En este nuevo tablero global, países como Malasia se han destacado por su firme denuncia del genocidio en Gaza, y por su defensa inquebrantable de los derechos del pueblo palestino.
Esta postura ha generado un fuerte malestar en Tel Aviv, al punto de que el propio primer ministro malayo, Datuk Seri Anwar Ibrahim, ha denunciado abiertamente que su país se ha convertido en objetivo directo de operaciones de inteligencia del Mossad.
Malasia, una voz clara contra el genocidio
En medio de la brutal ofensiva y campaña de genocidio israelí sobre Gaza, que ha dejado más de 59.000 civiles muertos según el Ministerio de Salud del enclave palestino, Malasia ha sido uno de los pocos países que ha elevado la voz de manera consistente desde el Sudeste Asiático.
El gobierno malayo no solo ha condenado los crímenes de guerra israelíes, sino que ha exigido formalmente la expulsión de Israel de las Naciones Unidas por sus violaciones sistemáticas del derecho internacional y su política de limpieza étnica contra el pueblo palestino.
Esta firme posición ha colocado a Kuala Lumpur en el centro de la atención no solo mediática, sino también de las operaciones encubiertas del aparato de inteligencia israelí.
“Existe una gran probabilidad de que nuestra postura firme en defensa de Palestina haya convertido a Malasia en un blanco de las actividades de inteligencia del Mossad”, declaró el primer ministro Anwar Ibrahim ante el Parlamento, alertando sobre una amenaza externa real contra la soberanía nacional.
Amenazas encubiertas y operaciones clandestinas
La Policía Real de Malasia (PDRM) ha confirmado que el país enfrenta riesgos concretos vinculados a la infiltración de agencias de inteligencia extranjeras, entre ellas el Mossad.
El Inspector General de Policía, Tan Sri Razarudin Husain, señaló que se han identificado incidentes que implican a redes de inteligencia extranjeras, como el secuestro de un ciudadano palestino y un caso relacionado con la posesión ilegal de armas de fuego.
Además, se sospecha que existen operaciones conjuntas entre actores locales y agentes israelíes, lo que ha llevado a la adopción de medidas de seguridad reforzadas en todos los puntos de entrada al país.
También se han incrementado los controles sobre extranjeros que permanecen en Malasia por motivos laborales o de residencia prolongada.
El gobierno ha lanzado advertencias a la comunidad palestina residente en el país para que mantenga un perfil bajo, al mismo tiempo que ha reforzado la cooperación interinstitucional y el intercambio de inteligencia con otros socios internacionales para prevenir nuevas infiltraciones o actos de sabotaje.

El Sudeste Asiático en la agenda de Tel Aviv
La creciente importancia del Sudeste Asiático en el nuevo escenario multipolar lo convierte en un terreno fértil para disputas indirectas. Israel, consciente de la pérdida de apoyo en Occidente y del aislamiento diplomático que enfrenta tras sus crímenes en Gaza, busca contrarrestar la narrativa crítica desde regiones emergentes como el Sudeste Asiático.
Malasia, país de mayoría musulmana con una histórica simpatía hacia la causa palestina, ha sido coherente en su denuncia del apartheid israelí. A diferencia de otras capitales que practican una diplomacia ambigua, Kuala Lumpur ha optado por un discurso claro y sostenido, lo que explica el interés del Mossad en desestabilizar su política interna o neutralizar su influencia.
Anwar Ibrahim, en su alocución parlamentaria, también reconoció que Malasia se ha convertido en punto de tránsito para el contrabando de armas y drogas, otra vía potencial para la infiltración extranjera.
Sin embargo, aseguró que el Ministerio del Interior ha adoptado medidas proactivas para blindar al país frente a cualquier amenaza híbrida, tanto desde el exterior como mediante colaboracionistas internos.
Un faro en medio del silencio
En un mundo donde muchos gobiernos prefieren mirar hacia otro lado ante el genocidio en Gaza por temor a represalias diplomáticas o comerciales, Malasia ha decidido levantar la voz.
Su firmeza le ha costado amenazas, infiltraciones y operaciones encubiertas, pero también le ha ganado el respeto de millones que buscan referentes morales en un escenario global marcado por la hipocresía y la doble vara.
Malasia ha decidido jugar un rol activo y desafiante frente al sionismo internacional, sabiendo que el precio puede ser alto. En esta coyuntura, la solidaridad con Palestina no es un gesto simbólico, sino un acto de resistencia frente a la maquinaria del espionaje y la manipulación global.
*Foto de la portada: RTM