Cientos de barcazas de mineros ilegales que dragaban en busca de oro navegaban el viernes por el río Madeira, en la Amazonia brasileña. Las barcazas fueron detectadas esta semana por el municipio de Autazes, a unos 120 kilómetros de Manaos, la capital del estado de Amazonas.
Esas pequeñas concentraciones de barcazas son habituales a lo largo de los ríos de la región, pero la última colección atrajo la atención internacional luego de que Greenpeace divulgara imágenes reproducidas por varios medios de comunicación donde se veían varias filas de balsas.
Tras la conmoción generada por la viralización de dichas imágenes, el vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourão, anunció una inminente operación policial en la zona, lo que hizo que los mineros se marcharan a primera hora del viernes y se dirigieran a otro lugar del río, reduciendo drásticamente el número de embarcaciones y evitando así un trastorno para los invasores.
El minero Thiago Bitencourt Gomes, que sólo llevaba unos pantalones cortos y unas chanclas, dijo el viernes a The Associated Press que unas 400 balsas -unas 3.000 personas- se congregaron en la zona después de que un minero encontrara oro allí y alertara a los demás.
Historia repetida
El río Madeira se hizo famoso a partir de 1980, cuando los mineros consideran que se dio el “pico” de esta actividad luego de que miles de personas se vieron atraídas por la promesa de un oro fácil y rápido.
Para extraerla, casi siempre se recurre a buzos que ayudan a bajar barrancos de tierra y los sacan a la superficie con bombas de succión. Esta actividad es extremadamente peligrosa, y hay numerosos informes de buceadores que han muerto por el colapso de barrancos o troncos que les golpearon mientras estaban sumergidos.
En la balsa, esta tierra se “lava” y pasa por un conjunto de cintas que separan el oro de otros sedimentos. Para separar el mineral de las impurezas, suelen utilizar mercurio, una sustancia tóxica que se arroja al agua, provocando daños en toda la cadena alimentaria y generando un efecto acumulativo que puede causar enfermedades neurológicas.
Sin embargo, el avance de la minería ilegal en la selva amazónica es solamente uno de los problemas que enfrenta Brasil en relación a la destrucción del medio ambiente. Desde la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país en 2019, tanto el agronegocio como los negocios ilegales de minería y extracción de madera aumentaron exponencialmente.
Ya a partir de su primer año al frente del país, los índices de deforestación ilegal así como los números de incendios detectados cada año durante las sequías alcanzan récords alarmantes cada año. Sólo en 2019, la deforestación ilegal aumentó un 34%, pasando de 7.536 km² a 10.129 km². El año pasado, el aumento fue de 9,5%, con un total de 11.088 km², registrando el pico más alto desde 2008.
Como ya se sabe, los incendios son la manera más rápida y efectiva para despejar territorios vírgenes que puedan servir tanto de tierras para el pastoreo de ganado, como para el cultivo de soja o, en territorios específicos, la extracción de mineralesy madera.
El discurso oficial es tal vez la garantía más concreta que tienen los invasores para avanzar en la destrucción para el saqueo. En 2020, por ejemplo, una operación de lucha contra la minería ilegal en Pará se interrumpió tras las protestas de los mineros,quienes posteriormente fueron trasladados a Brasilia en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) para reunirse con representantes del gobierno.
Además, el presidente envió al Congreso un proyecto de ley para regular la minería en tierras indígenas, una medida criticada por los ecologistas y las entidades que representan a los pueblos nativos. A su vez, Bolsonaro dijo en mayo de este año que no sería “justo” criminalizar a los mineros en Brasil.
Además del discurso presidencial, uno de los motivos principales por los cuales el avance de la deforestación se concreta a cada día es la falta de fiscalización ambiental. Un estudio de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) publicado en junio de este año muestra que hubo una caída del 43,5% en el promedio anual de multas aplicadas por el Ibama en la Amazonía entre los años 2019 y 2020 en comparación con el período entre 2012 y 2018.
El valor del oro
Otro factor que ayuda a explicar la “fiebre” del oro del río Madeira es el aumento de su precio en el mercado internacional. Entre abril de 2018 y noviembre de este año, el valor de la onza-troya de oro en el mercado de materias primas de Nueva York aumentó un 48%, pasando de 1.205 dólares a 1.788 dólares (cifra más reciente).
Como cada onza-troya tiene 31 gramos, se estima que cada onza de oro cuesta, en teoría, 320 reales. Esto explica el aumento del número de mineros no sólo en el río Madeira, sino en varias otras regiones del país como la Tierra Indígena Munduruku en Pará, regiones de Mato Grosso y el río Japurá en el extremo oeste de Amazonas.
La facilidad para colocar el oro de origen ilegal en el mercado formal es uno de los principales motivos que explica la cantidad de balsas de mineros registradas por Greenpeace en el río Madeira.
Larissa Rodrigues, directora de la cartera del Instituto Escolhas, un centro de estudios que investiga temas como la cadena del oro, afirmó en una entrevista que el discurso y las acciones del gobierno alimentan la expectativa de que la minería ilegal acabe regularizándose. Actualmente hay minas de oro legalizadas que operan en Brasil, sin embargo, una gran cantidad del oro que se vende en el mercado formal es de origen ilegal.
Según Rodrigues, el proceso para “calentar” el oro ilegal es extremadamente sencillo. Basta con llevar el producto a un distribuidor de valores (DTVM) y rellenar un formulario en el que se indique que el oro se ha extraído en una zona autorizada por la Agencia Nacional de Minería (ANM).
Un estudio del Instituto Escolhas señala que en 2020, Brasil exportó 111 toneladas de oro, pero el 17% de ese total (19 toneladas) serían ilegales porque no tenían registrada su producción o no había documentos que acreditaran su extracción legal.
Tras la divulgación de las imágenes y la repercusión nacional e internacional negativa para el gobierno, el vicepresidente del país Hamilton Mourão instó a las fuerzas de seguridad a detenerla acción de los mineros. La Policía Federal (PF), con el apoyo de las Fuerzas Armadas, lanzó el sábado (27) una operación en el río Madeira con dos lanchas de la PF salieron delante del convoy para evitar una posible estampida de mineros.
Según el balance parcial, se destruyeron 69 dragas, se detuvo a un minero y se incautó oro. Sin embargo, tras el anuncio público de Mourão, la gran mayoría de las balsas registradas por las imágenes divulgadas fueron abandonadas por sus ocupantes o bien desviaron su rumbo para continuar la extracción en otros puntos del río.
Con la operación impulsada por las autoridades, lo que se busca es pasar una imágen de combate a las actividades ilegales de extracción que combine con las promesas de reducción de la destrucción ambiental hecha por el gobierno en la COP26.