Por eso me he propuesto demostrar que lejos de esa cacareada “democracia” lo que reina es la impunidad.
Con bombos y platillo se ha dado a conocer que el ex presidente Juan Manuel Santos Calderón, acudió a la JEP y en sus declaraciones admitió que cuando era ministro de Defensa, en el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez, su papel fue el de frenar los asesinatos de jóvenes inocentes, o sea los llamados “falsos-positivos”. Esta confesión y la presentación del tema, aparece más como una jugada que apunta a las elecciones del 2022, y aspecto al cual me referiré más adelante.
Lo real en esto es, que hay una confesión, donde Santos, al hacer tal declaración aparece, como un gran salvador y toda la responsabilidad se la atribuye a Uribe Vélez, cuando en realidad, si esto fuera cierto, él se convierte en cómplice, porque si realmente él estaba en contra de esos fríos crímenes y “falsos positivos”, su conducta debió ser, la de renunciar a su cargo de ministro de Defensa y denunciar ante la justicia al presidente Álvaro Uribe Vélez. Por tanto, ambos cometieron delitos.
Esos fueron Crímenes de Lesa Humanidad y por lo tanto la JEP debe proceder en derecho y no dejar esta cruel historia en la impunidad, pues entonces sus integrantes también se comprometerían. Fueron 6402, los jóvenes asesinados según la JEP, pero las denuncias de organizaciones de DDHH, señalan que son unos miles más de jóvenes asesinados.
Colombia es una sociedad, donde la mentira, la violencia y la impunidad se ha impuesto por muchos años, la traición y los crímenes cometidos, incluso contra importantes personalidades y patriotas, como lo fue el asesinato del mariscal Antonio José de Sucre y el intento de asesinato del Libertador Simón Bolívar, el 25 de septiembre e 1828, en el Palacio de San Carlos, de estos hechos fue acusado y detenido, el general Francisco de Paula Santander, quien se encontraba enfrentado a Bolívar y luego de la muerte del libertador el 17 de diciembre de 1830, Santander salió de la prisión y fue elegido Presidente..
Desde esa época, a esta parte la oligarquita liberal – conservadora, se han venido disputando el poder y bañado en sangre a Colombia, esa violencia se ha mantenido y tiene desdichadas y luctuosas muertes en numerosas guerras intestinas desde la mitad del siglo XIX hasta hoy, entre ellas la guerra de los Mil Días de 1899 a 1902.
Imposible no referir el asesinato del más sobresaliente y preclaro conductor de las irredentas masas del pueblo colombiano, Jorge Eliecer Gaitán, líder revolucionario y antimperialista, cuyo prestigio lo colocaba como el futuro presidente de Colombia, pero la oligarquía liberal-conservadora no podía permitirlo y fue asesinado el 9 de abril de 1948, lo que provocó, lo que la historia conoce como el “Bogotazo”.
El pueblo se insurreccionó, pero no hubo unidad, organización, ni liderazgo y eso motivó que no pudieran alcanzar el propósito revolucionario de cambiar la historia de abusos, injusticias, desplazamientos y crímenes contra el pueblo colombiano, que era lo que Gaitán se proponía modificar si ganaba la Presidencia. Ese fracaso, consecuencia de ese cruel asesinato, es lo que ha provocado estos ya largos 73 años de injusticia social, violencia y muertes.
La impunidad que hubo en la década del 50, cuando los gobiernos de Laureano Gómez y Urdaneta, por un lado y en 1955 por el otro, durante la dictadura de Rojas Pinillas, se ejecutaron, no solo la violencia y el uso de las FF:MM contra el movimiento guerrillero y revolucionario de liberales y comunistas, sino contra el pueblo, baste señalar que en solo una década de 1948-58, se calculan el asesinato de 300 mil personas muertas. De esos hechos nunca hubo un juicio, ni un culpable llevado a la justicia, triunfó la impunidad.
Y qué decir de los últimos años en Colombia, de 1958 al 2012 se han registrado, según el informe del Grupo de Memoria Histórica, 220, 000 mil asesinatos, entre ellos los de cuatros candidatos presidenciales, todos con posibilidades de éxitos, estoy refiriéndome a los magnicidios de Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro Leóngomez y Luis Carlos Galán, y dirigentes políticos como los de los comunistas, el senador Manuel Cepeda y José Antequera.
Así mismo, existe una la larga lista de periodistas y personalidades del arte y la cultura críticos del sistema asesinados, entre ellos el famoso humorista, Jaime Garzón. Hace apenas 48 horas, que, en la ciudad de Cali, asesinaron al cantante urbano Junior Jain. La Fundación Internacional de Derechos Humanos acusó públicamente al expresidente Álvaro Uribe y al actual presidente Iván Duque, de estar detrás del asesinato de este querido trovador, todo por sus posiciones a favor del Paro Nacional, quien se había convertido en un líder social, y ahora será un icono de esta justa lucha y protesta popular.
Parecida acusación contra el presidente Duque, la realizó la ex senadora Aida Merlano, detenida actualmente en Venezuela y que en entrevista para la revista Semana, señaló a Duque de estar detrás de una operación para asesinarla por el conocimiento que ella tiene de cómo se compraron los votos por los narcos para elegirlo presidente. La justicia colombiana, pese al interés de la Merlano, en informar y entregar pruebas a la Fiscalía, pero el gobierno colombiano argumenta, que, al no reconocer al gobierno de Maduro, temen por la seguridad de los fiscales sí estos viajan a Caracas, débil justificación para no recibir las importantes informaciones de la ex senadora, que obligaría a la Fiscalía abrir un proceso contra el presidente Duque. Nada, todos estos hechos quedan en la impunidad.
Como impune han quedado hasta la fecha las masacres del Aro, donde también está acusado el ex presidente Uribe Vélez y otras famosas masacres como los de la Comuna 13, de Medellín, que involucra al general Mario Montoya, también en el gobierno de Uribe.
Hoy la historia se repite, pero con grandes diferencias, se aprecia una conducción colectiva del Paro Nacional, de las manifestaciones pacíficas, la conformación de una Asamblea Nacional Popular, lo que supone una toma de mayor conciencia de clase y de porque luchan. La sangre derramada, los desaparecidos, los torturados no pueden quedar impune y el Comité de Paro, tiene que tomar este muy grave tema en cuenta, pues un paso en falso, terminarían siendo juzgados por el pueblo.
El enemigo también lo sabe y se resistirá y por eso apreciamos a una parte de esa elite de poder, planteando propuestas, que expresan “ni derecha ni izquierda”, una solución de centro, que es la que encabeza hoy el ex presidente Juan Manuel Santos, a través de la “Coalición de la Esperanza”. Tl como les señalaba arriba, aquí apreciamos su interés en presentarse como el gran salvador y por eso denunció a Uribe Vélez por los “falsos-positivos” y está buscando su posesionarse electoralmente.
En conclusión, que la oligarquía se mantenga en el poder, la idea es llegar a las elecciones del 2022, sin que el actual gobierno dada la grave crisis tenga que renunciar y evitar que la actual oposición, para salir de esta gran crisis, se planteé un adelanto de las elecciones presidenciales y junto a ella, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente Corporativa, y será precisamente de esa actual Asamblea Nacional Popular, de donde pueden salir delegados constituyentes.
Son 49 días y no cesan en sus reclamos, y saben que no lo pueden abandonar, porque de hacerlo pagarían un precio muy alto y terminarían subordinados a un poder dictatorial y autoritario que como el actual, continuaría explotándolos, vejándolos y empobreciéndolos aún más que hoy.
Hay un gobierno cuya herencia viene de las más terribles formas y métodos de gobiernos, que están al servicio de un grupo de familias aristocráticas, a las que se han aliados, tahúres del narcotráfico de cuello blanco y una clase social elitista, racista y excluyente y para mantenerse en el poder, han entregado la independencia y soberanía del país, a la gran potencia del norte.
En Colombia desde hace muchos años, ninguno de los gobiernos desde el ex presidente Andrés Pastrana (1998-02) al actual de Iván Duque, no pueden tomar ninguna decisión estratégica, de carácter política, social, internacional, económica y militar de su país, sin consultar a Washington y buscar su aprobación. Mientras que, por esta misma razón, los organismos internacionales como la ONU y la OEA, callan y sus pronunciamientos sobre las masacres y cientos de asesinatos y desapariciones, torturas, que se cometen en Colombia, no condenan, solamente muestran su preocupación, sin tomar ninguna medida ni sacar una sola resolución que castigue severamente al actual gobierno.
Mientras el Parlamento Europeo, y los representantes del fascismo europeo para callar los crímenes de la policía y el ejército en Colombia, y estar a tono y subordinado a la política de Washington, aprueba una resolución contra Cuba, con el viejo y falso argumento, de que en la Isla se violan los derechos humanos y se abstienen de condenar a Estados Unidos, por mantener, el ilegal y genocida bloqueo económico, comercial y financiero contra el pueblo cubano. En definitiva, el parlamento europeo no ha dicho ni una sola palabra, ni una sola resolución condenatoria sobre los crímenes de las graves violaciones de los derechos humanos en Colombia.
Preocupante la conducta de estos organismos internacionales, que obviamente responden a los intereses de los gobiernos que se encuentran representados en estas organizaciones, dando las espaldas al clamor internacional de los pueblos, que condenan y piden el juzgamiento de los culpables de las masacres que se cometen en Colombia contra líderes y lideresas del movimiento social e indigenista, contra los firmantes del Acuerdo de Paz y la impunidad con la que operan los paramilitares, la policía y el ejército, durante estos 49 días de protestas y del Paro Nacional.
Pero la entrevista que acaba de ofrecer el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, a la directora de la revista Semana, Vicky Dávila, para enfrentar a Juan Manuel Santos y desmentirlo. Señala el expresidente que los militares, léase el Alto Mando militar, lo engañaban, cuando le daban las cifras de guerrilleros muertos en combate y él desconocía, que realmente no eran guerrilleros, sino jóvenes inocentes.
Los que conocen muy bien al ex presidente Uribe Vélez, siempre han dicho que él (Uribe) era tan celoso, que, en algunos momentos, hubo importantes jefes militares que se molestaban, porque Uribe llamaba directamente a las unidades a sus subordinados para conocer los resultados militares, violando los conductos que rigen en las FF.MM. Hay un viejo dicho que dice, cuando está perdido el de “arriba siempre ensucia al de abajo”. Ahora serán los militares los que tendrán que aclarar todos estos crímenes de guerra y de lesa humanidad. Que se miren en el espejo de los altos mandos militares argentinos que hoy están siendo juzgados, por sus crímenes hace 40 años atrás, porque esos crímenes no prescriben. Uribe los ha echado al agua y así les paga.
Notas:
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
Fuente: colaboración