En la Unión Europea se ha consolidado un partido de guerra transversal contra Rusia. A la cabeza del mismo se encuentran sobre todo algunos países de Europa del Este (Polonia, Estonia, Lituania) que siempre han estado muy vinculados a EEUU pero a los que, con un enorme sentido de la irresponsabilidad, la nueva Comisión Europea ha colocado en el asiento del conductor en materia de política exterior y defensa.
Estos voluntariosos belicistas de Europa, sin embargo, gozan de apoyo y consenso en el resto de los estados miembros, bien porque son muchos los que piensan que la industria militar puede ser la salida a la actual crisis industrial, bien porque en la propia crisis de perspectivas de la UE ante la crisis y la competencia global, no son pocos los que piensan que la guerra puede ser una de las posibles soluciones.
Ya ocurrió en el pasado y ahora el escenario se repite, un poco como en los años 30, alimentado además por la vuelta a la competencia, al proteccionismo e incluso a los tejemanejes «interaliados» como parece anunciar la administración Trump.
Hemos intentado resumir algunas de las declaraciones de los últimos días de los líderes europeos y de la OTAN, que dan una idea bastante clara -por desgracia- de lo que venimos señalando.
«Si Europa quiere sobrevivir, debe armarse», dijo el Primer Ministro polaco Tusk al Parlamento de Estrasburgo en su discurso inaugural como Presidente en ejercicio del Consejo Europeo. «No es nuestra elección. No soy militarista. Polonia es un lugar en la tierra donde nadie quiere que vuelva a haber una guerra. Hemos sufrido más en Europa», prosiguió Tusk, »pero quizá por eso entendemos tan bien que para evitar que se repita trágicamente la historia, todos debemos ser fuertes, estar armados y decididos. Fuertes de espíritu, pero también fuertes en nuestra capacidad de defendernos», dijo el primer ministro polaco.
Cuando Tusk trató de detallar el razonamiento, salieron cosas destinadas a pesar sobre las prioridades de la propia Unión Europea, o al menos de la que hemos conocido hasta ahora.
Por ejemplo, el aumento del gasto militar podría llevar a la emisión de una deuda a escala europea, como defienden Polonia y Francia, es decir, esos eurobonos que la propia UE se negó a emitir para hacer frente a la crisis financiera del año pasado. Y no sólo eso. Según el primer ministro polaco, en línea con los aires trumpistas que soplan desde EEUU, algunas de las regulaciones medioambientales introducidas por la UE en los últimos cinco años son responsables de los precios «prohibitivos» de la energía a los que se enfrentan hoy consumidores y empresas y que, a su juicio, dañan la competitividad del bloque frente a EEUU y China.
«Europa no puede perder la competencia global. No puede convertirse en un continente de gente e ideas ingenuas. Si vamos a la bancarrota, a nadie le importará ya el medio ambiente natural en el mundo», dijo Tusk.
El primer ministro polaco pidió al Parlamento Europeo que lleve a cabo una «revisión exhaustiva y muy crítica» de todas las leyes del Green Deal, arrancando los aplausos de los eurodiputados de derechas y la desaprobación de otros. Con argumentos coincidentes con los de la derecha gobernante en Italia, Tusk advirtió de que los altos precios de la energía podrían provocar el descontento popular hasta tal punto que los gobiernos elegidos democráticamente serían «aniquilados» e imploró a los legisladores que abandonen «doctrinas e ideologías duras» en favor del «sentido común».
En este repaso a los anhelos belicistas, no podía faltar la estonia Kaja Kallas, nombrada Alta Representante de la UE para la Política Exterior, quien, durante la conferencia anual de la Agencia Europea de Defensa en Bruselas, hizo hincapié en la urgencia de armarse, declarando que Europa debe apoyar a Kiev y reforzar su defensa, ya que Ucrania representa el frente de defensa europeo y Moscú seguirá siendo una amenaza existencial mientras sigamos invirtiendo poco en nuestra defensa.
La UE, según Kallas, necesita invertir más y mejor en defensa, no solo para responder a las amenazas externas, sino también para calmar las preocupaciones del nuevo presidente de Estados Unidos, que ha amenazado con recortar la financiación de la OTAN. «El presidente Trump tiene razón al decir que no estamos gastando lo suficiente», subrayó Kallas, en referencia a la petición del presidente estadounidense de aumentar la inversión en defensa hasta el equivalente al 5% del PIB de cada país miembro de la OTAN. «La defensa es una industria altamente cualificada y de alta intensidad que requiere dinero, personas y tiempo. Tenemos dinero y personas, pero no tiempo. Ucrania nos está haciendo ganar tiempo», argumentó Kallas.
En resumen, la industria y el gasto militar pueden convertirse en una oportunidad de crecimiento económico en la que centrarse.
Se hizo eco de él -y no podía ser de otra manera- el recién nombrado Comisario Europeo de Defensa y Espacio, el lituano Andrius Kubilius, quien cree que un enfoque europeo común puede marcar una gran diferencia en la preparación de la UE ante amenazas militares e incluso «guerras híbridas».
«Ya no podemos permitirnos un enfoque fragmentado. Necesitamos un verdadero enfoque «big bang» para aumentar la producción y adquisición de material de defensa», declaró el lituano Kubilius en la conferencia de la Agencia Europea de Defensa.
Kubilius hizo hincapié en la necesidad de sistemas de armas interoperables, de una demanda agregada para la industria militar y de más proyectos de interés común europeo, como el escudo de defensa aérea, el escudo cibernético y la Iniciativa para las Fronteras Septentrionales y Orientales.
En la próxima década, la UE necesitará al menos 500.000 millones de euros para seguir siendo competitiva en el sector de la defensa. Pero ¿a dónde irá a parar todo este dinero?
El nuevo Secretario de la OTAN, Mark Rutte (uno de los impulsores de las políticas de austeridad económica cuando era Primer Ministro holandés), declaró el pasado diciembre que «los ciudadanos europeos tendrán que hacer sacrificios», como recortes en pensiones, sanidad y sistemas de seguridad social, para pagar el aumento del gasto en defensa y garantizar la seguridad de Europa a largo plazo.
Rutte admitió que, aunque no existe una amenaza inminente para los aliados, el peligro avanza «a toda velocidad» hacia la Alianza Atlántica. No estamos en guerra, pero desde luego tampoco estamos en paz», declaró el Secretario de la OTAN.
Por último, y en referencia a estas declaraciones, el nuevo comandante del comité militar de la OTAN, el almirante italiano Cavo Dragone, dijo en una entrevista que Rutte «habla de una mentalidad de guerra. Puede que nos asuste, pero desde luego no podemos tener una mentalidad de paz. No sé cómo podemos llamarla para ser políticamente correctos, pero ya no es una mentalidad de paz. Porque ya vemos lo que ha generado ahora’.
Y es en este resplandor de declaraciones e indicaciones belicistas que en Italia, primero el Senado y luego la Cámara de Diputados votaron abrumadoramente a favor del decreto que prorroga el envío de armamento a Ucrania hasta 2025.
En la Cámara, después de que el PD y la derecha gobernante votaran o se abstuvieran a favor de sus respectivas resoluciones, la votación final está prevista para el martes 28 de enero. Y así es como el partido de la guerra cruzada arrastrará a nuestro país a esta vorágine.
*Sergio Cararo, funcionario a tiempo parcial y periodista autónomo. Redactor de Radio Città Aperta, director desde 1993 y luego desde 2007 responsable primero del periódico y luego del periódico on line Contropiano. Ayudó a fundar el Foro Palestino en 2001.
Artículo publicado originalmente en Contropiano.
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