África Subsahariana

Nigeria, un nuevo jugador en el conflicto

Por Guadi Calvo*-
Estados del noroeste y algunos del centro norte de Nigeria desde hace poco más de quince años han ido lentamente cayendo bajo el accionar del grupo terrorista Boko Haram.

Estados del noroeste y algunos del centro norte de Nigeria desde hace poco más de quince años han ido lentamente cayendo bajo el accionar del grupo terrorista Boko Haram, y tras el cisma de 2015 también se han incrementado las operaciones del muy activo Wilāyat Garb Ifrīqīyā Provincia del Estado Islámico del África Occidental, ISWAP, también conocido como Dáesh-Wap, ambos tributarios del Dáesh global, los que también operan en la cuenca del lago Chad.

Además el noreste nigeriano ha debido sufrir la endémica presencia de diferentes bandas criminales que con un accionar muy similar a la insurgencia -asaltos, robos, secuestros extorsivos- en muchas oportunidades es difícil diferenciarlos. Se estima que solo entre 2010 y 2022 estas bandas criminales ocasionaron cerca de 14.000 muertes.

Existen sobradas evidencias de que en muchas oportunidades los terroristas han contratado los servicios de estas bandas criminales para la realización de acciones específicas, como el asalto al tren de la Nigeria Railway Corporation (NRC) Abuja–Kaduna en marzo del 2022 (Ver: Nigeria, el terror se expande y se confunde), o como el secuestro masivo de estudiantes en una escuela de la localidad de Kuriga, en el Estado de Kaduna.

Dado que prácticamente en toda la franja del norte nigerino, fronteriza con Níger y Benín, se producen de manera constante choques entre tropas del ejército, las policías locales y los grupos de autodefensa, con insurgentes y bandidos, es muy llamativo que en este contexto, como se denunció el pasado miércoles 19, que una khatiba del Jama’at Nasr al- islām wal Muslimīn (Grupo de Apoyo al islām y los musulmanes o GSIM), tributario de al-Qaeda en el Sahel, haya ingresado desde la región norte de Benín al territorio nigerino poniéndose en el foco de las fuerzas de seguridad y de las membresías del Dáesh.

Si bien la presencia de al-Qaeda en Nigeria no es una novedad, sí alarma este nuevo intento de restablecerse. Ya lo había intentado en 2019, 2020 y 2021 bajo el nombre Mermeladaāʿatu Unṣāril musulmánīna fī Bilādis Sūdān (Vanguardia para la protección de musulmanes en las tierras negras) más conocido como Ansaru, que no pasó nunca de una dotación de cien muyahidines que apenas han podido golpear con ataques furtivos en algunas áreas del centro noroeste del país, aunque desde que Abubakar Shekau, el mesiánico líder de Boko Haram muerto hace unos años juró lealtad al Dáesh, abandonando a la organización de Osama bin Laden en 2014, nunca funcionó, ya que siempre se ha encontrado con la resistencia tanto de Boko Haram, Daesh-Wap y el propio ejército, que en muchas oportunidades recibió información de sus movimientos de las milicias del Dáesh.

Según se ha informado, estos milicianos se han establecido en el Parque Nacional del Lago Kainj en el Estado de Níger (no confundir con el país vecino), uno de los más grandes de Nigeria. Este parque, con más de 5.300 kilómetros cuadrados de extensión, otros grupos armados también lo habrían usado de santuario en diferentes pasajes de la guerra. Es por esta causa que desde hace dos años se mantiene cerrado. El Kainj albergaba una importante población de leones que en estos últimos años se ha visto seriamente amenazada ya no solo por el accionar terrorista, sino también por la presencia de cazadores furtivos, a lo que hay que agregar el cambio climático, que produce prolongadas sequías a las que se suman altas temperaturas.

La migración de muyahidines del GSIM a Nigeria, cuyo epicentro ha sido históricamente el norte de Mali y de Burkina Faso y que recién en estos últimos años había empezado a avanzar hacia la cuenca del golfo de Guinea, instalándose particularmente en Togo y Benín, se debería a la endeble situación de seguridad del Estado de Níger, sumada a la crítica situación económica, lo que hace más factible la posibilidad de reclutar a los más jóvenes, a los que solo les queda migrar o convertirse en muyahidines.

Otra de las razones de la mudanza de al-Qaeda a Nigeria está vinculada a los éxitos de las acciones conjuntas de las juntas militares de Mali, Burkina Faso y Níger, que tras haber derrocado a los gobiernos corruptos e ineptos para sobrellevar la guerra contra el terrorismo en esos países, dejando toda la estrategia a las diferentes operaciones militares de Francia, los Estados Unidos y Naciones Unidas, cuya verdadera intención, por diferentes razones geoestratégicas políticas y económicas, nunca fue derrotar a la insurgencia, los nuevos gobiernos de Bamako, Ouagadougou y Niamey han contratado la empresa de seguridad rusa Grupo Wagner y la asistencia con armas y asesores del ejército ruso.

A medida que la información sobre la presencia de al-Qaeda en Nigeria se fue confirmando, el Gobierno del presidente Bola Timbu anunció la compra de 50 aviones militares para combatir el terrorismo en la región noroeste del país, mientras sigue desguarneciendo el noreste, históricamente postergado por el Gobierno de Abuja.

De concretarse efectivamente la información sobre el arribo de efectivos de al-Qaeda al noreste nigeriano, un nuevo escenario de violencia se estaría activando, ya que las dos bandas de Dáesh, Boko Haram y el Dáesh-Wap, no van a estar dispuestos a admitir la presencia de sus antiguos hermanos, mucho más ahora que la organización fundada por Osama bin Laden, como la de Abu Bakr al-Bagdadí, se encuentran en una guerra global en cada territorio de los que cohabitan, desde Afganistán a Medio Oriente, el Sahel y ahora quizás también Nigeria, hasta hace muy poco territorio exclusivo del Dáesh.Esta última organización mucho más territorial que al-Qaeda.

¿Rumbo a la capital?

En julio del 2022 el Cuerpo de Seguridad y Defensa Civil de Nigeria había alertado a acerca de que comandos tanto de Boko Haram como del Dáesh-Wap preparaban golpes dentro de Lagos, la megacapital comercial de Nigeria, con una población cercana a los 25 millones, ubicada en el sur del país sobre la costa atlántica. Con cerca de 160 grandes barrios marginales, donde la desocupación, particularmente entre los jóvenes, es extremadamente alta, un objetivo ideal para el reclutamiento de nuevos combatientes para las organizaciones terroristas o bandas criminales.

Desde entonces se han generado varias alertas sobre posibles ataques que por ahora no se han producido, aunque se han incrementado los secuestros extorsivos en la misma ciudad y a sus alrededores.

La región sur de Nigeria ha sufrido con frecuencia ataques que incluso han dejado una importante cantidad de muertos, como la masacre en la Iglesia Owo en el estado de Ondo en 2022, que dejó cerca de 40 personasmuertas. Estos ataques, atribuidos al crimen común por las autoridades, también el Daesh-Wap se lo habría adjudicado.

El pasado enero a lo largo del corredor Lagos-Ibadan se produjeron varios secuestros de figuras políticas. En ese mismo mes también fueron asesinados dos líderes tradicionales del estado de Ekiti. En mayo siete viajeros fueron secuestrados y otro asesinado en la autopista Sagamu-Ijebu-Ode.

Estos hechos de inseguridad son los que han alentado las teorías de que los terroristas se están expandiendo hacia Lagos, son las señales de que se está experimentando inseguridad en la región de Lagos.

La ciudad más populosa y centro de la actividad económica y comercial del país, tanto para el crimen común como para el terrorismo, encierra infinitas posibilidades para recaudar fondos y ganar exposición mediática, ya que como en cualquier gran ciudad cualquier suceso tiene mucha más atención mediática, además de que un atentado en cualquier punto de Lagos, una iglesia, una mezquita, mercado o contra alguno de los muchos grandes paraderos de buses, indudablemente causa muertes masivas de personas inocentes.

Al igual que Abuja Lagos está fuertemente custodiada, ya que es un objetivo sumamente tentador para cualquier organización terrorista, mientras que para el Gobierno sería un golpe de suma gravedad política, por lo que existen una gran cantidad de puestos de control en todos los accesos viales y en lugares públicos, como centros comerciales, edificios estatales, en un contexto de guerra al que se acaba de agregar un nuevo jugador, al-Qaeda, nada menos.

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central

Artículo publicado originalmente en Rebelión

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