Europa continúa con la tendencia de las victorias electorales de partidos críticos de la OTAN, de la UE, de la guerra en Ucrania y, en algunos casos, a favor de mantener buenas relaciones con Rusia. Pero estas victorias también profundizan otra tendencia que se viene observando en el accionar de la élites europeas, frenar a través de modus operandis poco democráticos el avance de estos partidos y a cualquier costo.
Esto refleja otra de las tantas crisis que atraviesa la región, una crisis política en Europa, la crisis de la democracia en el plano de la legitimidad institucional.
En Croacia, Zoran Milanović ganó la segunda vuelta con un 74,68% frente a Dragan Primorac, que obtuvo un 25,32%. Milanović es el nuevo presidente de Croacia por un mandato de 5 años.
El mandatario ha declarado en varias oportunidades estar en contra de la inclusión de Croacia en la guerra en Ucrania, desde el envío de soldados croatas a supuestos entrenamientos hasta las ayudas que ha brindado la UE. Milanovic ha sido muy crítico de la UE y de la OTAN especialmente en relación al apoyo a Ucrania.
“Un soldado croata no luchará guerras extranjeras”, escribió en facebook Milanovic.
En Austria, las elecciones generales en septiembre de 2024 dejaron al FPÖ en primer lugar con un 28,8% de los votos. No obstante, este resultado no da al FPÖ una mayoría absoluta por lo que se encuentran en un gran desafío ante las negociaciones ya que la mayoría de partidos se ha negado a formar coalición.
Primero el presidente llamó a formar gobierno al ÖVP, quien intentó negociar con el SPÖ y NEOS, pero no tuvo éxito. Por lo que el intento de aislar al FPÖ habría fracasado y el presidente otorgó a Hebert Kickl, líder del FPÖ la posibilidad de formar coalición. Las negociaciones están en marcha. Aunque el FPÖ ya ha formado parte de las coaliciones de gobiernos anteriores, esta es la primera vez que lidera la coalición como principal partido.
El FPÖ se creó en 1956, y en principio estuvo relacionado al nazismo a partir de su primer líder, Anton Reinthaller. Desde 1980, con el liderazgo de Jörg Haider, el FPÖ comenzó a ganar popularidad debido al giro ideológico y a la atracción de sectores descontentos con los partidos tradicionales austriacos, lo que llevó a la primera gran victoria del partido en 1999.
El FPÖ se ha caracterizado por ser un partido anti-establishment, euroescéptico, antiinmigración, que pregona las buenas relaciones con Rusia por lo que actualmente se opone a las sanciones contra Moscú, y el rechazo a involucrar a Austria en el conflicto ucraniano y en las tensiones globales.
En su programa electoral, el FPÖ, resalta la importancia de la neutralidad, independencia de las organizaciones supranacionales, autarquía económica y libertad individual en asociación a un nacionalismo soberano.
Kickl considera que la condición de libertad de Austria hoy se encuentra en peligro debido a que “el gobierno del Estado ya no tiene su sede en Viena, sino en Bruselas”, haciendo referencia hacia su postura crítica sobre las instituciones de la UE.
Un punto sumamente importante en lo que se refiere a política exterior propuesto por el FPÖ es su posición respecto a la OTAN. En el documento, el FPÖ propone que para recuperar la soberanía de Austria, el país “debe permanecer neutral” con una “política de paz activa en lugar de acercamiento a la OTAN”, incluso asegura la “no pertenencia a la OTAN” y la “no participación en el Escudo Celeste (Sky Shield)”, memorando de entendimiento bajo el liderazgo alemán firmado en 2023 que establece la adquisición conjunta de equipos de defensa aérea y misiles por parte de las naciones europeas.
“Compromiso con la neutralidad, la diplomacia y el diálogo. Razón en lugar de guerra”. En sentido el FPÖ dice “no al Fondo Europeo de Apoyo a la Paz”, mecanismo de financiación de la guerra para Ucrania, y si a una “financiación adecuada y a largo plazo de unas fuerzas armadas eficientes”.
El renovado avance del FPÖ ya se advirtió en las elecciones al Parlamento Europeo en junio de este año, en donde el Partido de la Libertad obtuvo el primer resultado histórico encabezando los comicios a nivel nacional con un 27% de los votos. Consiguió 6 escaños para el Parlamento Europeo, mientras que el ÖVP quedó en segundo lugar con 5 escaños y un 23% de los votos; el SPÖ se encuentra en tercer lugar, por una escueta diferencia con el ÖVP, y obtuvo también 5 escaños. Por último, tanto Los Verdes como Neos se quedaron con 2 escaños cada uno.
El FPÖ forma parte del recién formado eurogrupo Patriotas por Europa. Su lema es “Make Europe Great Again” (Hacer a Europa grande de nuevo), ¿suena conocido?.
Austria y Croacia se suman a la lista de países como Georgia, Eslovaquia, Hungría, Serbia con gobiernos críticos de las instituciones transatlánticas como la OTAN y la UE. Pero también hay que sumarle los partidos en Rumania y Moldavia que no han llegado al gobierno debido al accionar golpista de las estructuras atlantistas.
En este contexto regional se está desarrollando la campaña electoral en Alemania para este 23 de febrero. Una Alemania que no sólo no escapa del acontecer europeo, sino que lo viene protagonizando.
Por un lado por liderar el apoyo militar a Ucrania y la militarización europea de la mano de la OTAN, pero también por ser de una de las potencias que se ha hundido completamente en pocos años. La crisis económica, energética, de desempleo, desindustrialización y política se tradujo por un lado en el avance de los extremos derecha e izquierda en los comicios electorales al Parlamento Europeo, en las regiones de Turingia y Sajonia y en el llamado a elecciones anticipadas.
El comienzo del fin del gobierno de Scholz se da en el momento en que decide correrse del proyecto nacional y europeo que venía construyendo Angel Merkel y alinearse con el proyecto del globalismo atlantista.
El posicionamiento de la coalición semáforo que centraba la política exterior en el apoyo ferviente a Ucrania y financiamiento a Kiev mientras su país atravesaba profundas y múltiples crisis también repercutió hacia el interior del país.
Esto se vió por un lado en el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo en donde AfD quedó en segundo lugar quedándose con 15 escaños, 6 más que en 2019, y ubicando al SPD al tercer lugar con 14 escaños, mientras los verdes de Die Grüne perdieron 9 escaños. Por otro lado, se reflejó en el resultado de las elecciones regionales en los Lander (Estados) alemanes de Sajonia y Turingia en donde la CDU, BSW y AfD protagonizaron los resultados.
Estos resultados nos indican la crisis y el colapso de los partidos políticos tradicionales de Alemania, pero en especial el fuerte rechazo de las políticas belicistas encabezadas por Scholz y el amplio apoyo que ganaron los partidos que se oponen a la política de alineamiento otanista en política exterior, a la participación alemana en la guerra en Ucrania y a las tensiones entre la UE y Rusia.
Tanto AfD, ubicado como extrema derecha, como BSW, ubicado como extrema izquierda, comparten una visión de oposición de involucrar a Alemania en la guerra de Ucrania, como también una política conservadora en el aspecto migratorio. El único partido tradicional que se mantiene en competencia es la CDU. Una CDU que gobernó con Angela Merkel, hoy una CDU distinta liderada por Friedrich Merz.
Frente a este contexto regional, y sobre una eventual victoria de AfD en Alemania, el excomisario europeo de Asuntos Digitales y Mercados Interiores, Thierry Breton, declaró que deben hacer “cumplir nuestras leyes en Europa cuando corren el riesgo de ser eludidas y cuando, si no se hacen cumplir, pueden conducir, de hecho, a interferencias. Lo hemos hecho en Rumanía y, obviamente, tendremos que hacerlo, si es necesario, en Alemania”.
Recordemos que en Rumania se llevó a cabo un golpe de estado preventivo. El Tribunal Constitucional anuló los resultados de la primera vuelta electoral en donde el candidato independiente, Calin Georgescu, sorprendió obteniendo el primer lugar y pasando a 2da vuelta contra Elena Lasconi.
El Tribunal Constitucional dijo que “garantizaba la corrección y la legalidad del proceso electoral” después de haber recibido, explicaron los jueces, múltiples solicitudes en este sentido motivadas por documentos de inteligencia desclasificados que revelaban la injerencia rusa en la votación, manipulación en la campaña electoral, incluyendo desinformación y uso indebido de algoritmos de redes sociales. Esto implica la reprogramación de la contienda electoral incluyendo la campaña, un hecho sin precedentes en la historia política del país.
Georgescu se presentó como candidato independiente en octubre y realizó una fuerte campaña enfocada en tik tok, por lo cual fue duramente criticado e incluso se utilizó como argumento para anular los resultados.
No obstante luego se conoció que el Partido Nacional Liberal (PNL), proeuropeo, fue quien financió una campaña en TikTok que terminó beneficiando a Georgescu de manera indirecta.
Georgescu, posee un perfil nacionalista, soberanista, tradicionalista, antiglobalismo, con una posición alejada de la Unión Europea y de la OTAN que aboga por las negociaciones en Ucrania y la neutralidad de Rumanía. Hace pocos días, el Tribunal Superior de Casación y Justicia rechazó el recurso contra la anulación de las elecciones presentado por Georgescu, quien aseguró que continuaría su batalla legal hasta las más altas instancias europeas.
Las nuevas elecciones ya tienen fecha, el 4 de mayo. Hasta el momento, Georgescu no ha confirmado si se presentará a esta nueva contienda, ni tampoco se conoce si lo dejarán presentarse.
Si bien las declaraciones de Bretton no insinúan una búsqueda de anulación directa de las elecciones en Alemania en caso de que gane AfD, si se advierte, como en muchas otras oportunidades, el doble rasero que manejan las instituciones europeas a la hora de observar, controlar y clasificar las contiendas electorales en los países europeos. Incluso en Rumanía, que Bretton menciona orgullosamente que han frenado las elecciones bajo las leyes europeas, aún cuando las investigaciones han advertido que la campaña por la cual anularon la victoria de Georgescu la realizó otro partido sin interferencia extranjera, no se han retractado ni han salido a defender dichos valores y normas europeas a favor de la democracia rumana en donde la ciudadanía había elegido a Georgescu en primera vuelta. Al contrario, lo ha puesto de ejemplo.
También se puede mencionar el caso de Moldavia, en donde se llevaron adelante elecciones presidenciales y un referéndum en relación a la adhesión a la UE. Los resultados arrojaron que dentro de territorio moldavo, Stoianoglo, candidato con una postura con enfoque más pragmático o equilibrado sobre la política exterior caracterizado por sostener la importancia del diálogo con Rusia, obtuvo el primer lugar en ambas vueltas. No obstante, Sandu obtuvo la victoria gracias al voto de los moldavos en el extranjero. Justamente el desarrollo electoral en el extranjero fue una de las principales denuncias ya que presentaban una gran desigualdad en la utilización de los recursos e importancia entre los moldavos que se encontraban en países de la UE y los que se encontraban en Rusia.
El periodista irlandés Chay Bowes afirmó que Moldavia sólo puso a disposición 10.000 papeletas en Rusia a pesar de que medio millón de expatriados podían votar. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zakharova, dijo que solo dos colegios electorales estaban abiertos en Rusia, a pesar de que hay entre 300.000 y 500.000 ciudadanos moldavos viviendo en el país, diciendo que era la culminación de una campaña antirrusa. Al mismo tiempo, se organizaron unos 200 colegios electorales en Estados Unidos y Europa Occidental.
Podríamos continuar mencionando más ejemplos en territorio europeo en donde los líderes de la UE manejan un claro doble rasero al momento de hacer valer los valores y las normas, mientras poseen muy en claro el accionar de manual injerencista ante eventuales victorias de candidatos que no sirven a sus intereses, como en Georgia o Eslovaquia.
Las declaraciones de Bretton, en este caso, no iban dirigidas sobre un candidato “apoyo por Rusia” (principal argumento a la hora de querer anular a un candidato), sino que se dirigían más específicamente a Elon Musk, quien viene peleando con varios dirigentes europeos.
Musk mostró un claro apoyo a AfD tras una entrevista que Musk le dio a Alice Weidel, candidata de la AfD a canciller. Luego de las declaraciones de Bretton, Musk lo tildó de “tirado de Europa”.
La intención de votos al partido de derecha AfD creció en poco tiempo, con una campaña que aboga por la salida de Alemania de la UE y de la eurozona, restablecer las relaciones económicas y energéticas con Rusia reviviendo el Nord Stream, frenar las sanciones contra Rusia y el retiro de la ayuda militar a Ucrania, y en los últimos años han adoptado una posición mucho más crítica de la OTAN.
Aunque podamos dudar de las promesas de campaña de AfD, el crecimiento de dicho partido puede anticipar el interés de la ciudadanía alemana.
Este artículo no tiene el objetivo de levantar banderas por partidos políticos, ni tiene la intención de favorecer o respaldar a partidos de derecha, sino que busca analizar los eventos geopolíticos y el accionar de los actores involucrados en la región europea frente a un contexto internacional de profunda transformación.
En Europa, los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo, y los distintos y particulares casos de victorias regionales, parlamentarias nacionales y presidenciales en algunos países europeos, advierte el desgaste y descontento de la ciudadanía europea ante los partidos tradicionales arraigados al tipo de proyecto europeísta y globalista que somete a Europa a los designios y directrices de Estados Unidos. Los muy diversos votantes de Reagrupación Nacional en Francia (Marine Le Pen), de AfD y BSW en Alemania, de Vox en España, de Fidesz (Orbán) en Hungría, del FPÖ en Austria, de Milanovic en Croacia, de Fico en Eslovaquia, de Stoianoglo en Moldavia, o de Sueño Georgiano en Georgia, vislumbra no sólo el hartazgo del proyecto de las élites globalistas en Bruselas sino también el apoyo a un proyecto que incluya el nacionalismo y soberanismo, que no se enfoque en el belicismo de la OTAN, que no siga financiando y escalando la guerra en Ucrania y que revise el proyecto estratégico de Europa. Ante esta situación, el globalismo atlantista recurre a su modos injerencistas para lograr obtener de un modo y otro a países títeres que respondan a los intereses atlantistas de las élites de Bruselas.
*Micaela Constantini, periodista.
Foto de portada: crowdfundinsider.com