Dado el tipo de ataque se consideró que los responsables tendrían que estar vinculados a Boko Haram o a alguna de las dos organizaciones que se desgajaron del tronco central, la Yama’at Ahl al-Sunnah Wal Jihad Lil Dawa (Estado Islámico de la provincia de África Occidental o ISWAP) o Ansaru o Vanguardia para la protección de musulmanes en las tierras negras, aunque a una semana ninguna de estas khatibas se atribuyó la operación cuando ya han sido responsables, en los primeros tres meses del año, de más de 3.000 muertes.
El estado de Ondo se encuentra alejado del epicentro operacional de estas organizaciones fundamentalistas que sí actúan de manera constante en el noreste del país, ya que es esa la región donde se asienta mayoritariamente la comunidad musulmana de Nigeria.
Las autoridades han considerado la posibilidad que los responsables de la masacre sean fulanis, una de las etnias mayoritarias de Nigeria y de toda África occidental, cuya actividad principal es el pastoreo y que en la semana previa al ataque sufrió importantes restricciones en ventaja de sus rivales ancestrales, los granjeros y agricultores de la etnia hausa, la más numerosa del país.
El conflicto histórico entre pastores y campesinos por el acceso a la tierra y el uso del agua se reproduce también en otros países como Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán y otros muchos países del continente, donde se han generado guerras que a lo largo de la historia han dejado miles de muertos y odios infinitos.
En el caso particular del ataque en Owo se cree que ha sido como represalia por las recientes restricciones establecidas por el Gobierno estatal sobre la actividad de los pastores en Ondo, incluso en los bosques donde los atacantes ya han realizado otros asaltos.
La decisión del Gobierno se adoptó tras el crecimiento de los secuestros de granjeros, un delito que si bien se da gran parte del país, en los últimos meses se recrudeció en Ondo, uno de los pocos estados del país que había disfrutado de relativa calma ya que Nigeria, el país más poblado del continente con 206 millones de habitantes, un norte musulmán y un sur cristiano y animista, se encuentra prácticamente en guerra civil no solo contra las bandas islamistassino además contra las organizaciones criminales dedicadas al robo de petróleo en el delta del río Níger y a la piratería en el golfo de Guinea.
Horas después del ataque contra la iglesia se conocieron detalles por las declaraciones de sobrevivientes y testigos, que coincidieron en que no se pudo identificar a los responsables, quienes abrieron fuego y lanzaron explosivos a través de las ventanas cuando finalizaba la misa.
Muchas de las víctimas fueron ejecutadas por tiradores dispuestos estratégicamente frente a las tres puertas con las que cuenta la iglesia, cuando los fieles intentaban escapar del caos provocado en el interior. La policía encontró en torno a San Francisco Xavier artefactos explosivos de fabricación casera sin detonar y cientos de proyectiles de AK-47 (Kaláshnikov).
Las organizaciones armadas tanto de los pastores como de los agricultores han surgido al calor de las cada vez más frecuentes usurpaciones de campos de cultivo amparadas en la falta de seguridad rural en todo el país, dado que la mayoría de las fuerzas del Estado se encuentran abocadas a la lucha contra el terrorismo wahabita que estalló en 2009, desde entonces se fue incrementado en el noroeste y centro del país y desde hace algunos meses también se comenzaron a producir ataques en el oeste, cuyos responsables bien podrían ser bandas del crimen organizado que operan en nombre de los integristas musulmanes, como se sospecha que fue el caso del ataque al tren de la Nigeria Railway Corporation (NRC) el pasado 28 de marzo, que dejó una docena de muertos y más de 150 desaparecidos por los que se pedirá rescate. Una operativa corriente tanto por parte de los rigoristas como de las organizaciones criminales (Ver: Nigeria la perfecta metáfora africana.)
Semanas atrás el líder de la Iglesia metodista fue secuestrado junto a otros dos clérigos en el sureste del país, por cuya liberación se pagaron 240.000 dólares. Mientras, otros dos sacerdotessecuestrados en Katsina, el estado natal del presidente Muhammadu Buhari en el norte del país, siguen sin aparecer. También se conoció que horas antes del ataque a la iglesiade San Francisco Xavier un sacerdote católico había sido secuestrado en Obangede, en el estado de Kogi, limítrofe con el estado de Ondo.
No es casual que estas acciones se produzcan mientras el gigantesco aparato político del país se pone en marcha rumbo a las presidenciales de febrero del 2023, donde el actual presidente Muhammadu Buhari no intentará disputar un nuevo mandato y en las que se apunta como favorito el influyente político Bola Ahmed Tinubu, del partido oficialista Congreso de todos los Progresistas.
Más víctimas y los sospechosos de siempre
Más de 80 nuevos secuestros se reportaron el pasado jueves día 9 en la aldea de Kwari, en el estado de Katsina, tras el ingreso a la comunidad, a media tarde, de hombres armados sin identificarse, aunque algunos de los testigos afirman que eran fulanis. Tras la toma de la aldea incendiaron depósitos de alimentos, saquearon tiendas y antes de retirarse hacia los bosques circundantes pasaron a “cazar” nuevas víctimas mientras casi 2.000 aldeanos huyeron para refugiarse en la ciudad de Jibiya. Entre los secuestrados habría muchos niños y mujeres, algunas de ellas embarazadas. Quienes lograron escapar denuncian que las fuerzas de seguridad no respondieron a los numerosos llamados de auxilio, aunque otras versiones dicen que la policía fue expulsada de la aldea y sus refuerzos emboscados en las cercanías.
Según el Consejo de Seguridad Nacional en declaraciones del día 9, los responsables de la matanza en la iglesia de San Francisco Xavier habrían sido muyahidines pertenecientes a la ISWAP, aunque la organización integrista no se ha adjudicado el ataque, un hecho extraño, ya que este tipo de organizaciones, que compiten con otras por la magnitud y cantidad de operaciones, no demoran en reconocerlas, ya que estos ataques son la mejor publicidad para atraer a los nuevos reclutas. Y más si el ataque fue en realidad realizado por el ISWAP, que ha tomado la delantera en la carrera del terrorismo en Nigeria tras haberse separado de Boko Haram en 2016, con quien incluso ha mantenido duros combates. En mayo del año pasado, en un combate en el bosque de Sambisa, la cuna del terrorismo islámico en Nigeria, el emir de la organización madre, Abubakar Shekau, líder desde 2009, prefirió suicidarse antes de caer prisionero de la ISWAP. Desde entonces la ISWAP, fundada por el emir Abu al-Barnawi, muerto algunos meses después, se ha impuesto como el grupo más activo en el país y uno de los más letales del continente.
Si bien la presencia de la ISWAP es muy escasa en el sur del país, se podría considerar que este avance estaría vinculado a la expansión que la organización está haciendo hacia el este de Nigeria, ya que muchos de sus muyahidines, que combaten tanto en Níger como en el Chad, están retornado por la fuerte presencia de esos ejércitos en las áreas donde se movían con suma comodidad, lo que provocaría que los integristas procuren expandirse dentro del país hacia áreas en las que nunca han actuado.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
Artículo publicado en Rebelión, editado por el equipo de PIA Global