Europa

Presión estadounidense sobre Italia: ¿hacia el abandono de la Nueva Ruta de la Seda?

Por Giulio Chinappi* –
Si Italia arruina sus relaciones con China, será una clara demostración de debilidad política por parte del gobierno italiano.

En nombre de su servilismo a Estados Unidos, el gobierno italiano podría renunciar a su participación en la BRI, la Nueva Ruta de la Seda china, en detrimento de su propia economía. A continuación reproducimos la traducción del artículo de Fabio Massimo Parenti para el Global Times.

Tanto los medios de comunicación extranjeros como los nacionales han informado sobre el dilema de Italia respecto a la renovación del acuerdo sobre la propuesta china de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, conocida en italiano como la Nueva Ruta de la Seda, ndt) que el país firmó en marzo de 2019. Según informa el Financial Times, el acuerdo de cuatro años para participar en la BRI «contiene una inusual disposición de renovación automática cuando expire en marzo de 2024, a menos que Roma notifique formalmente a Pekín su intención de retirarse tres meses antes».

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, respaldada por una coalición de derechas en el Parlamento, calificó la decisión de firmar el acuerdo de «gran error» durante la última campaña electoral. Sin embargo, su acercamiento a China empezó a cambiar el pasado diciembre, tras su encuentro con el presidente chino Xi Jinping al margen de la cumbre del G20 en Bali.

Extraída de geopolitika.ru

Tras una hora de conversaciones, Meloni y Xi llegaron a una convergencia en varios puntos de discusión, empezando por el reequilibrio del comercio bilateral: Italia necesita exportar más bienes y servicios a China para consolidar la recuperación postcoviral y satisfacer la demanda del mercado interno chino, cada vez más de productos de consumo de alta calidad, para satisfacer las necesidades de su floreciente clase media.

Sin embargo, a pesar de los evidentes beneficios del fortalecimiento de las relaciones económicas China-Italia (la BRI ha demostrado ser una iniciativa inclusiva, pragmática y exitosa), Roma parece ser víctima de su endémica limitación de soberanía debido a su dependencia no escrita de EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Como única verdadera potencia mediterránea de Europa, debido a su posición privilegiada, Italia ha estado tradicionalmente sometida a una vigilancia especial. Por lo tanto, independientemente de los «colores» del gobierno, sacrificar los intereses nacionales italianos en el altar de las limitaciones geopolíticas, actuando en forma de injerencia exterior, podría ser una opción. En consecuencia, no es sorprendente que, según Bloomberg, Meloni expusiera su voluntad de romper el acuerdo con China durante una reunión con el presidente de la Cámara de Representantes estadounidense, Kevin McCarthy.

Bajo el primer gobierno de Conte (2018-19), compuesto por el populista de izquierdas Movimiento Cinco Estrellas y la soberanista de derechas Liga, Italia trató de llevar a cabo un experimento político inusual con el objetivo de reactivar la economía italiana tras siete años de austeridad financiera en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE. La voluntad de ese gobierno era restaurar el poder de negociación de Italia frente a las instituciones supranacionales: la UE y la OTAN. ¿Cómo se movió? Mirar hacia los BRICS era una opción para diversificar los vectores del comercio exterior y de la política exterior de Italia. Así, la elección de firmar el acuerdo BRI convirtió a Italia en el único país del G7 en sumarse al megaplan chino, que fue duramente criticado por los aliados.

El segundo gobierno de Conte (2019-21), apoyado por el Movimiento Cinco Estrellas y el PD, se dedicó principalmente a luchar contra la pandemia: esta era la prioridad y no había espacio suficiente para debatir adecuadamente la política exterior. La guerra en Ucrania cambió muchas cosas. El enérgico llamamiento a la unidad de la administración Biden ha reavivado el papel de la OTAN y su falsa pero poderosa narrativa de confrontación entre democracias y autocracias, ejerciendo la máxima presión sobre los aliados europeos.

La comunidad empresarial italiana está ahora muy preocupada. Tras haber sufrido enormes perjuicios por la subida de los precios de la energía y el devastador impacto del conflicto Ucrania-Rusia en la economía europea, las empresas italianas temen un posible deterioro de las relaciones Italia-China en un momento en el que se están registrando cifras récord de exportaciones a China (92,5% en el primer trimestre de 2023 en comparación con el año anterior). «Una posible retirada provocaría un enfriamiento de las relaciones bilaterales en un momento histórico en el que las empresas y los profesionales experimentan un frenesí y un deseo de volver al mercado chino», declaró al Financial Times Mario Boselli, presidente de la Fundación Consejo Italia-China.

Desgraciadamente, hoy en día los medios de comunicación omiten los principios básicos de la BRI, su potencial y sus éxitos. Además, cabe mencionar que el acuerdo de MoU no vinculante entre Italia y China (junto con 151 países de todo el mundo, incluidos muchos países europeos) ya ha sido boicoteado bajo el gobierno de Draghi. Si los resultados de los primeros años parecen limitados, se debe a la falta de compromiso italiano, a una actitud de autoboicot emprendida por Italia, no por China. La presión de Italia sobre la BRI tiene que ver exclusivamente con la agenda estratégica de Estados Unidos y sus intereses, no con los de Italia. Si Italia arruina sus relaciones con China, será una clara demostración de debilidad política por parte del gobierno italiano, justificable según la actitud ideológica de otros.

Traducción por Enric Ravello Barber para Geopolitika.ru.

*Giulio Chinappi, politólogo.

Artículo publicado originalmente en giuliochinappi.

Foto de portada: extraída de fuente original giuliochinappi.

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