Imperialismo

Asumió Biden, ¿y ahora qué?

El nuevo presidente de los Estados Unidos asume el mando de un país polarizado. A la crisis interna causada por la pandemia y el negacionismo trumpista, se suma la imagen de un imperio cuestionado y en decadencia.

El pasado 20 de enero asumió Joe Biden como presidente de Estados Unidos en un contexto de polarización y enfrentamiento. Tras una elección atípica, en donde el voto por correo le dio la victoria al demócrata y dejó a Trump reclamando supuestos fraudes que no pudieron comprobarse, la ceremonia de asunción estuvo marcada por un discurso donde las palabras “unidad”, “reconstrucción” y “democracia” anticipan los desafíos de la nueva administración.

Los hechos del 6 de enero, cuando un grupo encabezado por supremacistas blancos irrumpió en el Capitolio, evidencian que el imperio estadounidense no es la democracia modélica que dice ser. Estos acontecimientos mostraron un enorme descontento con las instituciones, lo cual de por sí implica un desafío sin precedentes para el nuevo presidente.

“El principal desafío de alguna manera es restablecer la credibilidad institucional y, además, generar los consensos necesarios para sostener esa credibilidad” afirma Federico Larsen, periodista, docente y miembro del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.

“Hoy por hoy esa debilidad está muy dañada, por un lado por causa de Donald Trump y lo que generó con apoyo de un sector amplio de la sociedad. También hay que tener en cuenta lo que fue este último período, principalmente en referencia a la gestión de la pandemia y puntualmente en relación a los hechos del 6 de enero” explica Larsen acerca del panorama político estadounidense.

A su vez, afirma que aún como el candidato vencedor, Joe Biden no es una figura que por sí misma le otorgue credibilidad a las instituciones: “Biden no es alguien con un curriculum atractivo para quienes no creen en la institucionalidad porque es uno de los políticos más vinculados a la élite política de los Estados Unidos en los últimos 50 años. A eso hay que sumarle que en estos meses Trump logró instalar a Biden como un tipo lento, viejo, incapaz y torpe y efectivamente hay una cierta idea con respecto a eso”.

“Creo que la imagen que intenta pasar Biden con la elección de Kamala Harris como vicepresidenta, además de la elección de otras personas para ocupar cargos de primera línea en su gabinete con una presencia fuerte de representantes de las minorías, lo que busca es justamente reavivar la confianza en las instituciones. Ahora, que eso suceda efectivamente habrá que esperar para ver”, agrega Larsen.

Tal vez el principal problema que enfrentará la nueva administración será la situación causada por la pandemia. Estados Unidos es el país con más muertes por covid19, alrededor de 400 mil vidas perdidas, mayoritariamente de personas con pocos recursos y minorías excluidas históricamente ante la ausencia de un sistema de salud inclusivo. En ese sentido, Federico Larsen apunta que “en estos primeros 100 días Biden quiere invertir 1.900 millones de dólares en sanidad para lograr un control más exhaustivo de la pandemia. Además pretende vacunar a 100 millones de norteamericanos y volver obligatorio el uso del barbijo”.

“Todas esas cosas pueden servir para dar una mejor imagen de las instituciones y también busca generar un cambio de enfoque con respecto a lo que fue la administración anterior. A eso hay que sumarle la intención de generar políticas de empleo, comercio e industria, lo cual sería a largo plazo en el caso de que efectivamente se avance con esas cuestiones”, agrega.

HACIA AFUERA

En materia de política exterior, si bien no se espera un cambio en los objetivos de Estados Unidos en otras regiones, principalmente en América Latina, la vuelta al multilateralismo se opone a la estrategia de la administración Trump.

Esa «vuelta al mundo» ya fue evidenciada con la decisión de Biden de volver al Acuerdo de París, del cual Trump había retirado al país en 2017, como también a la Organización Mundial de la Salud, entre otros organismos multilaterales que fueron abandonados durante la anterior administración.

En ese sentido, América Latina aparece como el primero de los objetivos hacia afuera: “Estados Unidos se presentó en la región como el hermano mayor que en el marco de las relaciones interamericanas trató de proteger a los hermanos menores de la maligna influencia de actores extrarregionales como China, Rusia e Irán” afirman los autores Florencia Grillo, Lucas Mercado y Esteban Chiacchio en el ensayo “Tres claves para entender la nueva administración Biden”.

Según los autores, ese cambio de forma se dará en tres frentes: “Primero, se anticipa un regreso de Estados Unidos al multilateralismo. En segundo lugar, -y esto impactará más directamente en América Latina- el estilo de Washington para relacionarse con la región pasará de la imposición abierta a la búsqueda de consensos. Por lo tanto, es posible que ya no tengamos otro episodio en el horizonte como la reciente elección de Claver-Carone al frente del BID. En tercer lugar, se anuncia que a los tradicionales temas de migración y narcotráfico se sumarán temas como los derechos humanos y el cambio climático”.

En ese sentido, aún con la experiencia cosechada por Biden como vicepresidente de Obama, periodo en el cual visitó la región en varias oportunidades, el abordaje será diferente ya que América Latina no es la misma que antes de 2016, tanto por los cambios que ha sufrido la región como por la presencia de China, un factor entendido como una amenaza.

“Los planes del presidente electo Biden para la región figuran en su promesa de restaurar el liderazgo moral y advertir contra la creciente presencia de China en la región. Pero ha hecho hincapié en aclarar que más allá de las preocupaciones económicas y de seguridad, el liderazgo de Estados Unidos es indispensable para abordar los desafíos persistentes que impiden que nuestra región realice su máximo potencial” indica el informe.

En un 2021 que inció con conflictos y que arrastra una crisis sanitaria, económica y social en todo el continente, los desafíos de la nueva administración estadounidense consisten principalmente en devolverle al país su estatus de democracia inquebrantable hacia adentro y no perder su lugar autoasignado de tutor de las relaciones internacionales.

FUENTE: ARG Medios