Nancy Pelosi debe darse cuenta de que sus posibilidades de seguir siendo presidenta de la Cámara de Representantes tras las elecciones de noviembre son escasas. Si el Partido Republicano gana el control de la Cámara, Pelosi probablemente no encontraría sentido a seguir siendo la líder de un partido minoritario. A sus 82 años, podría creer que ha llegado el momento de ceder el liderazgo del partido a un líder más joven, como el representante Hakeem Jeffries de Nueva York, 30 años más joven que Pelosi.
Pelosi, la funcionaria estadounidense de mayor rango que ha visitado Armenia desde la independencia del país en 1991, no tiene ninguna razón evidente de seguridad nacional para el viaje al Cáucaso. Sus viajes tienen una motivación política a sólo siete semanas de las elecciones al Congreso. Su distrito en San Francisco cuenta con la mayor comunidad de chinos-americanos del país, y en California viven armenios muy influyentes, por lo que la política interna es la clave de sus viajes. La delegación de Pelosi en Ereván incluía a dos representantes armenio-americanos de California.
En cualquier caso, los viajes de Pelosi a los peores lugares conflictivos del mundo crean una importante confusión en cuanto a la política oficial de Estados Unidos. Al flexionar los flácidos músculos diplomáticos del Congreso de Estados Unidos, Pelosi está involucrando a la comunidad internacional sin ninguna coordinación evidente con la Casa Blanca o el Departamento de Estado. La idea de que alguien de la Cámara de Representantes pueda tener un impacto en la política exterior o la diplomacia de Estados Unidos es particularmente ridícula. Desgraciadamente, sus viajes parecen ser un último hurra.
Los viajes de Pelosi no servirán para calmar las aguas de tres de los conflictos regionales más difíciles de la comunidad mundial. Su viaje a Kiev de hace unos meses fue una maniobra política, no sirvió para nada. Su viaje a Taiwán ha creado un caos adicional para la relación sino-estadounidense, así como para el pueblo de Taiwán. China llevó a cabo sus ejercicios militares más amenazantes contra la isla durante y después de la visita de Pelosi.
Y ahora ha aterrizado en Armenia, lo que sólo puede complicar los esfuerzos individuales de Estados Unidos y Rusia para resolver un conflicto difícil. Al elegir visitar sólo una de las partes de estos conflictos (por ejemplo, Ucrania, Taiwán y Armenia), el equipo de seguridad nacional de Biden tendrá que limpiar después de ella. El hecho de que el presidente Joe Biden no pudiera evitar estos viajes, en particular el provocador a Taiwán, sólo puso de manifiesto la debilidad política del presidente. El líder chino Xi Jinping presumiblemente tomó nota de ese hecho.
Ir a Ereván fue especialmente imprudente porque la violencia entre Armenia y Azerbaiyán ha vuelto a filtrarse. A finales de la década de 1980, los azeríes bloquearon las líneas ferroviarias que conducen a Armenia, y ésta declaró que Nagorno-Karabaj (una región disputada en Azerbaiyán y habitada mayoritariamente por personas de etnia armenia) se integraría en la economía armenia.
A raíz de la primera guerra entre armenios y azeríes por Nagorno-Karabaj, los armenios de Karabaj exigieron el traspaso de Azerbaiyán a Armenia. El conflicto se convirtió en una guerra a gran escala a principios de la década de 1990, que pasó a ser un conflicto de baja intensidad en los últimos años. Rusia desempeñó un papel fundamental en la concertación de un armisticio provisional en noviembre de 2020, que estableció un acuerdo de alto el fuego que devolvió a Azerbaiyán la mayor parte de los territorios perdidos durante la primera guerra de Nagorno-Karabaj. En el reciente embrollo, el presidente ruso Vladimir Putin volvió a desempeñar un papel clave en la concertación del alto el fuego.
Rusia ha sido normalmente el protector de Armenia en estos enfrentamientos en el Cáucaso, pero la guerra en Ucrania ha debilitado los esfuerzos de Moscú por implicarse en la resolución del conflicto, y mucho menos por animar a Ereván a defenderse de las fuerzas de Bakú. La desafortunada intervención de Pelosi en favor de Armenia se contrapone a los tranquilos esfuerzos de Estados Unidos por alcanzar un alto el fuego. Moscú introdujo fuerzas de paz en la región para revolver el conflicto en 2020, pero la mano de Putin es más débil esta vez. La preocupación de Rusia por Ucrania complica la capacidad de Putin para estabilizar una crisis regional en su volátil borde sur del Cáucaso.
Pelosi también ha complicado el papel de Biden al pedir a la Casa Blanca que designe a Rusia como Estado patrocinador del terrorismo. La designación de terrorista complicaría cualquier posible esfuerzo para abordar una resolución de la guerra en Ucrania o el actual embrollo en el Cáucaso. Estados Unidos debería buscar formas de lograr una mayor cooperación con Rusia para avanzar en la resolución de conflictos en todo el mundo; en los esfuerzos de control de armas y desarme; y en aliviar las consecuencias de las crisis climática y de Covid. La designación de terrorismo también daría lugar a sanciones secundarias que harían subir los precios mundiales y agravarían una situación inflacionaria que podría conducir a una recesión internacional.
Como resultado de los meandros de Pelosi, ahora tenemos las peores tensiones en el Estrecho de Taiwán en casi 30 años; mayores expectativas ucranianas de ampliación de la generosidad de Estados Unidos; y una amenaza para la frágil tregua en el Cáucaso que Putin ha intentado diseñar. ¿Podemos esperar más viajes de Pelosi a la tensa frontera de Asia Central entre Tayikistán y Kirguistán, donde un centenar de personas murieron en enfrentamientos el pasado fin de semana; a Cisjordania; o a Irlanda del Norte, que se enfrenta a nuevas tensiones? Tantas crisis, tan poco tiempo.
*Melvin Goodman es un experto en seguridad nacional e inteligencia. Ha trabajado como analista para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado, enseñó en el National War College y la Universidad Johns Hopkins, y es miembro senior del Centro de Política Internacional.
FUENTE: Counter Punch.
Aclaración: desde PIA Noticias consideramos importante el análisis de Goodman por su conocimiento de la política norteamericana, lo cual no significa aun alineamiento sino el reconocimiento del aporte de una serie de elementos fundamentales para un análisis más abarcador de la política exterior estadounidense.