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Palestina: el acceso a alimentos, agua y medicamentos es un derecho humano básico, no negociable

PIA Global comparte con sus lectores las declaraciones del Dr. Bassem Naeem Miembro del Buró Político de Hamás-Gaza

El presidente Donald Trump continúa enfatizando su visión de reducir las tensiones globales y crear un mundo más seguro y pacífico. Sus esfuerzos han comenzado a dar frutos en Ucrania e Irán, y ya han logrado resultados en India y Pakistán. Afirmamos que esta visión, aunque en principio es loable, no podrá realizarse mientras continúen la guerra y el genocidio en Gaza.

Los palestinos, como todos los pueblos del mundo, tienen derecho a vivir en libertad y dignidad dentro de un Estado independiente y soberano. A través de todos sus contactos, incluso con la administración estadounidense, Hamás ha expresado su voluntad de colaborar de forma constructiva con todas las partes internacionales para lograr este objetivo: el cese inmediato de las hostilidades y el lanzamiento de un proceso político creíble que conduzca al establecimiento de un Estado palestino totalmente independiente.

El presidente Trump tiene la influencia y la autoridad para hacer que esto suceda, si existiera voluntad política.

Gaza es parte integral del territorio palestino; no un bien inmueble en venta en el mercado abierto. Estamos comprometidos con nuestra tierra y nuestra causa nacional, y estamos dispuestos a dar cualquier sacrificio para proteger nuestra patria y asegurar el futuro de nuestro pueblo.

Hamás es un movimiento puramente palestino, que cree en la resistencia como un camino legítimo hacia la liberación. Sólo el pueblo palestino tiene el derecho exclusivo de determinar su futuro y elegir sus dirigentes. Hemos pedido reiteradamente elecciones libres y justas en las que nuestro pueblo pueda expresar libremente su voluntad política. Respetamos plenamente los resultados de estos procesos democráticos.

Los acontecimientos del 7 de octubre fueron una respuesta directa —y un acto de autodefensa— a más de 76 años de ocupación e injusticia sistemática, exacerbadas por el fracaso internacional a la hora de lograr una solución política justa que satisfaga los derechos legítimos del pueblo palestino. La historia no comenzó el 7 de octubre.

Durante años, Hamás ha declarado su voluntad de renunciar a la autoridad gubernamental en Gaza y transferir el control administrativo total —completa e incondicionalmente— a cualquier entidad nacional palestina acordada. Esta oferta sigue en pie y no es sólo una propuesta de posguerra.

Entramos en el proceso de negociación con un profundo sentido de responsabilidad nacional y moral. Desde el principio, dejamos claro a todas las partes nuestra voluntad de negociar la liberación de todos los prisioneros israelíes como parte de un acuerdo de intercambio amplio, a cambio del cese de la agresión y la retirada de las fuerzas enemigas. Sin embargo, inmediatamente nos enfrentamos a la intransigencia de Netanyahu y su gobierno extremista, que busca constantemente recuperar a los prisioneros mientras continúa su campaña de genocidio en Gaza. Éste sigue siendo su enfoque declarado, que continúan implementando sin descanso.

Una vez más, cualquier conversación sobre negociaciones carece de sentido cuando Gaza está siendo destruida por el hambre por un lado y los bombardeos por el otro. El mínimo necesario para crear un ambiente de negociación propicio y factible es obligar al gobierno de Netanyahu a abrir los cruces y permitir el ingreso de ayuda humanitaria. La administración estadounidense, encabezada por el presidente Trump, tiene la capacidad de hacer cumplir este compromiso humanitario, que también fue una parte clave de los entendimientos que llevaron a la liberación del soldado Aidan Alexander, entre otros elementos.

El acceso a alimentos, agua y medicamentos es un derecho humano básico, no negociable.

Foto de portada:  IRNA

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