Actualmente Turquía cuenta con una presencia importante en el continente africano ya que en las sucesivas estrategias exteriores ha sido marcada como zona estratégica. Erdogan ha sido el presidente no africano que más veces ha visitado África y actualmente se ha planeado una nueva gira el 17 de octubre en los países de Nigeria, Togo y Angola.
La actuación de Turquía en el continente africano se puede observar a nivel regional ya que Turquía se adapta a las condiciones que se encuentra. En este artículo nos centraremos en la región del Sahel y la estrategia que ha desplegado Turquía en dicha región. A pesar de que la participación de Turquía no es tan amplia como en el Cuerno de África, el Gobierno de Ankara presta especial atención a lo que ocurre en el Sahel y África occidental y ya ha empezado a movilizarse para aumentar su presencia en ambas regiones. El gobierno de Ankara busca desplegar estrategias para establecer relaciones sólidas con los países sahelinos y convertirse en un actor clave en la región. No obstante, al mismo tiempo esta se cuenta con una importante cantidad de actores extranjeros que ya se han asentado, lo cual limita su margen de maniobra.
Para empezar, es necesario hablar de las características del Sahel con respecto a las potencias que operan en él. La región sahelina está considerada como una región de alto valor estratégico tanto a nivel geopolítico y de recursos. Por este motivo, tanto las grandes potencias como las medianas han desplegado sus propias estrategias para ganar influencia en el Sahel. Turquía también lo ha hecho, pero debe tener en cuenta la presencia de competidores como Francia o Egipto, ambos han puesto impedimentos a la expansión turca. Ambos competidores cuentan con ventajas estratégicas con respecto a Turquía como los lazos históricos, culturales y geográficos.
No obstante, la falta de vínculos históricos puede convertirse en una ventaja en determinadas circunstancias. La región africana está sufriendo cambios importantes y Francia se encuentra en un momento delicado en sus relaciones con los países sahelinos, lo que representa una oportunidad importante para la expansión turca. En este punto, Turquía posee la ventaja de que no tiene un pasado tan marcado y cargado de polémica que Francia. Este es un punto que el presidente Erdogan ha explotado mucho, tratando de capitalizar el descontento de los países africanos con sus respectivas excolonias y hacía especial énfasis en las diferencias entre la política turca y la francesa a la que calificaba de neocoloniales.
Al mismo tiempo no hay que olvidarse que Turquía y Francia poseen una relación tensa que se ha manifestado en los últimos años en forma de enfrentamientos políticos y diplomáticos. El hecho de que Turquía se expanda por la región sahelina al mismo tiempo que Francia se repliega podría dar lugar a un repunte de tensión entre ambos países. Al mismo tiempo que es una estrategia arriesgada puede ser muy beneficiosa, si Turquía logra una influencia sólida en el Sahel le reportará muchos beneficios estratégicos frente a sus competidores en otras regiones.
En el caso del Sahel, Turquía optó por una estrategia de poder de blando para comenzar a ganarse la confianza de los países sahelinos. Hasta el momento las actividades turcas en el Sahel se centraban en la ayuda al desarrollo, proyectos culturales, asistencia en momentos de emergencia y acuerdos comerciales. Los acuerdos comerciales han cobrado capital importancia en los dos últimos años ya que la devaluación de la lira turca y las sanciones han hecho que el Gobierno de Erdogan se lance a buscar mercados nuevos. La ayuda al desarrollo y la ayuda humanitaria son anunciadas por todo lo alto por parte del Gobierno de Ankara. Durante la pandemia de COVID-19, Turquía envió ayuda sanitaria a varios países entre los que se encuentran Niger y Chad a los que les dono un total de 50.000 mascarillas quirúrgicas, 30.000 mascarillas N95 y 2.000 gafas protectoras.
Las embajadas no comenzaron a abrirse hasta el año 2010 en Bamako (2010), Ouagadougou (2012) y Niamey (2012).
Al mismo tiempo la compañía aérea Turkish Airlines tiene presencia en Sudán, Mali, Senegal, Burkina Faso y Níger. A la hora de comenzar una estrategia de expansión por el Sahel, las potencias normalmente comienzan desde un país específico del que hacen su bastión en la región, en este caso Turquía ha escogido Níger como punto clave en el que ha hecho cuantiosas inversiones en desarrollo e infraestructura “En el primer semestre de 2019, Turquía invirtió 39 millones de dólares, mientras que el año anterior, su inversión fue de 49 millones.”. Además, se apunta a que Níger sería el mayor candidato para albergar una base militar.
Uno de los puntos comunes que unen es el islam, por este motivo Turquía comenzó a edificar mezquitas. Esta estrategia responde a una necesidad de sentar las bases para expandir su influencia al mismo tiempo que no alarma excesivamente a potencias del continente africano con las que posee rivalidad. La religiosidad está considerada como un arma de poder blando y una forma eficaz de ganarse tanto al Gobierno nacional como a las comunidades locales.
Turquía suele no interferir en los asuntos internos del país como son la calidad democrática o los derechos humanos. El 9 de septiembre de 2020, el ministro de exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, realizó una gira por África en la que se encontraban Mali y Burkina Faso. El ministro declaro el apoyo de Turquía al proceso de transición que está viviendo Mali, pero sin hacer referencia a un desenlace necesariamente democrático.
Turquía presta apoyo a países africanos que no pertenecen a la región sahelina como es el caso de Somalia y más recientemente al Gobierno etíope. En el caso de Somalia, el Gobierno de Erdogan comenzó con ayuda humanitaria, de desarrollo y mediación, que ha seguido manteniendo, lo que le valió para ganarse el favor del Gobierno de Mogadiscio para proyectos posteriores como una base militar. No sería muy difícil pensar que Turquía seguirá una estrategia similar en el Sahel y de hecho comienza a dar los primeros signos de que así será.
El Gobierno de Erdogan posee buenas relaciones con los Gobiernos sahelinos por todos los mecanismos de poder blando puestos en marcha. Esto quedó contrastado en 2016 con el fallido golpe de Estado en Turquía, tras el fracaso de la toma de poder por parte de sectores descontentos el Gobierno de Erdogan acusó directamente a Fetullah Gullen de estar detrás de ello y comenzó a perseguirle a él y sus seguidores. Para llevar a cabo esta tarea el Gobierno de Erdogan utilizó todas sus influencias disponibles, en el caso del Sahel, el ministro de educación de Mali autorizó a Turquía a tomar el control de 18 escuelas gullenistas. Al mismo tiempo Senegal se comprometía a cerrar 18 escuelas en el país pertenecientes al clérigo. Como resultado el Gobierno de Ankara daba importantes recompensas como construir escuelas y promoción en la educación. A medida que las bases de buena relación se van estableciendo Turquía incorpora el poder blando a las relaciones bilaterales con los países sahelinos. En el año 2020, se firmaba un acuerdo de defensa con Niamey, con el que tenía relaciones de poder blando previas. Esto hizo saltar las alarmas entre los competidores de Turquía ya que se trata de un paso más atrevido y por el valor estratégico de Níger como enclave geopolítico. Ese mismo año, Emiratos Árabes Unidos acusó directamente a Turquía de estar armando a militantes islamistas con el objetivo de tomar los recursos naturales y expandir el islamismo radical. Turquía ya había colaborado militarmente con organizaciones regionales como el G5 Sahel al que en el año 2018 dono cinco millones de dólares. Durante la reunión con los países sahelino el presidente turco declaró “Turquía es uno de los países que mejor comprende los peligros a los que se enfrenta en el Sahel. Por lo tanto, hemos decidido donar $ 5 millones para ayudar a la fuerza del G5 Sahel”. En ese mismo año, Turquía comenzó a entrenar a oficiales del Ejército maliense y proporcionar armas para la lucha contra los distintos grupos armados que operan en el país. En 2017, el Gobierno de Erdogan se comprometió con el Gobierno de Nigeria a limitar, en la medida de lo posible, los flujos de armamento que le llegasen a Boko Haram.
Hasta el momento Turquía ha mantenido un perfil bajo en relación al terreno militar sahelino, pero no es su estrategia general para el continente ya que podemos encontrar los ejemplos de Libia y Somalia en los que ha jugado un papel fundamental en la situación de los países. Sin embargo, quedan constancia de las buenas relaciones de Turquía con los países de la región y las intenciones que estos tienen. En abril de 2021, una delegación del G5 Sahel siendo la primera visita de esta clase. Durante la vista los delegados de la organización visitaron las principales industrias militares turcas y los activos ofrecidos por estas empresas fueron calificados como “numerosos”.
La industria militar turca ha alcanzado un importante renombre en los últimos años y algunas de sus empresas están llamadas a tener una gran importancia a nivel mundial. Los países sahelinos se enfrentan a numerosas amenazas internas y serían un mercado potencial muy importante. Por parte de Turquía no habría ningún impedimento para proporcionar armamento, entrenamiento y efectivos, ya lo ha hecho anteriormente en Somalia y Libia.
Turquía ha emprendido su camino para ser una potencia regional independiente y para ello necesita expandir su influencia todo lo que le sea posible. El continente africano ofrece grandes oportunidades de expansión y Turquía ha adaptado su estrategia en función de las características de las regiones en las que le interesa tener presencia. En la región del Sahel ha tenido que comenzar prácticamente desde 0 al contrario que otras potencias presentes en la región lo que le ha supuesto una ventaja y una desventaja al mismo tiempo. En un principio Turquía se decantó por una estrategia de poder blando que ha sido muy eficaz. A partir de que estaban sentadas las bases de una buena relación el gobierno de Erdogan ha comenzado a desplegar las capacidades militares turcas para ofrecérselas a los países sahelinos. Este cambio de estrategia ha despertado las preocupaciones de los competidores de Turquía como Egipto.
La estrategia se encuentra actualmente en proceso de expansión y el presidente Erdogan ha viajado al continente africano para expandir la cooperación de defensa con países de fuera del Sahel. Es cuestión de tiempo de que el Gobierno de Ankara profundice las relaciones con los países sahelinos hasta llegar a una cooperación armamentística.
Al mismo tiempo no podemos olvidarnos de la que se ha convertido en la joya de la corona de la cooperación armamentística turca, los drones. En los últimos dos años varios países africanos han adquirido drones turcos y varios han mostrado interés en su adquisición. En lo referente al Sahel podemos ver países como Chad que recientemente ha visitado Ankara donde se han firmado varios acuerdos de cooperación militar. Los drones han cosechado un éxito importante a lo largo de los años y se han convertido en un arma de poder duro que Turquía utiliza tanto como puede.
Turquía se a convertido en un actor regional clave y para afianzar su presencia no debía olvidarse del Sahel. Por este motivo ha desplegado una estrategia que comenzó con tácticas de poder blando para pasar posteriormente a cooperación militar y económica que son calificadas como poder duro. Esta forma de proceder a alarmado a las potencias competidoras de Turquía que han tratado de bloquearle el paso. Sin embargo, la región sahelina posee un gran dinamismo y este año se han abierto ventanas de oportunidad que el Gobierno de Ankara no ha tardado en aprovechar.
*Andrea Chamorro es estudiante de Ciencia política en la USAL. Especializada en Geopolítica, Relaciones y Terrorismo.
Artículo publicado en Descifrando la Guerra, editado por el equipo de PIA Global