África Subsahariana Análisis del equipo de PIA Global

República Democrática del Congo: el M-23 pone en acción a la Comunidad del Este Africano

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
La insurgencia del M-23 ha puesto en movimiento a las fuerzas armadas de la Comunidad de África Oriental.

Por primera vez desde su reforma en 1999, la Comunidad de África Oriental está enviando una fuerza regional a la RDC. Pero aun así no logra garantizar un triunfo ante las fuerzas rebeldes del Movimiento 23 de marzo (M-23).

Este grupo rebelde, el M-23 se formó en 2012 como un desprendimiento del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP). La razón que esgrime el grupo para mantener en estado de guerra a la República Democrática del Congo es proteger a los tutsis congoleños ya otras comunidades étnicas en Kivu del Norte y Kivu del Sur de la persecución y la discriminación. Quizás esta sea solo una excusa, pero lo cierto es que esta región de África se mantiene en vilo y con una violenta lucha en varios frentes. En uno de ellos es que la presencia de las fuerzas regionales intenta poner freno a esta guerra.

Después de 10 años de inactividad, el M-23 se ha convertido una vez más en un dolor de cabeza para el gobierno de la RDC, especialmente en la provincia de Kivu del Norte, al conquistar territorios y desplazar poblaciones en el proceso. Según Naciones Unidas, más de 200.000 desplazados internos se han visto obligados a huir desde marzo de 2022, cuando comenzó el último estallido. En este contexto, en un ya lejano 21 de junio de este año que esta finalizando, los Jefes de Estado de la Comunidad de África Oriental acordaron enviar la Fuerza Regional Conjunta de la Comunidad de África Oriental a la RDC. Con el claro objetivo de intentar, al menos, sofocar los combates provocados por el grupo rebelde M23.

Este acuerdo se formalizó recién el 11 de septiembre entre el presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, y el secretario general de la EAC, Peter Mathuki pero recién en estos días se estaría poniendo en práctica.

La decisión de crear la fuerza regional es el primer despliegue militar que realiza la EAC desde su reforma en 1999. El plan inicial indicaba que la fuerza regional estaría compuesta por entre 6.500 y 12.000 soldados con una mandato de “contener, derrotar y erradicar las fuerzas isurgentes” en el este de la RDC. Además, Kenia asumiría el papel de mando, estando estacionado en Goma, la capital de Kivu del Norte. La fuerza cubriría las cuatro provincias de Haut-Uélé, Ituri, Kivu del Norte y Kivu del Sur. En una primera etapa la operación tendría una duración de seis meses y a partir de allí se harían las evaluaciones pertinentes para establecer así los pasos a seguir en la lucha contrainsurgente.

La hora de la verdad

Después de meses de incertidumbre sobre el despliegue de la mencionada fuerza regional, el 2 de noviembre de 2022, el primer país en enviar tropas fue Kenia, luego Uganda y Burundi se plegaron a la medida anunciado el envío de contingentes armados que se sumarían a las fuerzas kenianas presentes en la RDC.

Lo cierto es que más allá del envío de tropas de la Comunidad de África del Este, aun es una incógnita el nivel de los resultados obtenidos por la fuerza regional.  Siendo este el primer despliegue de las fuerzas comunitarias, su éxito y salida dependerán en gran medida del traspaso de responsabilidades a las Fuerzas Armadas para la República Democrática del Congo una vez que se vayan logrado avances en los diferentes frentes de combate.

Otro aspecto que se debe tener en cuenta para la normalización y traspaso el control a las fuerzas congoleñas es que no se han completado las reformas necesarias en el sector de la seguridad de la RDC, cuyas fuerzas armadas se encuentran politizadas, divididas e ineficaces como siempre y son la principal causa del avance del M-23 y que no ha logrado ofrecer resistencia al grupo rebelde.

Por lo tanto, existe la posibilidad de que la fuerza armada comunitaria termine extendiendo su estadía mucho más tiempo que las pautas iniciales proporcionadas. Esto no será una sorpresa.

Históricamente, las misiones de intervención militar de la UA y la ONU han estado involucradas en conflictos internos cíclicos. MONUSCO en la República Democrática del Congo, y las misiones en Sudán del Sur, República Centroafricana, Somalia y Malí quizás sean las más recordadas. Por más precisas y efectivas que hayan sido las intervenciones, nunca han logrado proporcionar una solución de fondo a los conflictos en los que han participado. La política de los países mencionados, los problemas internos que afectan a los mismos, sumado a la corrupción intrínseca de las tropas, terminan convirtiéndolas en parte del problema en lugar de la solución.

Miembros de las Fuerzas de Defensa de Kenia (KDF) desplegados como parte de la Fuerza Regional de la Comunidad de África Oriental (EACRF) viajan en un vehículo en Goma, en el este del Congo, el 16 de noviembre de 2022.

M-23 no está solo

A medida que la fuerza regional de la Comunidad de África del Este continúa tomando forma, se suman múltiples desafíos subyacentes e interconectados que enfrenta el este de la República Democrática del Congo. En primer lugar debemos mencionar que el grupo M-23 no es el único que actúa en la región. Según el informe Kivu Security Tracker de 2021, más de 120 grupos armados operan en todo el este de la RDC, en partes de Kivu del Norte, Kivu del Sur, Ituri y Tanganica. En general, el conflicto en el este de la RDC se ha caracterizado por la fragmentación de los grupos rebeldes. Muchos de los grupos identificados son disidentes de los grupos principales. Esto hace que sea difícil identificar los objetivos que cada grupo pretende alcanzar.

Más importante aún, estos grupos armados están impulsados ​​por la necesidad de supervivencia que se basa en extraer los ricos recursos minerales de la región y proteger sus territorios. La historia reciente ha demostrado que la intervención externa no ha tenido éxito en abordar los desafíos de seguridad y, por lo tanto, la fuerza regional ya tiene mucho trabajo por delante.

Por otra parte, el presidente Felix Tshisekedi no le ha dado mucha atención ni prioridad al conflicto en el este desde que llegó al poder. La elección del presidente Tshisekedi sigue siendo cuestionada por sus opositores. Según un informe de enero de 2022 de Governance in Conflict Network, el gobierno del presidente Tshisekedi no ha emprendido una reforma completa e integral del sector de la seguridad para mejorar la capacidad y la eficiencia, cuestión que la oposición utiliza para desgastarlo políticamente.

Ahora bien, esta inacción puede ser tomada como parte de su estrategia para ser reelegido, según algunos analistas que creen que el impulso actual para regionalizar el conflicto encaja con el argumento de que fomentar el sentimiento nacionalista tiene como objetivo marcar objetivos políticos para ganar legitimidad en todo el país. Por lo tanto, su reciente enfoque e interés en el conflicto del este de la RDC puede deberse a que se dio cuenta de que las elecciones están cerca y necesita una agenda en torno a la cual centrar un llamado a unir su campaña.

Otros ejemplos, mismos resultados

La historia reciente ha demostrado que la intervención externa de las fuerzas regionales o extranjeras no ha tenido éxito en abordar los desafíos de seguridad que presentan muchos países africanos. AFRICOM, MINURSO, TAKUBA, BARKANE son algunos de los malos ejemplos que podemos citar.

Es en este sentido que la pregunta subyacente es: ¿Quiénes se benefician con la participación de fuerzas foráneas en los conflictos internos? Y la respuesta inmediata es que las intervenciones militares extranjeras son más para los intereses creados por los países participantes en la intervención (léase EE.UU, Francia, España, Unión Europea, etc). En el caso de la lucha en la RDC ¿Qué quieren lograr Kenia, Burundi, Uganda y Ruanda? ¿Será una oportunidad para que los países vecinos obtengan un mejor acceso a los ricos recursos de la RDC?

Otro aspecto que se debe tener en cuenta a la hora de la participación de las fuerzas comunitarias el este africano es de dónde provendrá la financiación de esta fuerza regional. La Comunidad del Este Africano no es conocida por contribuciones sólidas para el funcionamiento de sus operaciones. Por ejemplo

Kenia financia su contingente con una suma cercana a los 4.500 millones de chelines kenianos, aproximadamente 37 millones de dólares, para los primeros seis meses de la operación en tierras congoleñas. Aquí debemos tener en cuenta el dato (no menor) de que Kenia es la economía más grande de la región y, hasta cierto punto, puede permitirse financiar esta aventura. Lo que o quita ni deja de lado que a su vez el ejército keniano reciba apoyo adicional de otros socios como la UE y EE.UU.

Finalmente, la intervención de la fuerza regional no debe ser un acto aislado sino que debe ir acompañada de un proceso político. El continuo aislamiento del M23 de las conversaciones de paz niega todo el principio de inclusión y si, de hecho, la Comunidad quiere enviar una señal que pueda justificar por qué la RDC se unió a la EAC fue la mejor idea, es necesario ser magnánimo e involucrar a todas las fuerzas beligerantes en el conflicto.

Dichas estas cuestiones desarrolladas a lo largo de la nota, no se puede dejar de mencionar que esta decisión de la Comunidad del Este de África es una señal positiva de que está afirmando su papel de seguridad y transformándose lentamente de un bloque de integración puramente económico a un bloque de multifuncionalidad donde cada uno de los integrantes puedan contar con el bloque para subsanar los problemas que los Estados consideren de importancia para solicitar la participación de la Comunidad. Es por ello que esta participación de la fuerza regional dentro del territorio de la RDC quizás pueda ser la llave que destrabe la región y que la lucha contra el M-23 sea el ejemplo a seguir por otras regiones que se mantienen en alerta por la participación de grupos insurgentes, fanáticos religiosos o étnicos que intentan tomar el poder por la fuerza en diferentes regiones de África, no solo en el este del continente.

*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Foto de portada: Bandera de la Comunidad de África Oriental

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp