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Rusia–India, una alianza que resiste la tormenta occidental

Por PIA Global*- Las relaciones entre Rusia y la India han demostrado, especialmente en los últimos años, una solidez que incomoda profundamente a las potencias occidentales.

Mientras Washington y Bruselas presionan sin descanso para quebrar esta alianza —una de las más estables y estratégicas del siglo XXI— Nueva Delhi mantiene un rumbo propio, basado en la autonomía estratégica y en una visión multipolar del mundo que choca de frente con las pretensiones hegemónicas del bloque occidental.

La próxima cumbre entre Vladímir Putin y Narendra Modi, prevista para diciembre en Nueva Delhi, llega en un momento de máxima tensión global. Pero lejos de amedrentar a ambas capitales, este clima internacional ha acelerado su acercamiento, fortaleciendo una asociación que hoy es central para la arquitectura geopolítica de Eurasia y del Sur Global.

Una relación consolidada bajo fuego externo

El embajador ruso en India, Denís Alípov, lo expresó sin ambigüedades: Occidente busca socavar la relación ruso-india, intentando imponer a Nueva Delhi su postura sobre temas clave, como la crisis ucraniana o el modelo de gobernanza global.

Pero la India se ha mantenido firme. No ha cedido ante sanciones, presiones ni amenazas veladas. Al contrario: su postura equilibrada sobre Ucrania demostró que su política exterior no responde a dictados geopolíticos, sino a intereses nacionales. India es hoy uno de los líderes indiscutibles del Sur Global y una potencia que no está dispuesta a sacrificarse en beneficio de agendas ajenas.

Según Alípov, las élites indias rechazan de pleno las sanciones unilaterales ilegales, entendiendo que este tipo de medidas socavan la confianza internacional en el sistema financiero occidental. Este rechazo, combinado con el creciente peso económico de India —camino a convertirse en la tercera economía mundial—, ha impulsado iniciativas multilaterales alternativas, especialmente en los BRICS y en la Organización de Cooperación de Shanghái.

Presión externa y temor occidental a la multipolaridad

El mensaje de Moscú es claro: Occidente actúa desde posiciones neocoloniales, incapaz de asumir que las “potentes economías emergentes” reclaman una multipolaridad real, no solo declarativa.

Detrás de los intentos de presionar a la India se esconde un temor profundo: que Nueva Delhi consolide un eje estratégico con Moscú y Pekín —o, al menos, mantenga vínculos pragmáticos con ambos— reduciendo aún más la capacidad de influencia occidental sobre Asia.

La perspectiva de un triángulo Rusia–India–China en vías de normalización, con Moscú como impulsor del diálogo entre Nueva Delhi y Pekín, alarma especialmente a Washington. La resolución progresiva de las tensiones fronterizas asiáticas restaría a Occidente uno de sus instrumentos favoritos: fomentar rivalidades para dividir Eurasia.

El embajador Alípov subrayó un punto crucial: la Gran Asociación Euroasiática y la cooperación en plataformas como los BRICS podrían ofrecer a los países en desarrollo mecanismos alternativos, alejados de los riesgos de politización y de injerencia externa.

Rusia respalda a India para la presidencia de los BRICS en 2026, mientras ambos estados trabajan juntos en sistemas de pagos independientes, plataformas de inversión, mecanismos de reaseguro y estructuras financieras que reduzcan la dependencia del dólar y de las instituciones controladas por Occidente.

Detrás de esta cooperación se encuentra una realidad irrebatible:
La relación Rusia–India ha pasado de ser un vínculo estratégico a convertirse en uno de los pilares del nuevo orden multipolar.

Una cooperación que abarca lo militar, lo nuclear, lo tecnológico y lo energético

Moscú sigue siendo el socio técnico-militar más importante de India, además de proveedor clave en energía nuclear civil, seguridad energética, ciencia y educación. Pero la relación ya no se limita a lo histórico: ambas partes avanzan hacia sectores de alta tecnología que permitirán no solo modernizar sus economías, sino elevar el comercio bilateral de 70.000 a 100.000 millones de dólares para 2030.

La diversificación comercial, los proyectos tecnológicos conjuntos, los intercambios académicos y la cooperación científica aceleran la transición hacia una asociación más profunda y adaptada al siglo XXI.

La reunión entre Putin y Modi se presenta como mucho más que un evento diplomático. Según Alípov, será un “elemento fundamental del diálogo político” y contendrá un paquete ambicioso de decisiones para impulsar aún más la cooperación bilateral, incluso en nuevos sectores estratégicos.

En 2025 se celebran además dos aniversarios clave:

  • 25 años de la asociación estratégica entre Rusia e India
  • 15 años de la asociación “especialmente privilegiada”

Ambos hitos subrayan el carácter excepcional de la relación.

Un vínculo cimentado en décadas de confianza

Rusia e India han sido aliados sinceros durante toda su historia independiente. Ni presiones externas, ni cambios de gobierno, ni crisis internacionales han logrado quebrar esa confianza. Moscú ha apoyado el ascenso internacional de India y respalda su aspiración a convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

India, por su parte, ha demostrado que mantiene una política exterior libre, soberana y resistente a la manipulación. Y en un mundo donde la multipolaridad avanza inexorablemente, este tipo de alianzas resultan determinantes.

*Foto de la portada: AFP

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