Como hemos analizado en ediciones anteriores, Asia es la región en la que las últimas cumbres internacionales hicieron foco. Destacamos el rol de la India como país anfitrión del G20 y la importancia de colocarse como uno de los referentes del Sur Global. Por otro lado, describimos los mecanismos de Occidente y sus aliados para contrarrestar la estrategia sino-rusa en esta parte del mundo, y además expusimos las propias contradicciones de algunos países en materia de seguridad y economía como socios de Washington y Beijing respectivamente.
Respecto a todo lo anteriormente mencionado, en estas semanas también sucedieron varios eventos y un hito: la cumbre de los BRICS en Sudáfrica), la reunión entre Nicolás Maduro y Xi Jinping, el encuentro después de años entre Kim Jong Un y Putin, la visita de Bashar al Assad a China; y se cumplieron 10 años de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI por sus siglas en inglés).
Sobre los BRICS, algo que es necesario tener en cuenta es que es un grupo que ocupa cada vez más lugares en los que Occidente pierde su liderazgo. Los países de este grupo comenzaron a discutir entre ellos las decisiones, el logro de algunos objetivos que cumplen no solo con sus intereses nacionales estrechos, sino también con intereses más amplios dentro de la comunidad internacional.
En la última cumbre de Sudáfrica, lo que se destacó es el ingreso de nuevos miembros desde el próximo año. Argentina, Etiopía, EAU, Arabia Saudí, Egipto e Irán se unirán oficialmente a la agrupación el año que viene, dando como resultado que el PBI combinado de todo el grupo será el 37% del total mundial. Además, los BRICS controlarán casi el 50% de la producción mundial de petróleo y el 40% de sus exportaciones. El control de los recursos energéticos es, sin duda, una apuesta seria por la multipolaridad.
Por otro lado, sucedió el aniversario de otro mecanismo de integración dirigido por China, la BRI. Un proyecto anunciado por el presidente Xi Jinping en 2013 y que se hizo conocido como la Nueva Ruta de la Seda, que consistió en la creación de dos grandes rutas comerciales, una marítima y otra terrestre que comuniquen al gigante asiático con Asia Central, y que está pensada para trascender Europa y así llegar a África y a Nuestramérica.
Algunos discursos internacionales, sobre todo desde Estados Unidos y parte de Europa, sostienen que el acuerdo es una estrategia geopolítica que atrapa a los países en una deuda insostenible y permite a China crear una influencia mundial. Incluso plantearon la posibilidad de crear un proyecto similar desde Occidente. En varias oportunidades el presidente norteamericano Joe Biden, expresó que desde los Estados Unidos «deberíamos tener una iniciativa similar que se originara de los Estados democráticos, para ayudar a esas comunidades en el mundo que, de hecho, necesitan ayuda».
La iniciativa plantea la integración económica y comercial de China con el mundo a través de corredores e infraestructuras terrestres y marítimas en Asia Central, Europa, África y América Latina, financiados en su mayoría por Pekín. El plan es seductor, en la última década, al menos 151 países han firmado memorandos de adhesión, entre ellos 22 latinoamericanos y caribeños.
Septiembre de reencuentros
El 13 de septiembre el presidente venezolano Nicolás Maduro, se reunió con su homólogo Xi Jinping. Este último expresó su apoyo a los esfuerzos venezolanos por mantener “la soberanía, la dignidad nacional y la estabilidad social del país, así como por resistir la injerencia externa” que “reflejan la amistad fraterna” entre ambos países.
Por otra parte, Maduro señaló que China se ha convertido en un “gran país comprometido con la paz, el desarrollo y el bienestar de toda la humanidad”, y es un “importante motor para promover el nuevo mundo de la multipolaridad”, según la agencia Xinhua.
La visita de Maduro a China está enmarcada en el fortalecimiento de las relaciones entre estos dos países, que se han estrechado en las últimas décadas, sobre todo desde el mandato del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013).
Mientras Maduro estaba en China, Kim Jong Un llegaba a Rusia en un tren desde Corea del Norte. Desde Occidente se planteó ese encuentro como la evidencia de que Moscú reforzaría los lazos militares con Pyongyang debido a la amenaza de los países occidentales a través de distintos mecanismos. Sin embargo, los informes afirman que están explorando un intercambio por el que Rusia compartiría tecnología hipersónica, nuclear, de satélites y de submarinos con Corea del Norte a cambio de munición y artillería de la era soviética.
“A diferencia de los intereses globales de Rusia, los de Corea del Norte son puramente nacionales, pero siguen siendo complementarios a los de Moscú. Pyongyang dependía desproporcionadamente de Beijing desde el final de la Antigua Guerra Fría, tras el colapso de la URSS, pero China aprovechó posteriormente esta relación para ampliar sus lazos con Occidente aprobando las sanciones del CSNU contra Corea del Norte. Rusia hizo lo mismo por idénticos motivos, pero Corea del Norte no dependía de Rusia, por lo que Pyongyang no guardaba rencor a Moscú como a Beijing”, sostiene el analista Korybko en este análisis.
El viceministro norcoreano de Asuntos Exteriores, Im Chon-il, manifestó sobre el encuentro «La injusta y escandalosa hostilidad de Estados Unidos hacia las tradicionales relaciones amistosas y de cooperación entre la RPDC y Rusia, y su intento de interferir en ellas, han sobrepasado la línea roja».
El funcionario agregó además: que “los movimientos de confrontación de EE. UU. y Occidente han llevado las relaciones Corea del Norte-Rusia a la cima del desarrollo, por lo que asegura que el «equilibrio de la estructura mecánica internacional y mejorando aún más el entorno de seguridad estratégica mundial».
Unas semanas después de estos encuentros, llegaba Bashar al-Assad para reunirse con Xi Jinping. Ambos mandatarios expresaron que la relación se trata de una “asociación estratégica”. Lo cierto es que la visita del jefe de Estado sirio a China se produce en un momento en que el gigante asiático busca afianzar su influencia en Medio Oriente, luego de ser parte del acercamiento diplomático entre Arabia Saudita e Irán.
«Ante una situación internacional llena de inestabilidad e incertidumbre, China está dispuesta a seguir trabajando con Siria, apoyándose mutuamente, promoviendo una cooperación amistosa y defendiendo conjuntamente la equidad y la justicia a nivel internacional», expresó Xi Jinping luego del encuentro.
A causa de la guerra y de las sanciones económicas estadounidenses, Siria atraviesa una gran crisis y tanto China como Rusia resultan dos aliados fundamentales en este contexto.
Desde los medios occidentales se plantean que los mecanismos de integración asiáticos (sobre todo los liderados por China y Rusia) son como trampas para que los países se endeuden. Mientras que las visitas de los mandatarios antes mencionados son encuentros entre “regímenes dictatoriales”. La lectura hegemónica es sesgada, lo cierto es que no todo es tan lineal en el Asia Pacífico (y en ninguna parte del mundo).
Los BRICS se terminaron de consolidar en el año 2010 y en 2024 recién suman nuevos miembros. Diez años pasaron desde el discurso de Xi Jinping de la creación de la BRI, que todavía está en pleno crecimiento. Las cumbres fueron significativas para consolidar una alianza entre países con los mismos conflictos con Occidente: La demonización, las sanciones económicas y los bloqueos.
Actualmente Rusia y China representan una opción fuerte para los países no alineados, si bien faltaría proponer una alternativa monetaria al dólar a nivel mundial, es cierto que se está en la búsqueda de consolidar proyectos con estos dos gigantes. Beijing y Moscú son hoy el desafío más importante para Occidente.
Con información de agencias
*Erika Gimenez es Licenciada en Comunicación, escribe en PIA Global y otros medios.
Foto de portada: PIA Global