Hasina afirma que se le ofreció una reelección sin problemas en las elecciones del 7 de enero a cambio de permitir que un país extranjero (presumiblemente Estados Unidos) construyera una base aérea en territorio bangladesí. Su negativa a comprometer la soberanía nacional habría desencadenado los eventos reflejados en las últimas semanas que llevaron a su derrocamiento.
Este nuevo intento de injerencia extranjera en los asuntos internos de Bangladesh se enmarca en un contexto más amplio de tensiones geopolíticas en la región. Hasina había expresado previamente su gran preocupación por un supuesto complot para crear un «Estado cristiano» en partes de Bangladesh y Myanmar, similar a lo acontecido con Timor Oriental.
Los acontecimientos recientes en Bangladesh, incluyendo las protestas masivas, la dimisión de Hasina, su huida a India, y la formación de un gobierno de transición, sugieren una situación política altamente volátil. La violencia asociada a las protestas, con cientos de muertes reportadas, indica un profundo malestar social y político en el país que puede desencadenar consecuencias amplias y generales.
Las implicaciones regionales significativas
La Revolución de Color en Bangladesh, en la que Estados Unidos parece estar involucrado, tiene profundas implicaciones geopolíticas para Asia del Sur y más allá. Este conflicto, promovido desde las sombras por Washington, tiene como objetivo desestabilizar la región y erosionar la creciente influencia de India y China, dos potencias emergentes en el escenario global. Además, estas maniobras están orientadas a frenar el desarrollo del BRICS+ y el avance de un mundo multipolar. El papel de Estados Unidos en este contexto no es nuevo; sigue siendo un actor que, a través de técnicas neocoloniales y estrategias encubiertas, busca mantener su hegemonía global dividiendo y debilitando a sus rivales.
Estados Unidos y las Revoluciones de Color: Una Herramienta de Desestabilización
La Revolución de Color es una estrategia frecuentemente utilizada por Estados Unidos para desestabilizar naciones que no se alinean con sus intereses geopolíticos. Estas revoluciones son movimientos políticos que, bajo la apariencia de un levantamiento popular, están diseñados para derrocar gobiernos y sistemas que desafían la hegemonía occidental.
Usualmente financiadas y promovidas por organizaciones vinculadas a Washington, como USAID o la Fundación Nacional para la Democracia (NED), estas revoluciones han sido desplegadas en Europa del Este, Asia Central, el Cáucaso, y ahora, en Bangladesh.
Bangladesh ha sido un blanco perfecto para la intervención estadounidense, dada su ubicación estratégica en la Bahía de Bengala, una región crítica en el contexto del Indo-Pacífico. Controlar a Bangladesh le permitiría a Estados Unidos expandir su influencia en una región donde China, a través de su iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), ha estado construyendo conexiones económicas y logísticas cruciales. Además, con India expandiendo su presencia regional como parte de su ascenso en el escenario global, la inestabilidad en Bangladesh podría servir como una palanca para contrarrestar la creciente autonomía de Nueva Delhi.
El Rol de Estados Unidos en Bangladesh
Estados Unidos ha cultivado relaciones con diversos sectores de la sociedad civil y las fuerzas políticas de Bangladesh, promoviendo la narrativa de derechos humanos y democracia como justificación para intervenir en los asuntos internos del país. Estas conexiones han sido cruciales para movilizar a sectores que, disconformes con el gobierno actual, ven en la intervención extranjera una oportunidad para cambiar el panorama político.
El gobierno de Bangladesh, que estaba encabezado por Sheikh Hasina, ha intentado mantener una postura equilibrada entre los intereses de China e India, participando en proyectos de la BRI mientras mantiene una relación estrecha con Nueva Delhi. Sin embargo, esta ambigüedad no ha sido vista con buenos ojos en Washington, que prefiere una alineación más clara hacia el bloque occidental y una mayor hostilidad hacia China.
Al fomentar una revolución de color en Bangladesh, Estados Unidos busca generar inestabilidad suficiente para empujar al gobierno de transición en Bangladesh hacia una mayor dependencia de Occidente. El objetivo final es alejar a Bangladesh del eje China-India y situarlo firmemente bajo la esfera de influencia de Washington, debilitando al mismo tiempo la creciente cooperación económica y estratégica de buen entendimiento entre las potencias asiáticas.
Impacto en India: Un Golpe al Corazón del BRICS+
India, como miembro clave del BRICS+ y potencia regional en ascenso, se enfrenta a un desafío estratégico significativo debido a la inestabilidad en Bangladesh. Históricamente, India ha mantenido una relación estrecha con Bangladesh, trabajando en conjunto en áreas de seguridad fronteriza, comercio y desarrollo. No obstante, este cambio de régimen en Bangladesh, auspiciado por Estados Unidos, podría alterar esta dinámica, poniendo en peligro la estabilidad en el noreste de India y complicando los esfuerzos de Nueva Delhi por consolidar su influencia en Asia del Sur.
La creciente influencia de India en el mundo multipolar con un rol aun a definirse, es vista como una amenaza por Occidente, especialmente por su cercanía económica, política y social con Rusia y con la República Popular China a pesar de las existentes tensiones fronterizas. Un Bangladesh desestabilizado podría servir para distraer a India de sus objetivos globales, obligándola a concentrar recursos en manejar una crisis regional en lugar de continuar su ascenso geopolítico. Además, este conflicto tendría repercusiones en la estabilidad de la región del BRICS+, debilitando la cooperación entre los países emergentes y frenando el avance hacia un mundo menos dependiente de las instituciones dominadas por Occidente, como el FMI o el Banco Mundial.
China Bajo Ataque: La Nueva Guerra Híbrida de Estados Unidos
China, por su parte, se encuentra en el centro de la disputa, ya que Bangladesh es una pieza clave en su estrategia de la Franja y la Ruta. La infraestructura construida bajo esta iniciativa ha fortalecido los lazos entre los dos países, proporcionando a China acceso estratégico a la Bahía de Bengala y un camino hacia los mercados del sudeste asiático y más allá. La Revolución de Color en Bangladesh, entonces, no es solo un ataque contra un gobierno en particular, sino parte de una guerra híbrida más amplia que Estados Unidos ha desatado contra China en múltiples frentes: comercial, tecnológico, diplomático y ahora, político.
Para China, la inestabilidad en Bangladesh representa un desafío a sus planes a largo plazo para la región. No solo se verían interrumpidos los proyectos de infraestructura que están en marcha, sino que una Bangladesh desestabilizada podría servir como base para operaciones contra los intereses chinos en Asia del Sur y el Indo-Pacífico. Además, la creciente presencia militar estadounidense en la región, bajo el pretexto de proteger los derechos humanos o mantener la estabilidad, solo exacerbaría las tensiones, forzando a China a reconsiderar sus estrategias y posiblemente aumentar su gasto militar en la región.
Desestabilización del BRICS+ y el Mundo Multipolar
El BRICS+ ha sido una piedra angular en el desarrollo de un mundo multipolar, ofreciendo a las naciones emergentes una alternativa a las instituciones occidentales que han dominado el panorama económico y financiero global durante décadas. Bangladesh, aunque no es un miembro oficial, ha mostrado interés en unirse a este bloque, lo que representa una amenaza directa a los intereses estadounidenses en la región.
Al fomentar la inestabilidad en Bangladesh, Estados Unidos no solo está socavando la soberanía de ese país, sino que también está debilitando las perspectivas de un BRICS+ fortalecido. La desestabilización de uno de los posibles futuros miembros del bloque envía una señal clara a otros países en desarrollo: cualquier intento de desafiar la hegemonía estadounidense a través de la cooperación con bloques emergentes será castigado con injerencia política, sanciones económicas, y en última instancia, la desestabilización interna.
Este ataque a la multipolaridad es parte de un patrón más amplio en la política exterior de Estados Unidos, que busca preservar su posición hegemónica frente al creciente poder de países como China, India y Rusia. Al fomentar divisiones regionales y crear conflictos, Washington espera evitar que surja un bloque cohesionado de naciones capaces de contrarrestar su influencia global.
Un final abierto
Aunque el derrocamiento de Sheikh Hasina marca un punto de inflexión en la política de Bangladesh, el futuro sigue siendo incierto. La región está atrapada en una red de intereses cruzados donde Estados Unidos, China, India y otros actores clave maniobran en busca de ventajas estratégicas.
La intervención de potencias extranjeras ha intensificado las tensiones, pero también ha desencadenado reacciones imprevistas tanto a nivel local como regional. Aún queda por ver cómo las fuerzas internas responderán a esta inestabilidad y si los actores externos lograrán consolidar su influencia o enfrentarán una resistencia que podría redirigir el curso del país y de la región. Nada está sellado, y la evolución de los acontecimientos podría abrir nuevas dinámicas geopolíticas en Asia del Sur, donde el desenlace final dependerá de la interacción entre potencias locales y globales.
Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
Foto de portada: A24.com