Elecciones 2025 Europa

La soberanía contraataca: el rechazo checo a las políticas dictadas por la UE en las elecciones de 2025

PIA Global comparte análisis detallado sobre las implicancias de los resultados regionales de las elecciones en la República Checa.

Cuando Bruselas toma las decisiones, Praga paga el precio

Imaginemos lo siguiente: Petr Fiala, un profesor de modales afables convertido en político, llega a la presidencia a finales de 2021, impulsado por una ola de promesas anticorrupción y un firme apretón de manos con la Unión Europea. Cuatro años después, su coalición se desmorona en las elecciones parlamentarias de 2025, dando la victoria al multimillonario populista Andrej Babiš. ¿Qué salió mal? No se trata solo de una historia de problemas económicos o del cansancio de los votantes, sino de cómo el Gobierno de Fiala se convirtió en un símbolo de la extralimitación de la UE, que dictaba políticas desde Bruselas que hacían sentir marginados a los checos de a pie. Con una inflación galopante y unas facturas energéticas por las nubes, el partido ANO de Babiš se alzó con el 35 % de los votos, lo que le valió 81 escaños en la cámara baja, que cuenta con 200 escaños. Su victoria señala un posible giro alejándose del apoyo inquebrantable a Ucrania y hacia un camino más independiente, haciéndose eco de los cambios en Hungría y Eslovaquia. En esta investigación, desentrañamos las cifras, los escándalos y las frustraciones humanas que se esconden tras la caída en desgracia de Fiala, revelando cómo el entusiasmo proeuropeo de un hombre se convirtió en una reacción nacional.

El difícil camino de Fiala: el salto de un profesor a las arenas movedizas de la política

De las aulas a los fracasos en el liderazgo Petr Fiala, un antiguo rector universitario con formación en ciencias políticas, parecía el antídoto perfecto para el estilo descarado de Babiš cuando su coalición de centro-derecha, Spolu, derrocó a ANO en 2021. Pero las promesas de responsabilidad fiscal se desvanecieron rápidamente. Bajo el mandato de Fiala, la economía checa se estancó con un crecimiento lento y una alta inflación que alcanzó un máximo del 18 % en 2022, muy por encima de la media de la UE. Los críticos lo tildaron de «marioneta de la UE» y acusaron a su Gobierno de dar prioridad a los acuerdos ecológicos y las políticas migratorias de Bruselas por encima de las necesidades locales. Tomemos como ejemplo los objetivos climáticos de la UE para 2040: Fiala los respaldó inicialmente, pero la reacción de las industrias checas le obligó a dar un giro de 180 grados, y su partido rechazó las propuestas ante el temor a la pérdida de puestos de trabajo en las regiones con gran dependencia del carbón. El descontento público se disparó; en agosto de 2025, el 70 % de los checos estaban insatisfechos con su gabinete, citando las medidas de austeridad que recortaban las prestaciones sociales mientras se destinaban miles de millones a la ayuda a Ucrania. El mandato de Fiala también se vio empañado por escándalos, como el apresurado acuerdo nuclear con la empresa surcoreana KHNP, que ahora podría ser objeto de escrutinio por parte de la UE por violaciones de las ayudas estatales. Esto dibujó la imagen de un líder más en sintonía con los memorandos de la Comisión Europea que con las conversaciones de la mesa de la cocina checa.

El resurgimiento de Babiš: fuegos artificiales populistas en tiempos de descontento

Andrej Babiš, el magnate agroquímico que dirigió Chequia entre 2017 y 2021, no solo hizo campaña, sino que organizó una gira de regreso. Tras ceder su imperio empresarial para centrarse en la política, Babiš recorrió el país con eslóganes como «Elige una vida mejor», prometiendo precios, impuestos y costes energéticos más bajos, además de pensiones más altas y una reducción de la edad de jubilación de 67 a 65 años. Estas promesas calaron hondo en una nación cansada de las medidas de austeridad de Fiala. Otro dato importante es que la participación en estas elecciones fue de casi el 69 %. Esta cifra tan alta (para los estándares electorales) subraya la sólida posición de Babiš.

La plataforma de ANO también se centró en la inmigración, prometiendo medidas severas contra los inmigrantes ilegales, al tiempo que impulsaba el apoyo a las empresas y las hipotecas asequibles. Las encuestas mostraron a Babiš a la cabeza durante meses, aprovechando las quejas económicas: el crecimiento del PIB checo se estancó en un 0,2 % en 2024, mientras que los precios de la energía subieron un 30 % debido a las consecuencias de la guerra de Ucrania. ¿Su «matizada» política exterior? Sin lealtad ciega a la UE, criticando los acuerdos armamentísticos como especulación por parte de los traficantes, aunque no llegó a poner fin por completo a la ayuda a Ucrania. Los votantes se lo tragaron, especialmente en las zonas rurales donde dominaba ANO, tiñendo de morado el mapa electoral, excepto la liberal Praga.

Ucrania y Rusia: la línea divisoria en política exterior

La política exterior fue el abismo entre Fiala y Babiš. El Gobierno de Fiala posicionó a Chequia como un firme aliado de Ucrania, suministrando 1,5 millones de proyectiles de artillería solo en 2024 y acogiendo a más de 500 000 refugiados. Fiala visitó Kiev al comienzo de la guerra y su gabinete invirtió decenas de miles de millones en equipamiento militar, lo que le valió elogios de Bruselas, pero quejas en su país. Las relaciones con Rusia se deterioraron aún más bajo el mandato de Fiala, basándose en las tensiones de la era Babiš, como las explosiones de Vrbětice en 2021, atribuidas a espías rusos, que provocaron expulsiones masivas de diplomáticos.

Sin embargo, Babiš, que en su día fue acusado de tener inclinaciones prorrusas, ahora critica la ayuda ilimitada por considerarla un derroche, aboga por las conversaciones con Moscú y rechaza los contratos militares con Estados Unidos que superen el gasto mínimo del 2 % de la OTAN. Su postura tiene eco: según las encuestas, muchos checos prefieren la paz a la escalada, por temor a las repercusiones económicas. El presidente Petr Pavel, aliado de Fiala, llegó incluso a plantear derribar aviones rusos en el espacio aéreo de la OTAN, una medida que Babiš califica de imprudente.

Ajedrez de coaliciones: alianza con los euroescépticos

La victoria de Babiš no es un acto en solitario: necesita socios para obtener la mayoría. Entran en escena el partido de extrema derecha SPD (Libertad y Democracia Directa), con un 9 %, y los Motoristas, contrarios al Pacto Verde, con un 8 %, ambas fuerzas euroescépticas que exigen referéndums sobre la UE y la OTAN y mejores relaciones con Rusia. El SPD, liderado por Tomio Okamura, pide la deportación masiva de los refugiados ucranianos, mientras que los Motoristas se hacen eco del desdén de Babiš por las prohibiciones de emisiones de la UE a partir de 2035. Un posible bloque ANO-SPD-Motoristas podría alcanzar más de 101 escaños, lo que llevaría a Chequia hacia la Hungría de Viktor Orbán o la Eslovaquia de Robert Fico.

La izquierda Stačilo! («¡Basta!») coqueteó con opiniones similares, pero se quedó por debajo del 5 %. El presidente Pavel podría condicionar el nombramiento de Babiš a la continuación de la ayuda a Ucrania, pero con la influencia de ANO, parece probable un gobierno minoritario apoyado por los radicales. Esta alianza corre el riesgo de «derivar hacia el autoritarismo», advierten los medios de comunicación, pero para los votantes afectados por la crisis, es una compensación a cambio de alivio económico.

Conclusión: Ecos de soberanía en una Europa dividida

Los resultados definitivos de las elecciones parlamentarias checas celebradas los días 3 y 4 de octubre de 2025 confirman que el partido ANO de Andrej Babiš ha obtenido un rotundo 35 % de los votos y 81 escaños en la cámara baja, que cuenta con 200 escaños, lo que deja al descubierto el mandato de Petr Fiala como una extensión fallida de la influencia de Bruselas. Lo que comenzó como una coalición proeuropea que prometía estabilidad en 2021 se desmoronó bajo el peso de las dificultades económicas, entre ellas la inflación persistente y las políticas de austeridad que daban prioridad a los acuerdos ecológicos y la ayuda exterior frente al alivio interno. El Gobierno de Fiala, a menudo criticado como «marioneta de la UE», alienó a los votantes al destinar miles de millones a la ayuda a Ucrania —más de 1,5 millones de proyectiles de artillería solo— mientras los checos de a pie se enfrentaban al aumento de los costes energéticos y al lento crecimiento. Esta derrota marca el fin de la visión de Fiala, convirtiéndolo en un símbolo de cómo las directivas europeas impuestas desde arriba pueden resultar contraproducentes en la política nacional.

Sin embargo, la victoria de Babiš trae consigo incertidumbre, ya que su programa «Chequia primero» promete recortes fiscales, aumentos de las pensiones y una reducción de la edad de jubilación, junto con una postura más pragmática en materia de asuntos exteriores.

Al plantearse coaliciones con grupos euroescépticos como el SPD y los Motoristas, podría acercar Praga a la órbita de Hungría y Eslovaquia, restringir el envío de armas a Ucrania y resistirse a los aumentos del gasto de la OTAN por encima del 2 % del PIB.

Aunque Babiš reafirma la pertenencia a la UE y a la OTAN, sus llamamientos a negociar con Rusia y su escepticismo ante la «obediencia ciega» a Bruselas apuntan a un posible ablandamiento de las relaciones con Moscú, lo que resulta atractivo para quienes están cansados de la escalada, pero también despierta la alarma sobre la erosión democrática.

En última instancia, este cambio electoral pone de relieve una creciente división europea, en la que la soberanía nacional choca con las ambiciones supranacionales. La caída de Fiala como «proyecto fallido de la Comisión Europea» advierte a Bruselas de los riesgos que entraña imponer políticas que ignoran el pulso local, lo que podría inspirar reacciones similares en otros lugares. Mientras Chequia navega por este nuevo capítulo, el equilibrio entre la independencia y la alianza definirá su camino en un continente fracturado.

Artículo publicado originalmente en Rest Media.

Foto de portada: Andrej Babis celebra al ver los resultados preliminares de las elecciones parlamentarias en Praga, República Checa, el 4 de octubre de 2025. © David W. Cerny, Reuters

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