Multipolaridad

Vale la pena leer el Manifiesto Revolucionario Global de Putin para entender la gran estrategia rusa

Por Andrew Korybko*-
La Rusia postsoviética nunca se lo propuso, pero ahora está siguiendo los pasos revolucionarios globales de su predecesor comunista, lo que habla de una intrigante tendencia relacionada con el papel histórico de este estado civilizado en las Relaciones Internacionales.

El presidente Putin compartió el miércoles su manifiesto revolucionario global durante su intervención en la sesión plenaria del foro “Ideas fuertes para un nuevo tiempo“. El líder ruso denunció la injusticia de los mil millones de oro que han dominado las relaciones internacionales hasta ahora, pero predijo con seguridad que su hegemonía unipolar está declinando irreversiblemente tras el inicio de la actual operación militar especial de su país en Ucrania. Ese orden mundial racista y neocolonial, como lo describió acertadamente, se está convirtiendo rápidamente en una reliquia del pasado, ya que los estados genuinamente soberanos se están levantando para aplastar el sistema supranacional de la élite occidental de controlar otros países por delegación.

El resultado emergente, dijo el Presidente Putin, es que África, Asia y especialmente la India ya no serán robadas como lo fueron durante siglos. También se hizo eco de la conclusión del ministro de Asuntos Exteriores, Lavrov, a finales del mes pasado, de que Occidente teme a los países que, como el suyo, defienden su soberanía, ya que ello les permite proteger sus modelos nacionales de desarrollo, incluso en las esferas sociocultural, económica y política. El dirigente ruso terminó la parte correspondiente de su discurso señalando que “sin duda, una sociedad civil responsable, activa y con mentalidad nacional y orientación nacional es el componente más importante de la soberanía”, que es el noble objetivo que persigue su país.

Todo esto es crucial para tener en cuenta, ya que refleja la evolución de la gran estrategia de Rusia a la luz de las condiciones internacionales dramáticamente cambiadas provocadas por la operación militar especial en Ucrania que se vio obligada a iniciar para defender la integridad de sus líneas rojas de seguridad nacional. Reconociendo lo contraproducente que ha sido la respuesta de Occidente liderada por Estados Unidos contra su país con respecto a sus propios intereses objetivos, el presidente Putin parece haber decidido que ahora es el momento perfecto para asestar un golpe mortal a su élite supranacional con el fin de liberar finalmente al resto del mundo de su yugo.

Hasta ahora, China había asumido de manera informal este papel, aunque de manera indirecta y a través de medios puramente económicos relacionados con su serie de megaproyectos mundiales de la Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI), pero ahora Rusia está yendo aún más lejos después de haberse visto literalmente obligada a hacerlo para mantener de manera sostenible la integridad de sus líneas rojas de seguridad nacional. Nada menos que revolucionar de verdad las relaciones internacionales haciéndolas genuinamente multipolares será suficiente para garantizar sus intereses objetivos. Mientras que China avanzaba gradualmente en este sentido a través de la BRI, que por defecto ponía ciertos límites a la rapidez y el alcance que podía alcanzar, Rusia está empleando un conjunto de herramientas híbridas compuestas por medios económicos, militares y políticos.

La Rusia postsoviética nunca se lo propuso, pero ahora está siguiendo los pasos revolucionarios globales de su predecesor comunista, lo que habla de una intrigante tendencia relacionada con el papel histórico de este estado civilizado en las relaciones internacionales. En virtud de su gran tamaño, su población cosmopolita (que la dota de una creatividad ilimitada) y su defensa constante de la soberanía estatal, Rusia siempre ha estado a la vanguardia de la configuración de las tendencias mundiales, lo que a menudo ha dado lugar a que se esfuerce por reformar el sistema mundial para hacerlo más equitativo y justo. Tal es la situación actual, en la que Rusia ha vuelto a convertirse en la principal fuerza revolucionaria del mundo.

*Andrew Korybko, analista político estadounidense.

Artículo publicado en One World.

Dejar Comentario