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Sostener y fortalecer el reclamo soberano argentino sobre Malvinas, Antártida y Atlántico Sur

Por Julián Bilmes.- Resultará fundamental contar con los respaldos regionales y mundiales para el reclamo diplomático. A nivel interno se precisará fortalecer los resortes y factores de poder nacional

Hoy, 10 de junio, nos encontramos con un nuevo aniversario del Día de la Reafirmación de los Derechos Argentinos sobre Malvinas, islas del Atlántico Sur y Sector Antártico. Se rememora la designación en 1829 del primer gobernador-comandante argentino en las islas Malvinas, Luis Vernet, cuatro años antes de la invasión y colonización de la zona por el imperio británico, en 1833.

Luego de 4 años de una verdadera entrega y cesión de soberanía por parte del gobierno de Macri, de signo desmalvinizador y antinacional (acuerdo Foradori-Duncan, actividades conjuntas en materia de pesca e hidrocarburos, apertura de vuelos comerciales a las islas, cooperación científica antártica, etc.), nos encontramos en la actualidad con un fuerte cambio con el gobierno “frentetodista” de Alberto Fernández. Revitalizando el histórico reclamo de soberanía argentino, éste ha propuesto, en sus discursos de asunción y apertura de sesiones legislativas, importantes medidas con miras a la constitución de una política de Estado: conformación de un Consejo Nacional asesor en la materia, demarcación de los límites de la Plataforma Continental Argentina y endurecimiento de sanciones a la pesca ilegal en nuestros espacios marítimos.

Nos encontramos en la actualidad con un mundo por demás complejo y convulsionado. Esta pandemia ha catalizado importantes tensiones y fisuras geopolíticas, dando lugar a un salto o nueva fase en la descomposición y reconfiguración del orden mundial. Por un lado, se cae el mito de la globalización (al menos en su faceta neoliberal) con la brusca interrupción de las cadenas de suministros, sumado al pillaje y piratería entre las potencias centrales, y la revalorización de los Estados en el control, planificación y regulación de las economías, espacios y flujos en los territorios nacionales. Por otro lado, la economía mundial se encuentra al rojo vivo, estando al acecho una crisis de deuda global, mientras se debate la necesidad de transiciones energéticas y productivas que bajen el daño ecológico y armonicen los niveles y patrones de desarrollo.

Como toda crisis, la situación actual en que nos ha colocado la pandemia representa también una oportunidad. En este caso, oportunidad de afianzar la presencia del Estado nacional, como representación de la colectividad, en áreas estratégicas para nuestra vida común, con el fin de hacer frente a los nuevos peligros y amenazas que asedian a la humanidad. Si los mismos otrora adalides de la liberalización y desregulación neoliberal, como el presidente francés Macron, han tenido giros nacionalistas y estatistas, se abre lugar para ampliar el margen de los imaginarios y horizontes de sentido en materia política en el mundo occidental(izado). En nuestro país, medidas como la reciente intervención estatal de la gran comercializadora de granos Vicentín, son muy importantes y pueden marcar un rumbo en este sentido.

En cuanto a la cuestión de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, los desafíos son muy importantes. Recordemos que se trata de un enclave estratégico, con implicancias geopolíticas, económicas y militares de peso: control del paso bioceánico Atlántico-Pacífico Sur (vía estrecho de Magallanes, canales de Beagle y Drake); numerosos bienes/recursos naturales considerados estratégicos (ictícolas, hidrocarburíferos, mineros, etc.); base militar más grande de la OTAN en el Atlántico Sur (Mount Pleasant), etc. A su vez, se ha venido acrecentando, y lo seguirá haciendo, la disputa por la Antártida, gran reservorio de agua dulce y biodiversidad, frente a las previsiones futuras de escasez de agua potable en numerosas regiones del mundo en las próximas décadas y creciente carrera internacional por la supremacía tecnológica.

Por el lado del usurpador colonialista, nos encontramos con un Reino Unido que si bien viene de años de crisis política doméstica a raíz del Brexit (proceso de salida de la Unión Europea), ha dejado ver las pretensiones neoimperiales del nacionalismo conservador británico. Apostando a constituirse en un “verdadero agente global” con su giro nacionalista y antiglobalista desde 2016, busca consolidar su presencia en su histórica esfera de influencia para su propia proyección de poder: sus 14 territorios de ultramar y el Commonwealth. Incluso, revisten con los tonos “azul” y “verde” los proyectos económicos de cooperación y comercio de estos bloques, en referencia al cuidado de los océanos y las fuentes de energía renovables, respectivamente, mientras continúan avalando y usufructuando el extractivismo depredador pesquero.

En este marco, se hace patente la necesidad imperiosa de sostener y fortalecer el reclamo soberano argentino sobre Malvinas, Antártida y Atlántico Sur. Para lo cual resultará fundamental, en el frente externo, contar con los respaldos regionales y mundiales para el reclamo diplomático por parte de polos de poder de signo multipolar. Mientras que a nivel interno se precisará fortalecer los resortes y factores de poder nacional, lo cual refiere en este caso a la recuperación de capacidades estatales que constituyan soberanía real para hacer frente al despliegue británico y de otras potencias en nuestro Mar Argentino, la Patagonia, el Atlántico Sur y la Antártida: marina mercante, astilleros, industria para la defensa y otros sectores que permitan desplegar control, supervisión y regulación de las regiones más descuidadas de nuestro territorio. Resultará central para ello utilizar la potencia de nuestro complejo científico-tecnológico (como en la iniciativa Pampa Azul), a la par que contar con una amplia coalición de fuerzas políticas y sociales que acompañen y defiendan este rumbo nacional y popular.

 

Julián Bilmes es miembro del Equipo de Investigación sobre la Cuestión Malvinas (EdICMa), el Proyecto de Investigación de la FaHCE-UNLP sobre Geopolítica del Atlántico Sur y la Cátedra Libre de la UNLP “Ciencia, política y sociedad”.