Esta historia, es la historia de una persona, que a contramano de todo lo que se pudiera especular, puso por delante sus principios y su convicción antes que las consecuencias que podrían traerle sus actos.
Hablamos de una joven nacida en el seno de una familia con fuertes antecedentes conservadores y con relaciones influyentes dentro de la comunidad de contrainteligencia de los EE.UU., situación que le permitiría madurar una labor comprometida con la solidaridad y el internacionalismo en favor de los que consideraba víctimas de la agresión imperialista.
Nos referimos a una persona con una profunda valoración de los hechos que tuvo que someter a juicio antes de tomar la determinación que le cambiaría la vida para siempre.
Ana Belén Montes nació el 28 de febrero de 1957 en una base militar en Alemania, era hija de un psiquiatra militar, Alberto Montes nacido en Puerto Rico, hijo de emigrantes asturianos.
Por su profesión Alberto fue trasladado a Kansas, EEUU, donde Ana tuvo la posibilidad de estudiar en distintos colegios militares e internados de jerarquía.
En 1979 se graduó en la Universidad de Virginia, y para 1988 obtenía la maestría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins.
Su familia se desarrollo en el ámbito de la inteligencia siendo su hermana (Lucy) premiada por el FBI por traducir informes de inteligencia de los cinco cubanos que fueron condenados por espionaje en 2001, en Miami y su hermano (Tony) destacado como agente del FBI.
Con tales antecedentes, Ana, comenzó a trabajar para la DIA, principal órgano de la inteligencia militar de Estados Unidos, como analista de información, lo que le facilitó, en 1992, un puesto en el Pentágono, donde se especializó en asuntos cubanos.
Allí recibió reconocimientos especiales por su labor, entre ellos un certificado especial que le entregó el entonces director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet.
En este contexto Ana Belén pudo conseguir y transmitir información clasificada sobre la estructura que dentro de Cuba habían podido construir los servicios secretos americanos para atentar contra el gobierno y pueblo caribeño.
Tras 17 años de actividad, el 21 de septiembre de 2001, fue detenida Ana Belén Montes, ex analista superior de inteligencia en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) de los Estados Unidos, acusada del delito de “conspiración para cometer espionaje” a favor del gobierno cubano.
En el juicio sumario que se desarrolló en Washington DC, el 16 de octubre de 2002 el tribunal federal la sentenció a 25 años de prisión por espionaje.
En su alegato ante el tribunal expresó:
«Existe un proverbio italiano que quizás sea el que describe de la mejor forma en lo que yo creo: Todo el Mundo es un solo país. En ese “país mundial” el principio de amar al prójimo tanto como se ama a uno mismo resulta una guía esencial para las relaciones armoniosas entre todos nuestros “países vecinos”.
Este principio implica tolerancia y entendimiento para las diferentes formas de actuar de los otros. El establece que nosotros tratemos a otras naciones en la forma en que deseamos ser tratados, con respeto y consideración. Es un principio que, desgraciadamente, yo considero nunca hemos aplicado a Cuba.
Honorable, yo me involucré en la actividad que me ha traído ante usted porque obedecí mi conciencia más que obedecer la ley. Yo considero que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa, me consideré moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político.
Nosotros hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante cuatro décadas. Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino, sus propios ideales de igualdad y justicia.
Yo no entiendo cómo nosotros continuamos tratando de dictar como Cuba debe seleccionar sus líderes, quienes no deben ser sus dirigentes y que leyes son las más adecuadas para dicha nación. ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos siglos?
Mi mayor deseo sería ver que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento.
Hoy vemos más claro que nunca que la intolerancia y el odio –por individuos o gobiernos– lo único que disemina es dolor y sufrimiento. Yo espero que Estados Unidos desarrolle una política con Cuba fundamentada en el amor al vecino, una política que reconozca que Cuba, como cualquier otra nación quiere ser tratada con dignidad y no con desprecio
Una política como esa llevaría nuevamente a nuestro gobierno a estar en armonía con la compasión y la generosidad del pueblo estadounidense. Ella permitiría a los cubanos y estadounidenses el aprender como compartir unos con los otros. Esto permitiría que Cuba abandone sus medidas defensivas y experimente cambios más fácilmente. Y esto permitiría que los dos vecinos trabajen conjuntamente y con otras naciones para promover la amistad y cooperación en nuestro “país mundial” y en nuestra única “patria mundial”.
Ana Belén enfrentó con dignidad la condena de la legalidad imperialista, la persecución y el hostigamiento de sus antiguos compañeros de trabajo y el desprecio de su propia familia.
Solo puede recibir visitas, muy limitadas en el año de familiares directos, entre ellas, la de su prima, residente en Puerto Rico, quien lidera la campaña internacional por su liberación.
Ana Belén Montes, fue diagnosticada con cáncer de mamas en 2016, operada y llevada nuevamente a una prisión psiquiátrica arbitrariamente, por razones estrictamente humanitarias debía ser puesta ya en libertad, pues su fecha tentativa de libertad sería para julio de 2023.
Las Asociaciones de Amistad con Cuba y otras organizaciones internacionales viene denunciando desde hace años la situación de maltrato físico y psicológico que el gobierno de Estados Unidos mantiene contra Ana Belén Montes, el tipo de cárcel en la que está presa y las condiciones de aislamiento a las que está sometida, viola todos sus derechos humanos.
Su condena ha sido larga y cruel, y merece toda nuestra solidaridad, pero su convicción y su entereza merecen toda nuestra admiración.
#LibertadParaAnaBelenMontes