África Colonialismo

Los ‘condenados de la tierra’ se rebelan: Francia ya es el país más odiado de África Occidental

Por Jose Castillo*-
Tras la independencia de los países del África francófona, Francia siguió manteniendo un estrecho control económico y militar, pero la situación está cambiando por la influencia de otras potencias y diversos golpes de Estado.

Más de 327 millones de personas hablan francés en el mundo. Cerca de la mitad, unos 167 millones de personas, vive distribuida por todo el continente africano, en especial en los países de África Occidental y el Sahel. Sin embargo, Malí, uno de los países más grandes de la francofonía africana, aprobó en su nueva constitución de junio de este año la eliminación del francés como lengua oficial. Relegando así el idioma de la antigua potencia colonial a estatus de “lengua para el trabajo”. El icónico autor anticolonial Frantz Fanon apelaba en su última obra, Los condenados de la tierra, a «dejar de hablar de esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina dondequiera que lo encuentra». Parece que medio siglo más tarde de la publicación de esta obra, es África Occidental la que ha dejado de hablar de Francia. Malí es gobernado por una junta militar desde mayo de 2021, cuando las Fuerzas Armadas capturaron al presidente Ba N’Daou y ​al primer ministro Moctar Ouane. Los militares malienses exigieron la salida de las tropas francesas que se encontraban en su territorio. Un año más tarde, fue Burkina Faso la que vivió un golpe militar que depuso a su antiguo mandatario, Paul-Henri Sandaogo Damiba, por el capitán del ejército Ibrahim Traoré.

El último en vivir un golpe militar en la región ha sido Níger, país en el que recientemente el presidente elegido en las urnas, Mohamed Bazoum, fue depuesto por su propia guardia presidencial. La principal organización política regional, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao/Ecowas por sus siglas en francés e inglés), ha emitido un ultimátum en el que amenaza a Níger con una intervención militar si el poder político no es repuesto en el Gobierno de Bazoum. Estos tres países comparten una característica común: todos son excolonias francesas y todos son parte de la Organización Internacional de la Francofonía. También han mantenido amplias relaciones de dependencia políticas y económicas con la antigua metrópoli, mediante el entramado conocido como la Françafrique. Pese a ello, a lo largo de los últimos años, París ha visto peligrar su papel de potencia predominante en la región, donde el sentimiento anticolonial va en aumento y el auge de potencias como China y Rusia ha puesto en cuestión el papel preponderante del país galo.

Relaciones neocoloniales

Casi una veintena de actuales Estados africanos se encontraban bajo dominio directo francés antes de la Segunda Guerra Mundial. Para finales de la década de 1960, Francia tuvo que admitir la independencia de la mayoría de estas colonias. El proceso distó mucho de ser pacífico, ya que la lentitud y el control sobre el proceso de independencia que quería mantener el Elíseo sobre sus dominios llevaron en muchos casos al enfrentamiento armado. Fue el caso de la guerra de independencia argelina o la revuelta camerunesa de mitad de la década de los cincuenta.

Con la promulgación de la Constitución de la V República, por iniciativa de Charles de Gaulle, se creó el organismo de la Unión Africana, por el que la mayoría de las colonias obtendría la independencia formal. Pero Francia se aseguró de mantener el control monetario y militar de sus antiguos territorios. Actualmente, todas las excolonias francesas del África Occidental siguen usando una divisa creada por la antigua metrópoli y bajo control de su banco central: el franco CFA. Para Dagauh Komenan, profesor en el Centro de Estudios Africanos y experto en relaciones internacionales, esta divisa ha sido uno de los principales pilares por los que París ha mantenido unas «relaciones neocoloniales» con los países del África Occidental. «El franco CFA ha obligado anualmente a los países que lo usan a depositar la mitad de sus reservas de divisas en el Banco de Francia, además de que el tipo de cambio está ligado al euro, por lo que esto dificulta las exportaciones locales y mantiene en el subdesarrollo a estos países», argumenta Komenan.

Los últimos años se han realizado varios intentos de crear una nueva divisa para los países miembro de la Cedeao, la llamada eco. El plan fue presentado por primera vez en 2019 y todavía sigue en el limbo. Macron dio el visto bueno a este proyecto tras asegurarse de que Francia seguirá siendo el principal respaldo económico de esta divisa, que mantendrá su paridad fija con el euro. El control monetario es una de las armas más efectivas que tiene un Estado para mantener a otro bajo su órbita de influencia. Ya que el país dominante en esta relación evita que el país dependiente pueda manipular la divisa en su propio beneficio. Por ejemplo, realizando devaluaciones competitivas para que sus exportaciones sean más baratas en un momento de incipiente industrialización. Sin este mecanismo, junto a otras razones de dominación económica colonial, los países de África Occidental han sido relegados a ser exportadores netos de materias primas e hidrocarburos, mientras necesitaban importar la mayoría de los productos manufacturados de su metrópolis o demás países centrales.

Región pobre y estratégica

Marisa Lourenço es analista independiente de riesgo político y económico en temas energéticos africanos. Explica a El Confidencial que «algunos sectores de la población no solo están frustrados con sus dirigentes poscoloniales, sino también con la influencia que Francia sigue teniendo en sus países, que no parece reportarles beneficios tangibles». Cuatro de los Estados miembro del G-5 Sahel, Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger, se encuentran entre los 10 más pobres del mundo, basándose en su PIB per cápita y en su índice de desarrollo humano (IDH). «La población está frustrada con sus dirigentes poscoloniales, pero también con que la influencia francesa no reporte beneficios tangibles» Las empresas francesas han jugado un rol clave en estos países desde su independencia, hasta que la actual inestabilidad política, los golpes militares y la insurgencia yihadista han hecho que su presencia disminuya notablemente. De igual manera, Francia ha dejado de ser el principal socio comercial para los países de África Occidental. Mientras que a principios de siglo era el principal país desde el que importaban productos Níger, Burkina Faso y Malí, en la actualidad China y varias petromonarquías del golfo Pérsico como Emiratos Árabes Unidos, ya han suplido holgadamente al país galo en este mercado. No obstante, países como Níger siguen siendo estratégicos para Francia, por las minas de uranio que abastecen sus centrales nucleares. La que es la principal potencia atómica europea produce casi el 70% de su electricidad mediante energía nuclear y en torno al 30% del uranio necesario para sus plantas procede de las minas del norte de Níger. Por el momento, la principal empresa estatal gala encargada de extraer el uranio nigerino, Orano, ha activado su unidad de crisis, pero en un comunicado emitido tras el reciente golpe de Estado aseguraba que «este acontecimiento no tiene un impacto inmediato en sus actividades en Níger ni sobre el valor de sus activos».

Pero este no es el único problema para los Estados de la región más pauperizada del mundo: sus propias dispustas internas por el poder político y las luchas entre los distintos grupos y caudillos militares crean un clima de inestabilidad constante. «Para los países africanos, la inestabilidad ahuyenta la inversión extranjera, especialmente la occidental, lo que repercutirá negativamente en sus economías y elevará los niveles de desempleo. Es posible que parte de esta actividad sea suplida por actores como China o Rusia, pero no en su totalidad», advierte Lourenço.

Humillaciones políticas y fracasos militares

En un escenario geopolítico cada vez más multipolar, los países africanos de la zona francófona han encontrado nuevos socios comerciales, pero también potenciales aliados militares. Rusia, que ya tiene una amplia presencia en otros países del continente como Sudán o República Centroaficana, ha empezado a mirar a la región del Sahel. La estrategia del Kremlin consiste en realizar una estrategia híbrida en la que la propaganda antioccidental tiene una importancia vital. En las últimas protestas frente a las autoridades francesas de estos países, se han visto ondear banderas rusas.

Para Viviane Ogou, investigadora júnior en el Cidob analizando las relaciones UE-África, «Rusia aprovecha en su propaganda una base de verdad, y es que en la situación de caos y pobreza que viven estos países africanos, Occidente tiene buena parte de la responsabilidad». Aun así, Ogou recuerda que en el emergente sentimiento antifrancés que se respira en la región, más que la propaganda rusa, ha tenido mayor influencia la propaganda de los diversos grupos yihadistas. «Insurgencia yihadista contra la que Francia ha actuado militarmente en la región y ha fracasado en su erradicación», recuerda la joven investigadora. Komenan, que ha escrito ampliamente sobre las intervenciones militares en África, recuerda que «el Ejército francés lleva más de una década desplegado sobre la región en lucha antiterrorista y que no se han dado resultados tangibles». Ya que si en 2013 la actividad yihadista se centraba en Malí, en la actualidad la actividad de diversas ramas del Estado Islámico y Al-Qaeda se ha expandido hacia Nigeria, Burkina Faso o Camerún. Ante este escenario de fracaso militar, Komenan apunta a dos preguntas que surgen entre la población local y que aumentan el sentimiento de desconfianza hacia la antigua metrópoli: «A muchos les surge la duda legítima de si realmente las tropas francesas actúan en la zona para erradicar el yihadismo o tienen otros intereses; por otra parte, muchos también se preguntan si aliados militares como Rusia, que ha demostrado mayor eficacia en la lucha contra Estado Islámico en Siria, no serían más eficaces en la tarea de erradicar la amenaza terrorista». «A muchos les surge la duda de si realmente las tropas francesas actúan para erradicar el yihadismo o tienen otros intereses» Pese a que Macron ha intentado distanciarse del pasado colonial de su país, ha tenido desde el principio de su presidencia diversas declaraciones polémicas respecto al contiente africano. En su primer año de mandato en el Elíseo, en la cumbre del G-20 de julio de 2017, se refirió a los problemas que afronta África como de origen «civilizacional» y a la inestabilidad continua del continente como resultado de la alta natalidad de las mujeres. En noviembre de ese mismo año, durante una visita a Burkina Faso, el entonces presidente burkinés, Roch Marc Christian Kaboré, abandonó la rueda de prensa entre comentarios humillantes de Macron por el mal estado de la red eléctrica de su país.

De hecho, distintos periodistas franceses apuntan a que la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) avisó al Elíseo de la preparación del golpe de Estado en Níger, y aconsejó a Macron que movilizase sus fuerzas especiales en el palacio presidencial. El presidente se negó, porque temía que este movimiento fuese visto por la población local como una acción de carácter neocolonial. Estos periodistas especulan sobre la posibilidad de que esta información haya sido filtrada por miembros de la propia DGSE al diario Le Figaro, como reacción a la reprimenda pública que Macron lanzó a su propio servicio de inteligencia por no haber previsto el golpe militar.

Lo que es seguro es que, tras perder en gran medida el control político de la región, el Ejecutivo galo se ha visto obligado a evacuar a la población francesa de Níger. Mientras tanto, muchos analistas se preguntan si París podría apoyar directa o indirectamente una intervención militar de la Cedeao contra la junta golpista de Níger, el último país en revolverse frente a la influencia francesa y occidental. «El problema no es reaccionar frente a los golpes: lo que deben preguntarse Francia, Occidente y las principales organizaciones regionales e internacionales es por qué se dan tantos golpes de Estado en África Occidental», concluye Komenan.

*Jose Manuel Castillo Manteca es Periodista y politólogo. Investigador predoctoral en la UCM en CC. Políticas y Relaciones Internacionales.

Artículo publicado originalmente en El Confidncial Foto de portada: Protestas contra Francia en Malí.