La junta militar que gobierna Malí anunció este jueves 25 de enero el fin «con efecto inmediato» del acuerdo firmado en 2015 con grupos rebeldes separatistas del norte del país, en su mayoría del pueblo tuareg, un pacto considerado clave para estabilizar el país. El anuncio tiene lugar luego de que el Gobierno transitorio de Mali acusara a Argelia, mediador en ese acuerdo, de «actos inamistosos» y «hostilidad» por acoger a rebeldes en su territorio.
La junta militar en el poder en Malí anunció, este jueves 25 de enero, el «fin, con efecto inmediato», del acuerdo de Argel firmado en 2015 con grupos separatistas del norte del país, considerado esencial para estabilizar el país.
La junta citó «el cambio de posición de ciertos grupos firmantes», así como «actos de hostilidad e instrumentalización del acuerdo por parte de las autoridades argelinas, país que ha sido el mediador principal» del acuerdo, según un comunicado leído en la televisión estatal por el coronel Abdoulaye Maïga, portavoz del Gobierno instalado por los militares.
El acuerdo ya se consideraba moribundo desde la reanudación en 2023 de las hostilidades contra el Estado central y el Ejército maliense por parte de grupos separatistas, predominantemente los tuareg del norte, tras la retirada de la misión de las Naciones Unidas (Minusma), impulsada por la junta militar después de diez años de presencia.
El pacto recibió un golpe muy duro a principios de año, cuando el jefe de la junta, el coronel Assimi Goïta, anunció durante sus saludos de Año Nuevo el establecimiento de un «diálogo intermalí directo» para «privilegiar el establecimiento nacional de la paz».
El gobierno «constata la absoluta inaplicabilidad del Acuerdo para la paz y la reconciliación en Malí resultante del proceso de Argel, firmado en 2015, y, por tanto, anuncia su fin, con efecto inmediato», indica un comunicado leído el jueves.
«Todos los canales de negociación están cerrados», dijo a la AFP Mohamed Elmaouloud Ramadane, portavoz del Marco Estratégico Permanente, una alianza de grupos armados que firmaron el acuerdo de 2015 antes de tomar las armas nuevamente el año pasado. «No tenemos otra opción que librar esta guerra que nos impone esta junta ilegítima con la que el diálogo es imposible».
Deterioro de las relaciones con Argelia
La formalización del fin del acuerdo de Argel se enmarca en una serie de rupturas llevadas a cabo por los militares que tomaron el poder por la fuerza. Rompieron la antigua alianza con Francia y sus socios europeos para girar hacia Rusia e hicieron marchar a la Minusma.
El fin del acuerdo también se produce en un clima de profundo deterioro de las relaciones con su gran vecina Argelia, con la que Malí comparte cientos de kilómetros de frontera.
El coronel Maïga leyó el jueves otro comunicado enérgico, concretamente contra Argelia. El gobierno «observa con gran preocupación una multiplicación de actos hostiles, casos de hostilidad e injerencias en los asuntos internos de Malí por parte de las autoridades» de Argelia, afirmó.
Denuncia «una percepción errónea de las autoridades argelinas que consideran a Malí como su patio trasero o como un Estado felpudo, en un contexto de desprecio y condescendencia».
Entre varios agravios, la junta acusa a Argelia de albergar oficinas de representación de ciertos grupos que firmaron el acuerdo de 2015 y se han convertido en “actores terroristas”.
El régimen maliense «exige que las autoridades argelinas cesen inmediatamente su hostilidad».
Malí se ha visto sumido en la agitación desde el estallido de la independencia y las insurgencias salafistas, en el norte en 2012.
Los grupos predominantemente tuareg tomaron las armas en busca de la independencia o la autonomía. La insurgencia allanó el camino para que grupos armados vinculados a Al Qaeda conquistaran la mayor parte del norte, lo que provocó una intervención militar de Francia y hundió al Sahel en la guerra.
Después de un alto el fuego en 2014, los grupos armados predominantemente tuareg firmaron en 2015 el llamado acuerdo de paz con el gobierno y los movimientos leales que luchaban junto a él, que preveía una mayor autonomía local y la integración de los combatientes en un llamado “ ejército reconstituido”, bajo la autoridad del Estado.
Los yihadistas, por su parte, siguen luchando contra el Estado bajo la bandera de Al Qaeda o de la organización Estado Islámico.
La violencia, que dejó miles de combatientes y civiles muertos, así como millones de desplazados, se ha extendido al centro de Malí y a los vecinos Burkina Faso y Níger, que a su vez fueron escenario de golpes militares en 2022 y 2023.