El trabajo de las mujeres aún pasa desapercibido. Sus manos invisibles proporcionan el 75 % del trabajo de cuidados no remunerado del mundo, lo que contribuye significativamente a la economía mundial. Debido a que involucra el cuidado de niños, ancianos y enfermos, el trabajo de las mujeres es crucial para el funcionamiento de las sociedades. Sin embargo, este trabajo no solo no se contabiliza estadísticamente, sino que también tiene un costo de oportunidad. De hecho, el trabajo de cuidados no remunerado aleja aún más a las mujeres de la creación de riqueza y la participación activa en el mercado laboral.
El informe de ONU Mujeres de 2022 sobre Palancas de cambio revela que las mujeres y las niñas han sufrido de manera desproporcionada los impactos socioeconómicos de la COVID-19: pérdida de empleo, reducción de las horas de trabajo, aumento del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, impacto en la salud física y mental. La idea de que las mujeres tienen el control de sus propias vidas y logran conciliar la vida familiar y profesional continúa obstaculizando la igualdad de género, observándose importantes desigualdades de género en las áreas de finanzas personales y empoderamiento económico.
Antes de la pandemia, las mujeres ya enfrentaban importantes obstáculos para la participación económica, incluso en las áreas de servicios financieros, acceso digital y derechos socioeconómicos básicos. Hoy, vemos que los avances anteriores hacia el empoderamiento y la igualdad de género ya se han revertido.
Impulsar el PIB mundial
En África, el coste de oportunidad de la exclusión económica de las mujeres ronda los 60.000 millones de dólares (56.000 millones de euros) al año, según la secretaria general adjunta de la ONU y asesora especial para África, Cristina Duarte. Según el Instituto Global McKinsey, cerrar la brecha de género en la fuerza laboral podría agregar $ 28 billones al PIB mundial.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) informa que la igualdad de género en la agricultura, por ejemplo, puede aumentar los rendimientos entre un 20 y un 30 %, aumentar la producción agrícola entre un 2,5 y un 4 % y reducir el número de personas hambrientas entre un 12 y un 30 %. 17% para 2025. Empoderar a las mujeres para que participen de manera más efectiva en la agricultura también mejoraría el bienestar de sus hijos, lo que generaría capital humano para las generaciones futuras. El desarrollo del capital humano debe ser considerado como una causa principal, tanto por los Estados como por el sector privado. Desempeña un papel fundamental en la estimulación del crecimiento económico sostenido.
Hay pruebas de que cuanto más tiempo permanezcan las niñas en la escuela, menor será la tasa de matrimonio infantil y mejor será la planificación familiar y la salud materna. El acceso equitativo a la educación permite que las mujeres y las niñas obtengan trabajos profesionales y técnicos y asuman posiciones de liderazgo. Se ha demostrado que aumentar las oportunidades de empleo y liderazgo para las mujeres profesionales aumenta a su vez la eficiencia, la productividad y el crecimiento de la organización. Invertir en servicios financieros inclusivos permite a las mujeres tener un mejor acceso a cuentas bancarias, lo que mejora su potencial para obtener ingresos y su capacidad para realizar inversiones más inteligentes, lo que se correlaciona directamente con un mayor PIB.
Acceso a los mercados públicos
Del mismo modo, invertir en servicios digitales para mujeres y niñas, incluida la infraestructura digital, las plataformas digitales, la capacitación en habilidades digitales y el espíritu empresarial digital, derribará las barreras que les impiden aprovechar todos los beneficios del desarrollo digital. Internet y los teléfonos móviles abren posibilidades de inclusión financiera y aumentan el acceso a oportunidades laborales. Cuando las mujeres tienen acceso a las tecnologías digitales, es más probable que trabajen en puestos profesionales y técnicos. Entonces dedican menos tiempo al cuidado no remunerado.
El reconocimiento de los derechos socioeconómicos sigue siendo crucial para mejorar el empoderamiento económico de las mujeres, y aunque la Agenda 2063 de la Unión Africana exige que al menos el 25 % de los contratos públicos se otorguen a empresas propiedad de mujeres, en la actualidad, las empresas propiedad de mujeres reciben menos de 1% de los contratos. Por lo tanto, fomente la compra directa de empresas propiedad de mujeres, adopte políticas que aborden específicamente las barreras clave: mejorar el acceso de las mujeres a lo digital, aumentar el empleo de las mujeres, ofrecer prácticas laborales flexibles, apoyar el cuidado infantil y familiar, establecer servicios de salud materna y neonatal y garantizar su implementación. contribuirá a la respuesta a la crisis y dejará un impacto duradero.
Estas recomendaciones se basan en el hecho de que la igualdad de género tiene como objetivo levantar e impulsar las economías africanas en un mercado global del siglo XXI en constante expansión y que, por el contrario, las ganancias económicas significativas, como el aumento del PIB, la alta productividad y el aumento del liderazgo empresarial refuerzan el imperativo de igualdad de género. Es imperativo que nuestros líderes reconozcan la interconexión de estos temas para enfrentar la inflación, el aumento de la deuda y las repercusiones económicas de las múltiples crisis que han afectado al continente en los últimos años.
En África, cambiar la narrativa para abordar la devastación económica dejada en parte por múltiples y superpuestas crisis requiere que las naciones y el sector privado se adapten a la realidad de la vida de las mujeres y aprovechen todo su potencial para convertirse en poderosos agentes de cambio que puedan dar forma a la respuesta a la crisis. El futuro del trabajo requiere agilidad e inclusión. Eliminar las barreras a nivel social brindará nuevas oportunidades para el empoderamiento económico de las mujeres, empoderamiento que es sinónimo de flexibilidad, elección, autonomía y, en última instancia, bienestar.
*Awa Ndiaye Seck es Representante Especial de ONU Mujeres ante la Comisión de la Unión Africana y la Comisión Económica para África
Artículo publicado originalmente en Jeune Afriqué
Foto de portada: 8M dibujo de una mujer africana