Era la entrada al Bicentenario de Carabobo, un desfile que el comandante Chávez calificaba de especial por su significado particular: el nuevo papel de la Fuerza Armada Bolivariana que gestaba su nueva Doctrina Militar, – de la que el recientemente fallecido General en jefe, Jorge Luis García Carneiro, fue uno sus arquitectos – y la nueva era en la que transitaría el Proyecto Nacional de país bajo las luces del pensamiento bolivariano.
Esta conmemoración iba en paralelo a una Cumbre Presidencial de la Comunidad Andina de Naciones, previa a la convocatoria a la IV Cumbre de Las Américas del 2005 celebrada en Mar del Plata en Argentina y donde se debatiría sobre el ALCA. Ya desde el 2001 el comandante Chávez le lleva el pulso al encuentro que marcaría el giro histórico de Nuestramerica.
En aquel 2001 durante la Cumbre Presidencial, el comandante Chávez les precisaba a los presidentes de las naciones presentes el camino trazado en Carabobo, que atravesaba las sabanas de Colombia y remontaba las montañas andinas en busca de la Independencia. Camino que el comandante Chávez no dudaba en señalarle al resto de los presentes en la Cumbre Presidencial como un sendero extraviado, sobre el cual había que retomar nuevos objetivos marcados con mecanismos de integración, contextualizándolo como un problema político que debía ser enfrentado para corregir el rumbo perdido
En aquella Cumbre Andina, el comandante Chávez lanzó una gran interrogante a los presidentes asistentes y que los pueblos latinoamericanos parecen tener presente mejor que sus gobernantes: ¿Es el neoliberalismo el modelo para integrarnos? En el 2005, la Cumbre de Las Américas en Mar del Plata daba una primera respuesta. ¡ALCA al carajo! Ya no era el comandante Fidel Castro alzando su voz en cumbres presidenciales, que no encontraba eco entre los mandatarios participantes, sino que, en esta oportunidad, voces como las del comandante Hugo Chávez, de Néstor Kirchner presidente de Argentina, Lula Da Silva presidente de Brasil y Tabaré Vásquez de Uruguay, se alzaban contra la amenaza del Imperio de los Estados Unidos de convertir a la América en una gran colonia. Los trabajadores y las trabajadoras, los campesinos y las campesinas, los y las estudiantes de la América Latina tendrían aún cosas que decir contra el Neoliberalismo.
Con el triunfo reciente de Luis Arce en Bolivia y la vuelta de Evo Morales y Álvaro García Linera, este último analiza que estamos ante una segunda ola del progresismo en la región, no el marco de un nuevo ciclo, sino de olas que van y vienen, que se caracterizan por un progresismo moderado y con liderazgos no carismáticos. Una nueva ola que ha tenido como punta de lanza proyectos nacionales y ha derrotado expresiones conservadoras neoliberales. Una nueva ola que no solo conlleva nuevos gobiernos progresistas, sino que es una apuesta del pueblo latinoamericano a modelos alternativos al neoliberalismo y que no se expresa necesaria y exclusivamente en la toma del poder político por el partido progresista de turno. Son los pueblos latinoamericanos que se reencuentran en el camino trazado en Carabobo, en la era Bicentenaria, son nuevas batallas que emergen por la Independencia.
Ante la pérdida de espacios por la restauración conservadora, los pueblos se levantan por las reivindicaciones sociales, económicas, políticas y culturales conquistadas durante gobiernos anteriores de signo progresista o que son el programa de lucha producto de la crisis social y económica de estos regímenes neoliberales. La respuesta popular de los movimientos sociales y de una ciudadanía excluida por años de la acción política, ante la pérdida de sus derechos sociales y económicos y su discriminación política, no se hace esperar.
En Chile los y las estudiantes de secundaria se opusieron a la subida de precio del boleto del transporte subterráneo y esto originó la chispa necesaria para que el pueblo se lanzara a las calles contra las políticas antisociales y clasistas, en el país icono y vitrina del neoliberalismo en este lado del mundo. El estudiantado, como parte del movimiento social, dio paso a un proceso de acumulación de fuerzas que permitió asestar el primer golpe al régimen oligárquico, que mantiene presente a Pinochet en la actual Constitución. Se desencadenó, como primera salida a la crisis política, la concreción de un cambio constituyente con el empuje de los movimientos políticos y sociales, amplios y diversos, incluido el pueblo originario mapuche. El triunfo en las elecciones a la Convención Constituyente de los y las representantes de los sectores progresistas y revolucionarios, abre nuevas perspectivas para la conquista del poder político y para transformaciones sociales y económicas.
Otro ejemplo de acumulación de fuerzas desde las luchas del movimiento social se presenta en la actualidad en Colombia. El Paro Nacional convocado por las Centrales obreras el pasado 28 de abril, como una respuesta ante la introducción en el parlamento de una serie de reformas regresivas y antipopulares impulsadas por el gobierno de Iván Duque, se transformó en un levantamiento popular. La movilización tumbó la reforma tributaria y puso en el congelador la reforma a la salud; provocó la renuncia del ministro de Hacienda y de la Canciller, entre otras consecuencias hasta ahora. Este levantamiento popular que estremece en lo profundo a la estructura de la sociedad colombiana, reprimido de manera atroz y criminal, resquebrajó la hegemonía neofascista y mafiosa que personifica Álvaro Uribe y ha generado una toma de conciencia política de grandes sectores de la sociedad. Sigue alzado el pueblo colombiano y no se puede predecir cual será el desenlace de este quiebre histórico.
En la era Bicentenaria en América Latina se retoma la ruta independentista de los pueblos en armas, que encabezados por el Libertador Simón Bolívar, derrotaron el poderío colonial del imperio español en Carabobo, Junín, Ayacucho, Boyacá y Pichincha.
Hoy en las calles y en las urnas, los pueblos nuestramericanos retoman las banderas de soberanía e independencia en contra de los regímenes oligárquicos y del imperialismo yanqui.
El espíritu de Carabobo vive en las luchas populares que abren caminos para la América de Bolívar en esta era Bicentenaria.
Notas:
Fuente: Revista Online Pueblo en Armas. Republica Bolivariana de Venezuela