Los temores de la oposición conservadora-nacionalista polaca de que el primer ministro Donald Tusk subordine su país a Alemania se vieron confirmados por dos acontecimientos ocurridos esta semana. El ministro de Defensa, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, firmó el martes en Bruselas un acuerdo de «Schengen militar» con Alemania y los Países Bajos, mientras que el ministro de Asuntos Exteriores, Radek Sikorski, se negó a mencionar la palabra reparaciones al hablar con su homólogo alemán sobre las indemnizaciones por la Segunda Guerra Mundial un día después.
El primero permitirá a Alemania desplazar tropas libremente a través de Polonia hasta su base de tanques prevista en Lituania y probablemente conducirá a su primer despliegue permanente allí desde la Segunda Guerra Mundial, a juzgar por la explícita acogida de este mismo escenario por parte del Viceministro de Asuntos Exteriores Andrzej Szejn a mediados de enero. En lugar de que Polonia desempeñe el papel de primera línea previsto por su anterior gobierno para contener a Rusia, ahora será Alemania quien lo haga a través de su concepto de «Fortaleza Europa», basado en el «Schengen militar».
En conjunto, el nuevo régimen liberal-globalista de Polonia ha subordinado militar y políticamente su país a la Alemania ideológicamente alineada, tal y como la oposición conservadora-nacionalista advirtió que ocurriría, lo que lo convierte en el mayor Estado vasallo de Berlín. Las Fuerzas Armadas polacas podrían quedar pronto bajo la tutela de la Bundeswehr, que desempeñará el papel principal de contención de Rusia en Europa a instancias de Estados Unidos, mientras que a los polacos se les podría decir que se trata de una «compensación creativa» por la Segunda Guerra Mundial.
La exigencia de reparaciones del gobierno anterior, por imposible que hubiera sido obligar a Alemania a cumplirla, sirvió para presentar a Polonia como el igual geopolítico de su vecino en su ya desaparecida competición regional por la influencia, que terminó con el regreso de Tusk al poder. En cambio, la anulación de facto de esta política mediante la nueva propuesta de una «forma creativa de compensación» simboliza poderosamente que el nuevo régimen liberal-globalista no se atreve a ofender las sensibilidades históricas de su patrón.
Como último signo de lealtad, también permitirán que las tropas alemanas circulen libremente por el país, al tiempo que es probable que las inviten a desplegarse allí de forma permanente al cabo de un tiempo, según la explícita aceptación de este escenario por parte de Szejn, que afianza físicamente la recién reafirmada hegemonía alemana sobre Polonia. Por lo tanto, la oposición patriótica conservadora-nacionalista luchará por restaurar la soberanía de su país, ya que las políticas que sus rivales liberal-globalistas están aplicando activamente están destinadas a ser irreversibles.
*Andrew Korybko, analista geopolítico internacional.
Artículo publicado originalmente en korybko.substack.com
Foto de portada: extraída de korybko.substack.com