África Crisis Climática

Las economías ricas eluden los llamados africanos a un tratado fiscal global

Por PIA Global-
Con una serie de anuncios y un «consenso completo» para reformar el sistema financiero mundial, concluyó la cumbre climática de París.

Sin la esperada revolución para acomodar plenamente la lucha contra la crisis climática y sin comprometer la reducción de la pobreza. Al término de dos días de debates ante unos 40 mandatarios, entre ellos los de Brasil, Colombia y Cuba, y países africanos, el Presidente francés Emmanuel Macron “se felicitó” de lograr un «consenso completo» para volver el sistema financiero mundial «más eficaz» y «más equitativo».

Pero más allá del discurso, los pocos resultados concretos del evento celebrado en la antigua sede de la Bolsa en París, el Palacio de Brongniart, vinieron sobre todo de la mano de grupos de países o coaliciones de países.

Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, España y Barbados, entre otros países, acordaron con el Banco Mundial (BM) y otros organismos un sistema para suspender la devolución de la deuda en caso de catástrofes naturales. Este era un reclamo de la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, quien, en una entrevista con AFP, celebró que «todo el mundo» aceptara este principio y llamó a «trabajar juntos» porque «solo» existe «este planeta» para vivir.

Entre los avances citados por Macron figura un acuerdo de varios países acreedores para reestructurar la deuda de Zambia o el objetivo alcanzado de reasignar a los países pobres 100.000 millones de dólares de derechos especiales de giro, prometidos en 2021. Y subrayó que la promesa de 2009 de desbloquear otros 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 para ayudar a los países pobres a enfrentar el cambio climático se cumplirá este año, con retraso.

Pero, sin embargo, la red de oenegés Climate Action Network (CAN) criticó la cumbre por «hacer algo nuevo de algo viejo» y lamentó la idea de una posible suspensión de los reembolsos «en lugar de una cancelación completa de la deuda». «La cuestión climática se convirtió en una broma», clamó por su parte dentro de la cumbre el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, denunciando la falta de una «gobernanza mundial» para cumplir los acuerdos sobre clima. Los llamados países del Sur abogan por modernizar el rol de las instituciones multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para orientarlas a la lucha contra el cambio climático, el combate contra la pobreza, el desarrollo humano y la protección de la biodiversidad.

Pero la confianza es escasa entre los Estados más vulnerables, agrupados en el llamado grupo V20 (compuesto de 58 países), tras una serie de promesas incumplidas por parte de las naciones más desarrolladas. «La crisis climática implica un gran plan Marshall global de inversiones», basado en gravar las transacciones financieras y en «cambiar deuda por acción climática», lanzó el jueves el presidente colombiano, Gustavo Petro. Pero Macron no citó la tasa a las transacciones financieras en su lista de avances de la cumbre, ni tampoco el gravamen a las emisiones de carbono del transporte marítimo que Francia buscaba impulsar.

África se plantó en la Cumbre

El presidente de Kenia gana el papel protagónico después de liderar las demandas regionales para transformar el sistema financiero internacional.

Frustrados por la falta de progreso en los esquemas de alivio de la deuda y el lanzamiento de un impuesto administrado por la ONU para compensar a los países por ‘pérdidas y daños’ causados ​​por el cambio climático, los líderes africanos exigieron reformas más rápidas y radicales en la Cumbre por un Nuevo Mundo Financiero.

A fines del año pasado, los gobiernos africanos encabezaron un grupo de estados en la Asamblea General de la ONU para iniciar las negociaciones sobre un impuesto global. Pero esos esfuerzos fueron dejados de lado en París.

En cambio, los líderes occidentales acordaron crear un ‘grupo de trabajo para examinar posibles nuevos recursos financieros a través de impuestos’ apartando las negociaciones de la ONU.

Una de las voces más fuertes en la cumbre fue la del presidente de Kenia, William Ruto, quien pidió que el FMI y el Banco Mundial fueran reemplazados como los principales prestamistas mundiales. Como las instituciones de Bretton Woods se crearon en una conferencia de tres semanas, sus reemplazos podrían diseñarse durante el mismo período, argumentó.

Ruto también propuso una línea de crédito global anual de US$500.000 millones para refinanciar la deuda oficial que vence para las economías en dificultades en nuevos préstamos a largo plazo con un vencimiento de 50 años y un período de gracia de 10 a 20 años.

‘Necesitamos una nueva arquitectura financiera donde la gobernabilidad, donde el poder no esté en manos de unas pocas personas’, dijo Ruto. En los últimos meses, Ruto se ha esforzado en varios temas internacionales, incluido el financiamiento climático y la reforma del sistema financiero internacional.

Los líderes también respaldaron los planes para pausar los pagos de la deuda durante un mínimo de dos años y una opción de «nueva respuesta rápida» para reutilizar las facilidades crediticias cuando un país se ve afectado por un desastre relacionado con el clima.

También pidieron a los países más ricos que reasignen el 40% de sus derechos especiales de giro (DEG, la moneda de reserva emitida por el FMI) a sus contrapartes más pobres, frente al objetivo anterior del 30%.

El comunicado de la cumbre se refirió a una hoja de ruta para ayudar a los países ‘endeudados’, pero esto incluía poco de los prestamistas multilaterales para acelerar las negociaciones de reestructuración de la deuda u ofrecer términos más flexibles.

En los márgenes, Senegal, con el apoyo del ‘Grupo de Socios Internacionales’, que incluye a Francia, Alemania, la UE, el Reino Unido y Canadá, se convirtió en el segundo país africano, después de Sudáfrica, en lanzar una Asociación de Transición Energética Justa (JETP) para aumentar su producción de energía renovable al 40% para 2030, con una financiación adicional de 2.500 millones de euros.