trabajadores, fuerzas productivas o capitalistas capaces.
El movimiento Genz212 ha emergido como principal catalizador de las movilizaciones. Sus demandas son claras y estructuradas: mejoras en el sistema de salud, reformas profundas del sistema educativo, políticas efectivas contra la corrupción y medidas concretas para reducir el desempleo juvenil mediante creación de empleo y fomento del emprendimiento.
Debilidad del Estado y crisis interna de la monarquía
La monarquía, encabezada por el rey Mohammed VI, enfrenta desafíos que erosionan su autoridad. La ausencia temporal y problemas de salud del monarca han intensificado luchas internas por el poder. Al mismo tiempo, el Majzen —la red de poder y corrupción alrededor de la corona— sigue siendo señalada por la ciudadanía como un factor central de opacidad y privilegios, alargando la brecha entre gobernantes y gobernados.
La política exterior marroquí también enfrenta reveses. El intento de que el Frente POLISARIO fuera calificado como grupo terrorista no prosperó en Estados Unidos así como el reconocimiento del dominio marroquí sobre el Sáhara Occidental ocupado también fracasó en la ONU y Portugal, debilitando la posición diplomática del reino y contribuyendo a la percepción de aislamiento político y un gasto económico tremendo en acciones lobistas.
El despertar del Rif
La región del Rif, históricamente marginada desde la incorporación ilegal al Estado marroquí en 1956, se ha consolidado como epicentro de la protesta y el reclamo por autodeterminación. La combinación de pobreza, abandono estatal y corrupción ha encendido un movimiento regional que pide reconocimiento y justicia social y continuar con el legado libre e independientemente de las antiguas cabilas rifeñas y la República del Rif, derrotada, integrada en el protectorado español y entregada de forma ilegal a Marruecos.
Las décadas de asesinatos y dominación militar durante la resistencia del Rif (1956-58), los años de plomo y la represión del Hirak.
Las protestas han sido enfrentadas con medidas represivas: arrestos masivos, detenciones prolongadas y reportes de violencia policial. Organismos de derechos humanos y observadores internacionales han expresado preocupación por la escalada y han pedido investigaciones independientes y el respeto de las libertades civiles.
Las exigencias del movimiento y de gran parte de la sociedad marroquí pueden agruparse en cuatro prioridades:
- Reformar y financiar el sistema de salud: modernización de hospitales, acceso universal y aumento del presupuesto sanitario.
- Transformar la educación: inversión en calidad, acceso equitativo y formación técnica orientada al mercado laboral.
- Combatir la corrupción: transparencia fiscal, rendición de cuentas y reforma de estructuras del Majzen.
- Reducir el desempleo juvenil: programas de empleo público, incentivos al emprendimiento, formación técnica y alianzas con el sector privado.
Marruecos atraviesa una encrucijada: la persistencia de la crisis económica y las demandas sociales, sumadas a la represión y la percepción de debilidad institucional, obligan a un reconfiguramiento político y social. La monarquía y el gobierno enfrentan la obligación de escuchar al Genz212 y al resto de la sociedad para implementar reformas estructurales, abandonar las regiones ocupadas de la República Árabe Sáharaui Democrática, la República del Rif y, tras esto, convertirse en un estado normal y natural que busque generar relaciones de buena vecindad y no, como ha estado haciendo hasta ahora, relaciones basadas en el chantaje, la mentira, el engaño, las amenazas y el uso de seres humanos en una inmigración ilegal descontrolada para intentar doblegar a sus naciones vecinas y colonizar el Rif y el Sáhara.
*Koldo Salazar López. Diplomado en Diplomacia y Relaciones Internacionales
Artículo publicado originalmente en ECSAHARAHUI

