El gobierno libanés anunció este martes a través de su Primer Ministro, Nawaf Salam, que las instituciones estatales serán las únicas con aval para portar armamento. Esto quiere decir que, el Ejército, las fuerzas de seguridad, los órganos fronterizos y la Policía municipal serán los únicos agentes que podrán estar armados.
El anuncio se dio luego de seis horas de reunión de gabinete, en la que la negativa de diversos ministros chiitas condujo a discusiones y reorganizaciones de lo planteado inicialmente.
Salam expuso que el Ejército tendrá hasta fines de agosto para presentar un plan de desarme de los demás grupos armados, entre los que se encuentra Hezbollah. Esto le da al gobierno libanés un tiempo preventivo para observar la situación y la respuesta de su pueblo, el cual, apoya en gran medida al partido Hezbollah.
El estado fenicio sabe que exigirle al Eje de la Resistencia que deponga las armas simboliza un quebramiento del consenso general. Hezbollah, a través de sus representantes políticos, gobierna importantes regiones del Líbano, especialmente la zona sur. Esto se debe a la fuerte impronta que plasmó en sus seguidores el partido, el cual, firme a su ideología anticolonialista, ha logrado defender al pueblo libanés en más de una ocasión frente al enemigo sionista.
Es por ello, que el anuncio de la decisión tomada por el gabinete se realiza con cautela y con indicaciones aún un poco flojas. Incluso el presidente del Parlamento, Nabih Berri, busca realizar una futura estrategia nacional de defensa, sin comprometer explícitamente el desarme del grupo.

La razón del proyecto de desarme responde a una propuesta presentada a principios de julio por Estados Unidos, por medio del embajador estadounidense en Türkiye, Tom Barrack. Washington encomendó al Líbano la tarea de desarticular la estrategia de defensa de Hezbollah a cambio de sugerir a Israel la desocupación militar del sur del Líbano.
Sin embargo, el mismo Barrack dijo en palabras claras que Estados Unidos es solo un intermediario en la cuestión, que su cometido será “recomendar” a las fuerzas israelíes la retirada de sus tropas.
Esto, en términos reales no significa ninguna seguridad, y conociendo la historia, pareciera ser más un cuento para endulzar los oídos de las autoridades libanesas que una realidad: ¿por qué? Porque la entidad sionista ha demostrado incansablemente que no acata las órdenes pactadas con otros estados. Por ejemplo, el alto al fuego proclamado con Beirut luego de sus agresiones en 2023 y 2024, fue meramente una cuestión diplomática que no puso fácticamente en marcha. Mientras las milicias libanesas buscaban restaurar un orden de paz por fuera de la lucha armada, Israel continuó atacando el Líbano.
A Occidente le sirve e incluso le significaría una victoria el desarme de Hezbollah. El grupo de la Resistencia libanesa es el único que ha derrotado al ejército sionista en el Líbano no permiténdole que prenete en su terreno.
Hezbollah hoy representa una fuerza de patria y defensa que es única en el Líbano. El Ejército libanés es mucho más débil, y no ha construido una identidad meramente en contra de la ocupación. Por eso, a Occidente le es más útil que sea el Ejército quien comande las fuerzas armadas.
Lo que buscan Washington y Tel Aviv es generar una reconstrucción en Asia Occidental. Con Palestina en un estado crítico y Siria dominada, el Líbano sería el siguiente paso para concretar una administración que le permita dominar la región levantina como lo deseen.
Además de saquear sus infinitos recursos naturales y dominar sus aguas, el dúo ocupacionista podría instalar más y mejores bases en el Líbano que le permitieran posicionarse cerca de sus enemigos en la zona, como lo son Irán, Hamas y Ansarallah, casualmente, los mismos entes que junto a Hezbollah representan un obstáculo en el proceso de colonización.
Al mismo tiempo, Estados Unidos necesita reconstruir su figura en Asia Occidental. Tras la crisis humanitaria llevada adelante por Israel en Gaza, el aliado norteamericano busca limpiar sus puntas y elegir a quienes demonizar en futuras agresiones. Es así, que proponiendo el desarme de Hezbollah, un movimiento que sabe que es prácticamente imposible que deponga las armas, puede utilizar esa resistencia como “acciones terroristas”, construyendo una narrativa que le sea funcional a Occidente en futuras acciones.
Hezbollah: la resistencia de un pueblo
Como mencionamos, la tregua gestionada entre el Líbano e Israel no ha significado nada en fines prácticos para el lado hebreo. La entidad sionista realiza constantes ataques sobre el sur del Líbano y en Beirut, utilizando drones y bombardeos selectivos sobre infraestructura civil bajo la excusa de “neutralizar células operativas”. Sin embargo, observamos agresiones en Bekaa y cerca de Baalbek, zonas que están fuera del perímetro fronterizo.
Esto significa que la vía diplomática no representa una solución fehaciente en el conflicto, por ello, la presencia de grupos como Hezbollah, aporta la seguridad de una defensa existente para el pueblo libanés.
Si un pueblo que desea liberarse de la colonización es correcto que lo haga a través de la lucha armada o no, es una pregunta que se ha tenido presente a lo largo de los años, principalmente en los últimos siglos. Pero las teorías bélicas indican que la colonización requiere meramente sistemas violentos y operaciones militares que impongan su poder coercitivamente. En ese caso, una respuesta armada no resulta llamativa ni tampoco denunciable cuando se trata de la protección de la ciudadanía y la búsqueda de la libertad.
Ante el anuncio del primer ministro libanés, Hezbollah realizó un comunicado a través de su Secretario General, Naim Qassem, quien expresó “La discusión se ha reducido a la entrega de armas, sin que se garantice la seguridad nacional. ¿Cómo puede aceptarse algo así? Nosotros no lo aceptamos, porque nos consideramos un pilar fundamental del Líbano”.
Y que Hezbollah es un pilar del Líbano es cierto. Se demuestra en las multitudinarias marchas y espacios ocupados por el pueblo en defensa del partido.
El lunes por la noche, previo a la reunión de gabinete, en el barrio de Dhahiyeh en Beirut, un grupo de vecinos salió a pronunciarse a favor del “derecho a la defensa frente a la invasión extranjera”. Previamente, también se han realizado movilizaciones en Nabatieh, Tiro y Baalbek a favor de la Resistencia.
Foto de portada: Primer Ministro libanés, Nawaf Salam. / Mario Tama – Getty Images

