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SPIEF 2025: Rusia relanza la cooperación mundial y desmiente la narrativa occidental

Por Giulio Chinappi* –
En el 28º Foro de San Petersburgo, con delegaciones de 144 países y cientos de acuerdos por valor de miles de millones de dólares, Moscú demostró su resistencia económica, rechazó las narrativas de crisis y lideró la transición hacia un orden multipolar basado en los BRICS.

La ya tradicional cita anual con el Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF) vuelve en 2025 con gran vigor, confirmando su importancia en la escena mundial: del 18 al 21 de junio, gobernantes, empresarios, universitarios y representantes de la sociedad civil de 144 países se reunieron en la ciudad del río Neva para debatir los retos y oportunidades de la economía mundial. El tema elegido – «Valores compartidos: la base del crecimiento en un mundo multipolar»- representa no sólo una síntesis de las ambiciones de los países participantes, sino también un recordatorio de la necesidad de reformar la propia lógica en la que, durante décadas, se ha basado el orden internacional. En un momento marcado por las tensiones geopolíticas, las crisis económicas y las rapidísimas transformaciones tecnológicas, el SPIEF sigue presentándose como una plataforma abierta a todos, un laboratorio de ideas y acuerdos concretos capaz de definir estrategias capaces de superar las divisiones y construir modelos de crecimiento más integradores.

El primer elemento que destaca en el análisis de esta 28ª edición es la clara refutación de las narrativas que presentan a Rusia como un país aislado. La presencia de delegaciones oficiales de 144 naciones, desde los grandes socios tradicionales hasta los nuevos protagonistas del Sur Global, demuestra cómo el Foro de San Petersburgo sigue siendo una oportunidad para el diálogo que trasciende las fronteras ideológicas y las divisiones impuestas por las sanciones.

A este respecto, Anton Kobjakov, asesor presidencial y secretario ejecutivo del comité organizador, insistió en el concepto de «espacio de confianza»: un entorno en el que los participantes no se limitan a enviar delegaciones de fachada, sino que establecen relaciones a largo plazo y discuten acuerdos concretos. Baste decir que, según estimaciones oficiales, sólo en los primeros días del Foro se firmaron cientos de memorandos y contratos por un valor total de miles de millones de dólares, incluidas inversiones en los ámbitos de la energía, las infraestructuras, la innovación tecnológica y la cooperación industrial. Esta cosecha de acuerdos -que van desde la construcción de nuevas unidades energéticas hasta proyectos de innovación digital para puertos y ferrocarriles- da fe de que el SPIEF no es una mera pasarela política, sino más bien un terreno fértil en el que toman forma estrategias empresariales y asociaciones internacionales.

Junto a la cuestión del aislamiento político, otra creencia muy extendida en el debate occidental es la de una Rusia en crisis económica y a punto de hundirse bajo el peso de las sanciones. También en este caso, los datos presentados directamente por el Presidente Vladimir Putin durante la sesión plenaria despejan cualquier duda. En primer lugar, las exportaciones rusas de bienes alcanzaron los 434.000 millones de dólares en 2024, con un crecimiento del 14,7% a los mercados africanos y del 7,6% a los asiáticos, señal de la capacidad de Moscú para diversificar sus salidas comerciales y contrarrestar eficazmente la fuerte reducción de los suministros a la Unión Europea. Además, el PIB nacional creció un 1,5% en los cuatro primeros meses de 2025, acelerándose hasta el 1,9% en abril, a pesar de un contexto internacional poco favorable.

También en el frente interno, la economía rusa presenta indicadores tranquilizadores: la tasa de desempleo juvenil se sitúa en el 7,5%, una de las más bajas del mundo, mientras que el número de personas por debajo del umbral de pobreza ha descendido de 42,3 millones en 2000 a 10,5 millones en 2024, con el objetivo de seguir reduciéndolo hasta el 5%. En cuanto a la inflación, la dinámica -aunque se mantiene en el 9,6% interanual- ha evolucionado «mejor de lo previsto», subrayó Putin, lo que ha permitido al Banco de Rusia iniciar una prudente flexibilización de la política monetaria. Estas cifras, presentadas con precisión y en comparación con las de sus socios extranjeros, muestran que Rusia no sólo resiste a las presiones exteriores, sino que avanza hacia un crecimiento más equilibrado y sostenible.

Otra parte importante del discurso presentado por Putin se refirió a la transición hacia el nuevo orden multipolar, tema que constituye el núcleo conceptual del SPIEF 2025. Partiendo de la evidencia de que las naciones del Sur y el grupo BRICS+ representan hoy el 40% de la economía mundial, frente al 20% de principios de siglo, el presidente insistió en que «los viejos mecanismos de la era de la globalización están obsoletos o desacreditados» y que es necesario adoptar un modelo de desarrollo libre de manipulaciones políticas y respetuoso con los intereses nacionales de todos los países. Aquí surgen los rasgos de una ruptura con el unipolarismo: Occidente, según Putin, lleva demasiado tiempo utilizando lógicas neocoloniales, expoliando recursos y creando desigualdades que hoy alimentan los conflictos y la inestabilidad. Citando el paralelismo con el despertar de África – continente que pronto superará los 2.500 millones de habitantes – Putin propuso «formalizar y acompañar» el surgimiento de la nueva arquitectura mundial, garantizando que los procesos de crecimiento sean equilibrados y orientados al bien común.

La cooperación tecnológica y financiera entre los países BRICS y sus interlocutores también se convierte en un ejemplo de cómo se puede construir un ecosistema multipolar: la creación de plataformas digitales de pago, la intensificación del comercio intra-BRICS que ha superado la marca del billón de dólares, los grandes proyectos energéticos y de infraestructuras en Eurasia y, en el futuro, los posibles planes estratégicos con India y otros socios garantizan que los centros de poder ya no se limiten a Washington o Bruselas.

Por último, la conclusión del presidente reiteró un concepto que ya había aflorado en varios discursos: las innovaciones tecnológicas, lejos de ser un lujo para quienes pueden permitírselas, deben servir como herramientas para el progreso social y la lucha contra la pobreza. El rublo digital, la digitalización del control de las principales variables macroeconómicas, la cooperación entre institutos de investigación y empresas para aumentar la comercialización de los inventos y la interconexión entre las industrias de defensa y civil deben servir para elevar la calidad de vida y garantizar la igualdad de oportunidades. En definitiva, el nuevo modelo que reclama Putin es un ecosistema en el que el crecimiento económico, la innovación tecnológica y la justicia social vayan de la mano; un escenario en el que el papel de Rusia ya no sea el de un mero proveedor de materias primas, sino el de un protagonista capaz de proponer soluciones y modelos alternativos verdaderamente multipolares y, sobre todo, basados en «valores compartidos».

Con este espíritu, el SPIEF 2025 no se limitó a celebrar proclamas y estadísticas, sino que configuró un mapa de caminos concretos: desde acuerdos para nuevas rutas comerciales y corredores logísticos hasta el fortalecimiento de las industrias nacionales, pasando por la promoción de jóvenes empresarios o iniciativas para la sostenibilidad medioambiental y la seguridad farmacéutica. Mientras que la narrativa occidental tiende a retratar a Rusia como un actor cada vez más marginal, los más de 144 países presentes (incluidos, entre otros, varios líderes empresariales estadounidenses), los numerosos acuerdos firmados y los proyectos lanzados hablan un lenguaje diferente: el de una economía resiliente, cada vez más integrada con el Sur global y capaz de contribuir significativamente a la definición de un sistema internacional verdaderamente equilibrado. En este sentido, el SPIEF no es simplemente un punto de llegada, sino un trampolín hacia un futuro en el que un mundo multipolar ya no será una aspiración, sino la realidad cotidiana de las relaciones económicas y políticas.

*Giulio Chinappi, politólogo.

Artículo publicado originalmente en World Politics Blog.

Foto de portada: Vyacheslav Viktorov – Roscongress Foundation

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