La Knesset (parlamento israelí) oficializó, en la noche del domingo 13, por un ajustado resultado de 60 votos a favor, 59 en contra y una abstención, la nueva coalición que gobernará la ocupación israelí, encabezada por Naftali Bennett, del partido Yamina («a la derecha» en hebreo), que será el primer ministro de la entidad sionista tras derrotar a la coalición de Benjamin Netanyahu, al frente del gobierno israelí durante 12 años, sin interrupción del mandato.
El ajustado resultado y el retraso en la formación de un nuevo gobierno, tras cuatro intentos electorales en menos de dos años, además de las deserciones en el seno de la entidad sionista, ponen de manifiesto la profundidad de la crisis política, económica y moral que vive Israel, en paralelo a la crisis militar y de seguridad, tras el fracaso en la derrota de las fuerzas de la resistencia durante la Espada de Jerusalén. La citada batalla «abrió enormes horizontes ante las ambiciones de libertad, liberación y retorno a su tierra de los palestinos», según el secretario general del movimiento Yihad Islámico Palestino, Ziyad Al-Nakhalah.
Los ocho partidos sionistas de derecha y centro-derecha, incluido Ra’am (Lista Árabe Unida), acordaron que Bennett gobernará durante los dos primeros años, y el resto del mandato se lo repartirá con YairLapid, líder del partido de extrema derechaYeshAtid («hay un futuro» en hebreo). Los partidos que respaldan a Netanyahu y Bennet son todos racistas y buscan asegurar el estatus del régimen sionista para mantener la supremacía judía en Palestina. Incluso los partidos israelíes de izquierda («sionistas de izquierda»), además de no tener ninguna influencia en la política israelí, acaban sumándose a las prácticas del Estado judío para deslegitimar la resistencia palestina.
Naftali Bennett es un millonario de la alta tecnología, hijo de inmigrantes estadounidenses, y un judío ortodoxo partidario de los asentamientos judíos en Cisjordania. Bennett entró en política vinculándose a las fuerzas de la ultraderecha israelí de la mano de Netanyahu, de quien fue jefe de gabinete en 2005, para luego ser ministro de Educación, Economía y Defensa.
Ya ha declarado: «He matado a muchos árabes en mi vida. Y no hay ningún problema con eso». Además de esto, ha hecho otras declaraciones absurdas que demuestran muy bien lo que piensan los dirigentes sionistas israelíes, como la que dio al periódico Times of Israel: «Soy más de derechas que Bibi, pero no utilizo el odio o la polarización como herramienta». Sobre las negociaciones de paz con los palestinos, dijo en 2018: «No daría ni un centímetro de tierra a los árabes».
El autodenominado «gobierno del cambio» no cambiará nada en relación con los palestinos y otros actores regionales como Irán, Siria y Hezbolá. Bennett ha descartado cualquier posibilidad de acuerdos que permitan un Estado palestino independiente. El gobierno que inició su mandato presenta como principios básicos la judaización del Estado de Israel, incluyendo Jerusalén y Galilea, el control absoluto de todos los territorios ocupados, la consolidación de la ocupación y la intensificación de los asentamientos.
Un sondeo de opinión, encargado por el canal de televisión israelí Channel 12, señaló que el 43% de los israelíes no cree que el nuevo gobierno vaya a terminar su mandato, lo que provocaría unas nuevas elecciones. Sólo el 11% cree que el nuevo gobierno tendrá éxito y completará su mandato. En una clara demostración del descreimiento de los israelíes con la política y los políticos de la derecha sionista, el 61% de ellos cree que Bennett aceptó la formación del nuevo gobierno por intereses personales, el 20% por razones ideológicas y el 19% no supo responder.
Israel ha alcanzado el punto álgido del aislamiento mundial, mientras aumenta el grado de opresión y violencia contra la población palestina en los territorios ocupados y se enfrenta a la inminencia de una revuelta peligrosa y sin precedentes de los 1,7 millones de palestinos que viven en los territorios asignados a Israel. ¿Podrá Bennett resolver el enfrentamiento entre colonos fanáticos judíos y árabes-israelíes, hoy uno de los principales problemas de la sociedad israelí?
En una declaración emitida el domingo 13 por la noche, el portavoz de Hamás, FawziBarhoum, afirmó que «cualquiera que sea la forma que adopte el gobierno israelí, no cambiará la naturaleza de nuestras relaciones con él como entidad ocupante a la que hay que enfrentarse y defender nuestros derechos por todos los medios y formas, especialmente los armados de la resistencia.» Barhoum señala que «la sangre palestina y la santidad de Jerusalén son una línea roja, y que el comportamiento de este gobierno determinará la naturaleza y el curso de acción en el tratamiento de la ocupación».
No hay razón para celebrar el cambio de mando en el Estado sionista, porque no aportará ningún beneficio a los palestinos. Es más de lo mismo. La resistencia ha repetido que mantendrá el dedo en el gatillo, porque Israel continuará con su escalada de agresiones y la expansión de la ocupación y los asentamientos, mientras niega los derechos del pueblo palestino a su Estado, el retorno de los refugiados y la liberación de los presos políticos.
En un momento en que la opinión pública internacional se ha vuelto efectivamente contra Israel y su narrativa colonial, y no hay expectativas de cambio con el nuevo gobierno israelí, Hamás y las demás fuerzas de la resistencia palestina han afirmado que seguirán luchando por los derechos del pueblo, la preservación de los lugares sagrados, la liberación de los presos políticos y el fin de la ocupación en todos los territorios palestinos.
*Sayid Marcos Tenório es historiador y especialista en Relaciones Internacionales. Es vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal) y autor del libro Palestina: del mito de la tierra prometida a la tierra de la resistencia (Anita Garibaldi/Ibraspal, 2019. 412 p). Correo electrónico: sayid.tenorio@uol.com.br – Twitter: @HajjSayid