
Macron, presidente de Francia, durante su visita al puerto de Beirut luego de la explosión
Con el colapso de la Unión Soviética en la década de 1990 y la cuasi polarización del mundo después de la Guerra Fría, Francia fue uno de los pocos países que ha tratado de desempeñar un papel diferente e independiente de Estados Unidos en las relaciones mundiales, y particularmente respecto de Asia occidental durante los últimos dos siglos.
El poder y la política en el mundo actual se definen por las relaciones y equilibrios que se establecieron después de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Se estableció también la terminología de Primer Mundo (Occidente, países centrales), Segundo Mundo (URSS y bloque soviético, socialista, comunista) y el Tercer Mundo (la periferia). Estas estructuras influyeron en la política exterior de cada país.
1) En 1918 (1297 d.C.), la Primera Guerra Mundial terminó con la derrota de las Fuerzas Aliadas alemanas. El Imperio Otomano, y todos los aliados de Alemania en la guerra, fueron derrotados, saliendo de la guerra muy debilitados. Gran Bretaña y Francia, como vencedores en cambio, acordaron la división del Imperio Otomano, basada en un acuerdo alcanzado en 1916, en plena guerra.
Marc Sykes y François Picot pautaron el llamado Acuerdo Sykes-Picot. Si bien sostenían que era un acuerdo para la paz, no era paz para la región de Asia Occidental. Más bien, fue una paz entre Francia y Gran Bretaña y división acordada de las tierras otomanas. Una paz que hasta el día de sólo ha generado desestabilización en la región.
Cuando el Acuerdo Sykes-Picot entró en vigor, todos los territorios del Imperio Otomano se dividieron entre Francia y Gran Bretaña. Partes de Siria y Turquía, el norte de Irak, Líbano, Túnez, Argelia y Marruecos quedaron bajo la influencia francesa directa e indirecta. Otras partes de Irak, Jordania, Egipto y Arabia Saudita quedaron bajo el dominio británico, así como los actuales estados del Golfo Pérsico y partes de Palestina. Gran parte del conflicto en Asia occidental, o el llamado Medio Oriente, tiene sus raíces en esta división de tierras y el establecimiento de nuevos estados.
2) La Segunda Guerra Mundial tuvo sus raíces en las relaciones políticas posteriores a la Primera Guerra Mundial. Con la ocupación nazi de París en 1940 y la llegada al poder del gobierno de Vichy como aliado de Alemania, las colonias y territorios franceses fueron abandonados.
Por supuesto, esta no fue una pausa prolongada, y con la salida de los nazis Francia buscó recuperar el control de sus colonias y territorios tutelados. En aquellos días, algunas de las colonias francesas lograron liberarse del dominio francés y declarar su independencia, incluido el Líbano, que declaró su independencia en 1943. Las tropas francesas se retiraron completamente de allí en 1946. Sin embargo, este no fue el final de la presencia francesa en el Líbano.
3) Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento de un nuevo orden mundial con la fundación de las Naciones Unidas, Francia, como uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, persistió como actor central en la región de Asia Occidental. Una de las manifestaciones del diferente juego de roles del país galo en el campo occidental fue su papel en la guerra Irán-Irak (1980-1988). Francia fue un firme partidario del régimen baazista en Irak. Su asociación con Irak comenzó antes de la guerra, en virtud de varios acuerdos comerciales y militares. A principios de la década de 1960, Francia aumentó su apoyo militar a Saddam Hussein, principalmente venta de armas avanzadas y asesoría técnica. Francia también apoyó a Irak política y económicamente tanto en reuniones del Consejo de Seguridad como en otros foros internacionales, por medio de cuerdos comerciales y de inversión directa o indirecta. Solo en 1981, el 40% de las exportaciones de armas de Francia se destinaron a Irak. Uno de los aspectos más destacados de los tratos militares de Francia con Saddam fue la venta de aviones supersónicos Mirage de última generación, junto con sus pilotos. Esos aviones avanzados y otras armas, como misiles, permitían a Irak atacar petroleros e instalaciones petroleras iraníes en el Golfo Pérsico. Las ventas francesas a Irak durante la guerra hicieron de Francia el segundo mayor exportador de armas a Irak después de la Unión Soviética. Francia tuvo mayores exportaciones de armas a Irak que cualquier otro país occidental.
Asimismo, las decenas de miles de millones de dólares que fluyeron desde Francia a Irak en relaciones comerciales y económicas lo convierte en aliados central del régimen baazista. Unos años después del final de la guerra, el New York Times reveló que Francia era probablemente uno de los principales proveedores de la línea de producción de bombas químicas del ejército baazista; bombas que se cobraron la vida de a más de 100.000 iraníes en el frente e incluso en algunas ciudades, provocando además de muerte, graves complicaciones respiratorias, cutáneas, psicológicas y visuales.
4) Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, y la decisión de Estados Unidos de invadir Afganistán e Irak, se convenció a Gran Bretaña que se sume a la aventura imperialista en Irak. Francia en cambio, no solo no acompaño a sino que se opuso a la invasión de Irak. Francia, respecto de la cuestión Palestina, se ha opuesto sistemáticamente a la idea de “dos estados en una tierra”, contrariamente a la opinión de Estados Unidos. En la década de 1980, Francia fue uno de los primeros países en enviar tropas al Líbano para enfrentarse a los grupos palestinos. En general, se puede decir que desde la Primera Guerra Mundial hasta hoy, aunque los intereses de los países occidentales en la región de Asia Occidental tienen muchas complejidades y puntos en común, Francia ha jugado su papel en las relaciones de Oriente Medio siguiendo sus propias ecuaciones.
La conexión de Francia con Oriente Medio es mucho más antigua que la de Estados Unidos. Francia busca revivir la idea tradicional francesa de “gloria” explotando su patrimonio en la región. Sin embargo, esa historia dorada del colonialismo francés a la que apela la Francia del siglo XXI supera en mucho sus capacidades y energías.
5) Francia ha tenido un enfoque intervencionista sobre el Líbano desde hace cien años, con varios altibajos. Por supuesto, no sólo el Líbano, sino también muchos países árabes y africanos que alguna vez vivieron el colonialismo francés, han experimentado su estilo de modernidad y su idioma. Es por eso que Francia tiene una base política y social en países como el Líbano, donde incluso después del árabe domina el idioma francés. El Líbano es un país pequeño con una población de aproximadamente siete millones de personas con una diversidad religiosa muy importante. Los musulmanes chiítas y sunitas, los cristianos maronitas y ortodoxos, los drusos y alauitas, etc., todos han convivido en paz durante siglos. Pero desde la independencia del Líbano, la estructura de poder se ha dividido.
En los últimos años, el pueblo libanés se ha visto afectado por una serie de problemas económicos, incluida una fuerte devaluación de la moneda nacional, que ha provocado enormes protestas. Los problemas persisten y el paso de varios gobiernos no ha logrado aliviar el resentimiento del pueblo libanés. Mientras tanto, la explosión en el puerto de Beirut del pasado 4 de agosto de 2020 se convierte en un evento crucial potenciando, agravando todas las problemáticas políticas y económicas del país.
Las especulaciones sobre la importancia y el papel del puerto en el sustento de todo el Líbano han sido diversas. Pero lo notable es que los efectos devastadores de esta explosión han afectado a los cristianos de Beirut más que a nadie. Por ejemplo, las calles de Charles Halo, Pierre Jameel, Charles Malik, Fouad Shahab y George Haddad, son los espacios que sufrieron los mayores daños en Beirut, eran todas zonas cristianas. Con la excepción de George Haddad (un escritor cristiano), el resto de los nombres corresponde a políticos y presidentes cristianos libaneses. Jamil y Shahab también eran miembros del Phalanx Christian Party.
En tales circunstancias, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, llegó a Beirut a pocas horas de la explosión y dijo: “No he venido a apoyar a un gobierno en particular. He venido a apoyar a la gente … El Líbano necesita una nueva estructura política … Esta explosión es el comienzo de una nueva era basada en las reformas y el cambio de régimen y el fin de las divisiones … Regresaré el 11 de septiembre y si para entonces no tuvieron éxito, yo mismo asumiré la responsabilidad de las reformas políticas”.
La herencia religiosa y cultural de Francia y su capital en el Líbano son tan grandes todavía que la presencia de Macron y sus discursos fueron bienvenidos por varias corrientes políticas, predominantemente cristianas. Pero el bombardeo de Beirut, haya sido una explosión accidental o un atentado, podría tener resultados muy importantes y todavía más destructivos para el país al recrear un vacío político en el Líbanol.
Macron parece estar tratando de desempeñar un papel en la lucha partidaria en el Líbano respaldado por la herencia francesa. Sin embargo, parte del problema del Líbano proviene de las sanciones y las promesas incumplidas por Occidente y Francia en particular, para eliminar los obstáculos creados desde la injerencia colonialista hasta el presente.
Por otro lado, el discurso de Seyyed Hassan Nasrallah y su enfoque positivo de la visita de Macron muestran la profundidad de la visión estratégica de Hezbollah sobre los acontecimientos en el Líbano. Las declaraciones Nasrallah también son evidencia de la existencia de intenciones de abuso político de esta historia, léase las intenciones de intentar atribuir a Hezbollah no solo la explosión del puerto de Beirut sino también los problemas económicos y políticos en general. Hezbollah, por otro lado, en su historia, no ha asumido otra responsabilidad más que la resistencia.
Francia parece estar tratando de desempeñar un papel independiente en el Medio Oriente pero al igual que Estados Unidos, no presta mucha atención a las relaciones regionales después de la guerra de 33 días en 2006, una guerra que demostró que Hezbollah tiene profundas raíces en el Líbano por lo que no podría ser eliminado mediante sanciones y amenazas.

