La alentó con el ex ministro Silva de transportes y el empresario árabe Samir Abudayeh a quien le dieron 74 millones de dólares para abastecer de biodiesel al Perú donde hoy, precisamente, escasea y se eleva el precio de los combustibles y alimentos que han generado revueltas a lo largo y ancho del país.
Hemos visto cómo para contrarrestar la arremetida de la ultraderecha, el gobierno no recurre a la organización y movilización popular sino negocia para salvarse de la vacancia con los parlamentarios ignaros del Acuñismo y los «niños» lobystas y matreros de Acción Popular.
Castillo se ha aislado del pueblo, le ha dado la espalda a los trabajadores sino, díganme una sola medida a su favor. No encara a los dinosaurios políticos de Avanza País que se oponen a eliminar la tercerización del empleo, del CAS, de los servicios no personales. No aumenta el salario mínimo y no dialoga con la CGTP que se volcará a las calles el juevesv7 de marzo en demanda del cumplimiento de la Agenda 19 orientada a eliminar la precarización del empleo y a restaurar derechos pisoteados en 30 años de brutal neoliberalismo.
En los ministerios ha dejado intacto el manejo inmoral de antiguos funcionarios y los nuevos, son tan corruptos y hambrientos como los anteriores y creen que ser gobierno es haber descubierto la cueva de Ali Babá.
Con Castillo nuestros recursos naturales siguen siendo robados igual que antes y las transnacionales continúan con su festín, el mejor ejemplo es el gas, justo cuando el ex primer ministro Guido Bellido iba a renegociar los precios y anunciaba la posible nacionalización del gas, sospechosamente el presidente lo sacó del cargo, todo se paralizó y hoy el precio de este combustible está por las nubes.
Castillo dio marcha atrás en la reforma tributaria y mantiene intactos los pagos de la inmoral y tramposa deuda externa. Igual que Sagasti que nos endeudó por 100 años. Igual que el lagarto Vizcarra y sus compras de vacunas trafa. Igual que los ladrones PPK, Ollanta Humala, Alan García, Fujimori y el cocainómano Toledo, quienes brillaron con luz propia convirtiendo al Estado en una charca.
Por si fuera poco, en su discurso voluntario ante el Congreso, Castillo anunció miedosamente que seguirá gobernando con la Constitución profujimontesinista del 93 y nos seguirá rigiendo la «economía social de mercado». Es decir, anunció el continuismo neoliberal mondo y lorondo contra el cual insurgió mediante la candidatura que le confió Perú Libre que, a estas alturas, debería deslindar públicamente con Pedro Castillo.
Más argumentos. El presidente, no cumple sus promesas. Ofreció, pero se niega liberar a Antauro Humala injustamente secuestrado por el Estado peruano y se ha olvidado de los maestros. El Poder Judicial y el Ministerio Público siguen emputecidos, igual de podridos y pestilentes.
Es cierto que la ultraderecha está metida y financia mercenarios alentado saqueos y violencia. Cierto que la prensa oligárquica y mermelera atizan el desmadre, pero no podemos cerrar los ojos ante el descontento popular porque hay cosas que el Ejecutivo puede hacer prescindiendo de los otorongos del Congreso y nos atreveríamos a sugerir que, en gesto de transparencia, Castillo entregue a la justicia a sus sobrinos, a Bruno Pacheco y despida a esa manga de chotanos ineptos y hueleguisos de los que se ha rodeado.
A todo lo señalado, todavía hablamos muchos que nos resistimos en llamarlo traición al pueblo, entonces ¿Qué nombre le ponemos?
Tuvo razón Guido Bellido: «Pedro Castillo es un sindicalista básico».
Ahora vemos las consecuencias.
Notas:
*Director del quincenario EL PUKA de Perú
Fuente: Colaboración