África Subsahariana Política

Guinea Bissau, política y narcotráfico

Por Guadi Calvo*-
Guinea Bissau entre el jueves y viernes fuerzas especiales y miembros de la guardia nacional, ambas pertenecientes al Estado, han tenido enfrentamientos cuyo resultado inicial ha sido de al menos dos muertos.

Hace exactamente una semana en Sierra Leona se frustró un intento de golpe cuyas consecuencias han desaparecido de los medios, a pesar de que su saldo fue de 20 y catorce detenidos en el primer momento y muchos más tras iniciada la cacería lanzada contra los opositores del presidente Julius Maada Bio, quien con toque de queda comienza su segundo mandato tras unas elecciones calificadas por observadores internacionales, por lo menos como turbias.

Algo similar acaba de ocurrir en otro país africano de la cuenca atlántica, Guinea Bissau. En su capital, Bissau, entre el jueves y viernes fuerzas especiales y miembros de la guardia nacional, ambas pertenecientes al Estado, han tenido enfrentamientos cuyo resultado inicial ha sido de al menos dos muertos.

Estos choques son consecuencia de una prolongada disputa de poder entre el Partido por la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC) y el presidente Umaro Sissoco Embaló, quien al momento de los hechos se encontraba en Dubái participando de la COP28, al igual que jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, Biague Na Ntan.

La grieta política se profundizó a partir de las elecciones parlamentarias del pasado junio, en las que la oposición consiguió la mayoría absoluta de escaños en la Asamblea Nacional, lo que desde entonces está obligando al presidente Embalò a una relación extremadamente difícil con sus enemigos políticos.

Si bien los enfrentamientos no han continuado gracias a la rápida intervención del Batallón del Palacio Presidencial, que el viernes al mediodía consiguió la rendición del comandante de la Guardia Nacional, el coronel Víctor Tchongo. Más allá que la situación, desde entonces, parece de una controlada tensión, los problemas de fondo están muy lejos de resolverse, por lo que fuerzas de estabilización regional multinacionales de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) el viernes por la mañana se desplegaron en Bissau.

Según medios locales el punto de quiebre lo habría desencadenado una operación de rescate de dos altos funcionarios del Gobierno detenidos, el mismo jueves por la mañana, por el pago indebido de diez millones de dólares a varias empresas.

La “guerra”, entre diferentes sectores del Gobierno ha expuesto las graves divisiones dentro de las estructuras políticas y militares del país, teñidas por acusaciones cruzadas de manipulaciones políticas y corrupción.

La cada vez más fuerte influencia del narcotráfico ha convertido al pequeño país africano, de apenas dos millones de habitantes, en uno de los puertos más importantes para los cargamentos de drogas que llegan desde América Latina (Brasil, Colombia y México) para después, por diversos medios terrestres y aéreos, atraviesan la frontera senegalesa para cruzar a Mali y Mauritania, hacia los puertos del Mediterráneo sur, para saltar a Europa y llegar incluso a los Estados Unidos.

En estas maniobras estarían involucrados tanto funcionarios gubernamentales como miembros de las fuerzas armadas y de seguridad, por lo que no es gratuito que Guinea-Bissau, según el “Índice de percepción de la corrupción” que realiza la Organización para la transparencia Internacional, siga empeorando con respecto a los publicados en 2021, a comparación del resto de los países, alcanzando el puesto 164 entre los de mayor corrupción en el sector público de los 180 países estudiados.

En vista de esta realidad, el Fiscal General del Estado ha ordenado una serie de investigaciones al respecto, consideradas por muchos solo tácticas coyunturales.

En verdad esta situación, que expone las viejas divisiones históricas que cruzan al país desde su independencia de Portugal en 1974, se ha visto envuelto en diversos conflictos armados y una decena de golpes o intentos de golpes de Estado, por lo que desde la independencia hasta ahora solo un presidente, José Mário Vaz (2014-2020), consiguió terminar su mandato.

El hecho se inició en la noche del jueves, cuando el propio coronel Tchongo junto a un grupo de hombres armados de su fuerza asaltaron una repartición de la policía judicial en el distrito de Luanda, en pleno centro de la ciudad, para rescatar al ministro de Economía y Finanzas Suleiman Seidi y al secretario del Tesoro, Antonio Monteiro, detenidos en el contexto de un proceso por sobornos sobre los ya referido diez millones de dólares. El jueves por la mañana uno de los ministros reconoció dicho pago, pero según él estaría totalmente justificado.

Cerradas las vías de escape del coronel Tchongo, sus hombres y los dos funcionarios liberados, se atrincheraron en un barracón del barrio de Santa Luiza, donde fueron rodeados por el Batallón del Palacio Presidencial y tras el tiroteo se produjo la rendición deTchongo y su gente.

Más tarde se conoció que tras las primeras detenciones el ejército continuó la búsqueda de integrantes de la Brigada de Intervención Rápida (BRI), las fuerzas especiales de la Guardia Nacional, que habrían participado de la liberación de los funcionarios.

Para muchos un intento de golpe de Estado que sería la continuación del que fracasó en febrero del año pasado del que, tras cinco horas de combate y once muertos, el presidente Embaló responsabilizó al narcotráfico de estar detrás de la asonada y cuya voluntad era más que destituirlo, era matarlo a él junto a su primer ministro Nuno Gomes Nabiam y a otros hombres de su equipo.

Algunas versiones, con respecto a la intentona de febrero del 2022, consideran que había sido pergeñada por el propio Embaló con el fin de obligar a la CEDEAO a enviar tropas para sostenerlo en el poder, sabiendo que no son pocos quienes pretenden su lugar a cualquier precio, lo que incluye un golpe sangriento.

presidente Julius Maada Bio

El largo camino de la droga

Que el narcotráfico financia la política no solo en Guinea Bissau, sino en la enorme mayoría de las democracias del mundo, es una verdad incontrastable, pero en países pequeños y pobres como Guinea Bissau los cárteles han pasado a ser parte del paisaje.

Funcionarios de altísimo nivel cómo el exalmirante Bubo Na Tchuto, quien además llegó a ser Jefe de Estado Mayor de la Armada,  es una de las personalidades más destacadas, hoy condenado por narcotráfico involucrado en varios intentos de golpe fallidos. Estados Unidos, que lo había designado como un alto jefe del tráfico de drogas en el país, lo detuvo en 2013 en una operación encubierta frente a la costa de Guinea Bissau.

Para muchos analistas, el propio presidente Embaló, exprimer ministro y exgeneral del ejército, es sospechado de pertenecer a una red de tráfico de drogas junto a otras figuras claves de la política y las fuerzas armadas, a pesar de que el caballito de batalla en su campaña electoral de 2019 había sido la lucha contra el narcotráfico.

Aunque claro, la política no es el único jugador en este contexto. En marzo de 2019, en la ciudad de Safim, en la región de Biombo de Guinea Bissau, a unos 15 kilómetros de la capital, fueron descubiertos cerca de 800 kilos de drogas provenientes de América Latina en el doble fondo de un camión senegalés que transportaba pescado congelado y cuyo destinatario final era nada menos al-Qaeda en el Magreb islámico (AQMI), una de las organizaciones terrorista más poderosas de las que operan en el Sahel. Muy posiblemente ese alijo no era en realidad una compra, sino un pago de los cárteles que se sabe que utilizan no solo a al-Qaeda, sino también otras khatibas integristas pertenecientes al Dáesh o Boko Haram como escoltas de las largas caravanas que transitan desde distintos países del Golfo de Guinea y otros litorales africanos dirigiéndose a puertos del Magreb para continuar a Europa y llegan de manera más sencilla, segura y cómoda que los miles de refugiados que huyen del espanto que la política y el narcotráfico, junto a otros factores, hacen imposible vivir en sus lugares.

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central

Artículo publicado originalmente en Rebelión