Sin embargo, apenas unos días después de que se anunciara una tregua arancelaria de 90 días, Washington volvió a elevar la temperatura del conflicto con una nueva prohibición global contra los chips Ascend AI de Huawei, el gigante tecnológico chino.
Esta medida, justificada por supuestas violaciones en controles de exportación y preocupaciones de seguridad nacional, evidencia que la verdadera batalla se ha trasladado al campo tecnológico, particularmente al sector de semiconductores y la inteligencia artificial.
La reacción de Beijing no se hizo esperar. A través de Lin Jian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, China acusó a Estados Unidos de ejercer una “jurisdicción de brazo largo” y de “bloquear y suprimir maliciosamente los productos de chips chinos y la industria de la IA sin justificación alguna”.
El gobierno chino instó a Washington a detener sus “prácticas proteccionistas y unilaterales de intimidación” y cesar la “represión infundada de las empresas tecnológicas chinas”.
Este nuevo episodio de tensiones revela que, si bien puede haber pausas temporales en la imposición de aranceles, la rivalidad estratégica entre ambas potencias ha entrado en una fase más profunda y compleja. Ya no se trata solo de equilibrar balanzas comerciales, sino de determinar quién dominará las tecnologías del futuro y, por ende, la economía global del siglo XXI.

Más allá de los aranceles: la batalla por la supremacía tecnológica
La decisión de la administración Trump de prohibir los chips de Huawei, cruciales para el desarrollo de semiconductores avanzados e inteligencia artificial en China, representa un cambio significativo en la estrategia estadounidense.
En lugar de limitar el conflicto al ámbito arancelario, Washington está ampliando deliberadamente el campo de batalla hacia sectores tecnológicos donde China ha realizado avances notables en los últimos años.
Expertos como Zhao Minghao, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Fudan en Shanghái, consideran que esta represión contra Huawei es especialmente significativa porque refleja la creciente preocupación de Washington ante el progreso tecnológico chino.
“Su objetivo es excluir a Huawei del ecosistema global de semiconductores, siguiendo la línea de los esfuerzos realizados durante el primer mandato de Trump para frenar la influencia de Huawei en la industria global 5G mediante la llamada iniciativa de Red Limpia”, explica.
Este enfoque más agresivo hacia las empresas tecnológicas chinas muestra que la administración estadounidense ha identificado la tecnología como el verdadero campo de batalla en su competencia con China.
Los chips avanzados y la inteligencia artificial son considerados activos estratégicos fundamentales para la seguridad nacional y la competitividad económica futura, y Estados Unidos parece decidido a mantener su ventaja en estos sectores.
Por su parte, Xiao Qian, vicedecano del Instituto de Gobernanza Internacional de la IA de la Universidad de Tsinghua en Pekín, sostiene que las medidas estadounidenses tienen un doble propósito: promover su propia innovación y desarrollo en IA mientras intentan frenar el avance chino.
“Hay un fuerte temor en Estados Unidos de que China se esté poniendo al día. El momento DeepSeek puso aún más nervioso a Estados Unidos”, afirma.
Xiao añade que, contrariamente a lo que algunos podrían esperar, estas tensiones no disminuirán incluso si mejoran las relaciones diplomáticas entre ambos países. “En el pasado, la gente podría haber imaginado que de alguna manera las cosas mejorarían cuando las relaciones entre Estados Unidos y China se normalizaran.
Pero eso no va a suceder. La administración Trump ha hecho que su objetivo sea más obvio: competir directamente con Huawei e impedir su desarrollo”.

La estrategia china: resistencia y autosuficiencia
Frente a esta ofensiva tecnológica estadounidense, China no se ha limitado a adoptar una postura defensiva. Según diversos analistas, Pekín está ahora mejor preparado para hacer frente a las restricciones impuestas por Washington y ha desarrollado una estrategia multifacética que combina contramedidas específicas con un impulso decidido hacia la autosuficiencia tecnológica.
John Gong, profesor de la Universidad de Negocios y Economía Internacional de Pekín, considera que China mantendrá una posición firme y no dudará en contraatacar. “No creo que Estados Unidos pueda bloquear completamente a Huawei, pero estas disputas y luchas se convertirán en una nueva normalidad en el futuro”, señala.
“El enfoque de China es claro: resistencia y autosuficiencia. En este momento, todas las políticas que implementa China se centran en la autosuficiencia, asegurando que nada pueda ser utilizado como palanca en su contra”.
Esta estrategia de autosuficiencia no es nueva, pero se ha intensificado considerablemente en los últimos años. El presidente Xi Jinping ha promovido sistemáticamente lo que denomina “espíritu de lucha” para proteger la soberanía y los intereses de desarrollo de China frente a lo que considera como intentos de dominación estadounidense.
Una de las principales armas de China en esta batalla son los minerales críticos, esenciales para tecnologías avanzadas que van desde vehículos eléctricos hasta aviones de combate. Más del 90% de estos minerales se procesan en China, lo que otorga a Pekín una significativa capacidad de influencia.
Como respuesta a los aranceles del “Día de la Liberación” impuestos por Trump, China estableció restricciones a la exportación de siete metales e imanes de tierras raras, exigiendo licencias especiales para su envío fuera del país.
Aunque China anunció una pausa de 90 días en sus restricciones a la exportación dirigidas a 28 empresas estadounidenses a partir del 14 de mayo, no está claro si se levantarán las limitaciones específicas sobre tierras raras.
The Wall Street Journal informó, citando fuentes de un fabricante chino de imanes, que algunas empresas habían recibido una o dos licencias de exportación y se esperaban más en las semanas siguientes, lo que sugiere una posible flexibilización selectiva.
Paralelamente, el gobierno chino ha lanzado una ofensiva nacional contra el contrabando de minerales estratégicos, con el objetivo declarado de “evitar que los minerales críticos estratégicos salgan ilegalmente del país y proteger la estabilidad de las cadenas de suministro industriales”.
Esta iniciativa involucra a múltiples agencias gubernamentales, incluyendo las encargadas del comercio, seguridad pública, inteligencia, aduanas y servicios postales, así como al tribunal supremo de China.
El marco legal como herramienta estratégica
China también ha estado desarrollando un sofisticado marco legal para responder a lo que considera medidas extraterritoriales abusivas por parte de Estados Unidos. Según Zhao Minghao, Pekín ha estado trabajando en un “conjunto de herramientas de contramedidas” que incluye una lista de entidades poco fiables para restringir el comercio con ciertas empresas, así como la implementación de nuevas leyes de control de exportaciones y sanciones contra entidades extranjeras.
La ley de sanciones contra extranjeros, promulgada en 2021, y las directrices publicadas en marzo de este año permiten a China tomar “todas las contramedidas necesarias” cuando considera que sus intereses de soberanía, seguridad y desarrollo se ven amenazados. Estas medidas pueden abarcar desde controles tecnológicos y comerciales hasta restricciones a los flujos de datos hacia entidades extranjeras.
“Si bien este marco legal aún está evolucionando, representa el creciente arsenal de medidas defensivas de Pekín”, señala Zhao, destacando cómo China está construyendo sistemáticamente los mecanismos institucionales para proteger sus intereses en un entorno internacional cada vez más hostil.

La batalla por las cadenas de suministro regionales
La guerra económica entre Estados Unidos y China ha trascendido las relaciones bilaterales para convertirse en una competencia por la influencia en terceros países, especialmente en el sudeste asiático.
Días antes de las conversaciones de Ginebra, una delegación de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China, un organismo del Congreso estadounidense centrado en las implicaciones de seguridad nacional de las relaciones comerciales bilaterales, visitó Vietnam y Camboya, dos importantes centros de transbordo de productos chinos.
Estos países están actualmente en negociaciones con Estados Unidos después de que Trump amenazara con imponerles aranceles “recíprocos” del 45% y el 49%, respectivamente. Washington sostiene que estas naciones se han convertido en rutas para eludir las restricciones comerciales impuestas directamente a China.
Pekín, consciente de estos movimientos, ha advertido a estos y otros países contra la posibilidad de hacer acuerdos comerciales con Estados Unidos que puedan comprometer los intereses chinos. Como ejemplo, criticó duramente un reciente acuerdo comercial entre Estados Unidos y Gran Bretaña, afirmando que atacaba injustamente los intereses chinos y violaba las normas internacionales del comercio.
Según Zhao Minghao, los países vecinos de China se han convertido en “un nuevo campo de batalla” en la rivalidad entre las dos potencias. “Estados Unidos puede instar a estas naciones a restringir los bienes e inversiones chinos, haciendo que las negociaciones con terceros sean un aspecto clave de la disputa comercial bilateral”, explica. “Este factor de terceros influirá significativamente en la próxima fase de las discusiones comerciales entre Estados Unidos y China”.
Esta nueva dimensión de la competencia explica los intensificados esfuerzos diplomáticos de China en la región. La reciente visita del presidente Xi Jinping a Vietnam, Camboya y Malasia, tras una conferencia del Partido Comunista centrada específicamente en la diplomacia de vecindad, ilustra la importancia que Pekín otorga a mantener su influencia en estos países estratégicos.
“China también está utilizando múltiples canales para aumentar su influencia en los países relevantes”, señala Zhao, sugiriendo que Pekín está desplegando una amplia gama de herramientas diplomáticas, económicas y culturales para contrarrestar los intentos estadounidenses de aislarla regionalmente.

¿Una tregua frágil con futuro incierto?
Aunque la reciente tregua arancelaria representa una desescalada temporal, los expertos dudan de que pueda mantenerse a largo plazo. Ambas potencias enfrentan desafíos internos “sustanciales” que podrían complicar cualquier acuerdo duradero.
China sigue concentrada en impulsar su recuperación económica mientras evalúa las demandas estadounidenses, que incluyen la compra de grandes volúmenes de productos norteamericanos y el aumento de inversiones chinas en Estados Unidos.
Por su parte, Washington debe lidiar con una creciente polarización política, preocupaciones persistentes sobre la inflación y un mercado financiero volátil, todo ello en el contexto de las próximas elecciones de mitad de período.
Zhao Minghao advierte que, más allá de las cuestiones estrictamente comerciales y económicas, existen factores geopolíticos que podrían influir decisivamente en las negociaciones bilaterales. “Hay cuestiones geopolíticas y de seguridad que pueden afectar las próximas interacciones entre las dos partes”, afirma.
“Por ejemplo, la cuestión de Taiwán, las disputas en el Mar Meridional de China y la evolución del conflicto entre Rusia y Ucrania, todos estos factores tendrán, en diferentes niveles, un impacto en la atmósfera general de las conversaciones comerciales entre China y Estados Unidos”.
El dilema tecnológico
En el centro de esta compleja relación bilateral se encuentra un dilema fundamental: ¿pueden Estados Unidos y China encontrar un equilibrio entre la competencia tecnológica y la necesaria cooperación en un mundo interconectado?
La prohibición de los chips de Huawei ilustra perfectamente este dilema. Por un lado, Estados Unidos argumenta que estas restricciones son necesarias para proteger su seguridad nacional y mantener su ventaja competitiva en sectores estratégicos.
Por otro lado, estas medidas disruptivas fracturan cadenas de suministro globales que se han desarrollado durante décadas y que son esenciales para la innovación tecnológica mundial.
Algunos analistas sugieren que la administración Trump podría estar utilizando estas restricciones tecnológicas como moneda de cambio en las negociaciones comerciales más amplias. “Dado que las conversaciones formales y las consultas políticas no están completamente en marcha, ambas partes están reuniendo fichas de negociación”, explica Zhao Minghao, añadiendo que las restricciones estadounidenses a las exportaciones de chips avanzados de Nvidia a China también podrían formar parte de esta estrategia negociadora.
“La guerra tecnológica y la guerra arancelaria están avanzando en paralelo, y las dos están profundamente interconectadas”, concluye Zhao, subrayando cómo estos diferentes aspectos del conflicto económico se refuerzan mutuamente.

La nueva posición de fuerza de China
Un factor clave que diferencia la actual situación de episodios anteriores de tensión es la mayor fortaleza relativa de China. Según John Gong, “la posición de China ha cambiado, y ahora es mucho más fuerte [que durante el primer mandato de Trump]”.
Esta nueva realidad implica que Pekín tiene ahora más capacidad para resistir las presiones estadounidenses y para implementar sus propias contramedidas.
Gong señala que China ha superado a Estados Unidos en algunas áreas tecnológicas, incluyendo ciertos aspectos de la tecnología de defensa, lo que le confiere una posición negociadora más sólida.
Además, el control chino sobre los minerales críticos representa una importante baza estratégica que puede utilizar como respuesta a las restricciones tecnológicas impuestas por Washington.
Esta evolución en el equilibrio de poder sugiere que, a diferencia de episodios anteriores de tensión comercial, China puede ahora mantener una postura más firme y resistir mejor las presiones externas. Como observa Gong, el enfoque chino de autosuficiencia está diseñado precisamente para “asegurar que nada pueda ser usado como palanca en su contra”.
Más allá de la tregua
La reciente tregua arancelaria entre Estados Unidos y China, aunque representa un paso positivo, no debe interpretarse como el inicio de una desescalada significativa en la guerra económica entre ambas potencias.
Por el contrario, las acciones posteriores, como la prohibición de los chips de Huawei, sugieren que el conflicto está entrando en una fase aún más compleja y multidimensional.
La verdadera batalla ya no se centra principalmente en los aranceles o los déficits comerciales, sino en el control de las tecnologías del futuro y en la configuración del orden económico internacional.
En este nuevo escenario, tanto Estados Unidos como China están desplegando una amplia gama de herramientas —desde restricciones comerciales y controles de exportación hasta influencia diplomática y marcos legales— para proteger y promover sus intereses estratégicos.
La pregunta no es ya si habrá una guerra económica entre estas superpotencias, sino qué forma tomará esta confrontación y cómo afectará al resto del mundo. La reciente tregua parece ser más un momento para ganar tiempo y reposicionar estrategias que un verdadero punto de inflexión hacia la cooperación.
En este contexto, el resto de los países se enfrentan al difícil desafío de navegar entre estas dos potencias en conflicto, buscando mantener relaciones productivas con ambas mientras protegen sus propios intereses nacionales. La forma en que gestionen este equilibrio tendrá profundas implicaciones para la configuración del orden económico y tecnológico global en las próximas décadas.
Lo que está claro es que, más allá de treguas temporales y acuerdos parciales, estamos presenciando el nacimiento de un nuevo paradigma en las relaciones económicas internacionales, donde la competencia tecnológica y la seguridad nacional jugarán un papel cada vez más determinante.
En este nuevo escenario, tanto la colaboración como el conflicto adoptarán formas más complejas y sofisticadas, reflejando la profunda interconexión y al mismo tiempo la creciente rivalidad entre las dos mayores economías del mundo.
Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
Foto de la portada: Martial Trezzini/AFP