Entre los diversos proyectos anunciados por la administración norteamericana, tres sonaron con fuerza en nuestro continente, uno de ellos relacionado con la política arancelaria que impondría a los países exportadores hacia su país, sobre productos que se produjeran o pudieran producirse en el mismo, otro sobre la intención de obtener Groenlandia por el mecanismo que fuera, y la tercera cuestión, planteada por el mismo Trump, sobre la recuperación del control del canal de Panamá.
El pretendido control sobre el canal interoceánico de Panamá por parte de Estados Unidos se ha basado en dos argumentos, uno, planteado por la presencia china en el canal y el segundo por los servicios que paga Estados Unidos por el uso del canal.
Con respecto a la presencia china en el canal podemos decir que el conglomerado privado chino CK Hutchison Holdings que tiene sede en Hong Kong, es socio de las estatales Costco y China Merchants y opera desde hace más de 25 años dos puertos estratégicos de Panamá, Balboa y Cristóbal. Con las otras dos empresas operan en el puerto brasileño de Paranaguá y el peruano de Chancay.
Dada la presión ejercida por la administración Trump, el grupo decidió desprenderse de estos activos por el cual se presentaron varios interesados, uno de ellos fue el consorcio encabezado por BlackRock (NYSE:BLK) e integrado por Global Infrastructure Partners y Terminal Investment Limited.
Por los puertos de Balboa, en el lado Pacífico del canal, y el de Cristóbal en el lado Atlántico, se estima que pasa alrededor de un 3% del comercio marítimo mundial.
El puerto de Balboa es operado por CK Hutchison Holdings , es el segundo puerto con mayor movimiento de contenedores en Panamá y es la terminal de transbordo número uno de América Latina con una capacidad anual potencial de 5 millones de TEU (Unidades Equivalentes a un Contenedor de 20 pies)
Balboa presta servicios a diferentes líneas navieras para las actividades de embarque, desembarque y trasbordo de mercancías hacia la región, cuenta con cinco muelles para barcos portacontenedores en las que opera con 25 grúas porticas.
El de Cristóbal tiene menor movimiento de contenedores con 1,38 millones de TEU según datos del 2024.
BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo, y su nueva división de infraestructura Global Infrastructure Partners y la firma Terminal Investment, con sede en Ginebra, adquirieron de CK Hutchison Holdings, el 90% de las acciones de la empresa en una transacción global valorada en 22.800 millones de dólares que contempla activos portuarios en 43 terminales ubicadas en 23 países.
Con el control de los puertos se obtiene una influencia sobre los precios, los plazos de entrega y las rutas, que adquieren un relieve estratégico en el marco de la guerra de aranceles que plantea el gobierno de Trump, teniendo en cuenta que EE.UU. es el mayor usuario del canal de Panamá, con el 74.7% del tráfico de carga movilizada en el año fiscal 2024 por la vía interoceánica.
Mas allá del relato del presidente Trump sobre la influencia china en infraestructuras estratégicas de la región, argumentando que representaban un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos, la administración que preside, busca con esta adquisición por parte del conglomerado norteamericano, obtener una ventaja comercial y un aporte a sus finanzas bastante deterioradas.

La mano militar del amo del norte
Para abordar el tema multidimensional del “canal”, Trump ha pedido al Pentágono que elabore planes para retomar el Canal de Panamá. Los mismos involucran al Comando Sur y contemplarían el envío de tropas estadounidenses para coordinar con las autoridades panameñas la permanencia de esta fuerza militar en el país. De no acceder el gobierno panameño o su fuerza militar a tal estrategia, se contemplaría la opción del uso de la fuerza.
El memorando titulado “Guía Estratégica de Defensa Nacional Provisional”, que aborda estas opciones para “garantizar el acceso militar y comercial justo y sin restricciones de Estados Unidos al canal de Panamá”, ya fue entregado por el secretario de Defensa Pete Hegseth a los altos mandos.
Antes de este memorando, Panamá y EE.UU. habían suscripto una serie de acuerdos que ya se están aplicando, a pesar de los entredichos mediáticos entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su par panameño acerca del canal interoceánico.
A mediados de febrero de este año, el Ministerio de Seguridad Pública de Panamá y el Comando Sur(SOCSOUTH), acordaron “establecer un marco para el entrenamiento colaborativo a largo plazo”, en el que se “resalta el compromiso compartido con la seguridad regional”. Por el mismo, las Fuerzas Públicas panameñas se subordinan a “la fuerza de combate más letal del mundo”, el Comando Sur, dentro de su propio país.
El convenio permitirá al personal del 7º Grupo de Fuerzas Espaciales (7th SFG), la realización de programas de entrenamiento combinado durante todo el año 2025, que estaría dirigido a los integrantes de la 5ª Brigada de Fuerzas Especiales del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT), Comandos Aeronavales del Servicio Nacional Aeronaval (SENAN), Dirección Nacional de Fuerzas Especiales de la Policía Nacional (PNP) y el Grupo Especial Antiterrorismo del Servicio de Protección Institucional (SPI)
En febrero los equipos de las Fuerzas Especiales y Asuntos Civiles del Séptimo Grupo participaron en un “entrenamiento combinado” con efectivos panameños sobre habilidades avanzadas de puntería, para “contrarrestar amenazas, y al mismo tiempo reforzar el diálogo estratégico”, además, se contemplaría poder contar con “apoyo cívico militar” para “reforzar y mejorar la seguridad a largo plazo” del canal de Panamá.
En el mismo criterio de seguridad, el Comando Sur y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) firmaron un entendimiento de cooperación cibernética en vista a “reforzar la seguridad digital y garantizar la continuidad operativa de la infraestructura crítica frente a las amenazas cibernéticas emergentes”.
De esta manera los militares norteamericanos tendrán acceso a las áreas clave en ciberseguridad de la cadena de suministro y podrán contar con información técnica con la avenencia del ACP. Según el acuerdo firmado, el Comando Sur “colaborará con el canal de Panamá para optimizar los esfuerzos conjuntos en ciberseguridad” y de esa manera, fortalecerá la “colaboración existente” entre la entidad y el Departamento de Seguridad Nacional estadounidense.
Para Alvin Holsey jefe del Comando Sur de EE.UU., el canal de Panamá es fundamental por “importancia estratégica”, de allí su visita a la nación centroamericana para discutir con las altas autoridades locales sobre esta alianza de seguridad.

Pero hay más dentro de esta propaganda militar
Panamá analiza desarrollar un gasoducto de 80 kilómetros a través del istmo que una el Atlántico con el Pacífico como parte de la ampliación de los negocios del país vinculados al canal de Panamá.
El administrador del canal, Ricaute Vásquez, estima que el “movimiento de gas licuado de petróleo” es “altamente relevante para el canal”, y que su demanda “se va a duplicar en los próximos 10 años”, entendiendo que el gasoducto permitiría que el gas licuado de petróleo procedente de la Costa Este de EE.UU. (la costa de Luisiana), que llegaría al litoral atlántico panameño, pudiera trasladarse a la costa pacífica y de allí a los mercados asiáticos, especialmente a Japón.
La magnitud del paquete de negocios estratégicamente proyectados, es lo que realmente mueve a Estados Unidos a desarrollar un desembarco acelerado de la mano de la derecha panameña que, más allá de las formas y la verborragia ha acompañado a la consumación de este enclave colonial que se plantea como una cabeza de playa militar a nivel regional.
No era sólo, la presencia china, o el costo de los servicios brindados por el canal, es sin lugar a dudas la aspiración imperialista de esta nueva élite oligárquica que en su redespliegue monrroista concibe que Nuestra América es para ellos.
Para el pueblo panameño lo que está en juego es algo mucho más complejo que su prosperidad económica, es su soberanía y su posibilidad de existir como Nación.
Oscar Rotundo* Analista político internacional, editor de PIA Global
Esta artículo ha sido publicado en ingles en el portal United World International
Foto de portada: Archivo La Nación