La última en anunciar su récord de beneficios ha sido la británica Shell, que ayer, jueves 4 de mayo, anunció que había ganado 40.000 millones de dólares en 2022. Por goteo, las otras cuatro grandes Total, Exxon, Chevron y BP, han ido haciendo anuncios similares. No son las que más volumen de crudo mueven al año –están por debajo del gigante chino Sinopec– pero sí las más cotizadas.
El aumento de la demanda ha sido un factor fundamental para estos buenos resultados, aunque su negocio se ha extendido y las apuestas a futuro también se reflejan en los balances: hoy en día, las divisiones financieras, que especulan con el precio de los derechos de adquisición, aportan un buen pico de beneficios a los ingresos tradicionales derivados de la producción y comercialización. Así, las cinco petroleras más grandes han sorteado los inconvenientes de un descenso en el precio del crudo que está afectando a países exportadores como Arabia Saudí. Otros actores en el mercado de las apuestas a futuros como Vitol, Trafigura o Mercuria acompañan a las multinacionales de la energía fósil en el ranking de ganancias sobre la propia producción y la producción de terceros.
La guerra de Ucrania ha beneficiado especialmente a las compañías originarias de Estados Unidos, Chevron y Exxon. El bloqueo comercial al petróleo ruso, ha llevado a EE UU a aumentar su exportación anual a la UE en 25.813 mil toneladas (+63%). Le ha seguido Noruega, con un 37% más de exportaciones que en 2021, según datos de Eurostat publicados ayer.
Chevron anunció en febrero que obtuvo unos beneficios récord de 35.500 millones de dólares en 2022. El anuncio del beneficio del pasado 28 de abril reflejó el buen momento para el negocio petrolero, puesto que la compañía que un día fue de John D. Rockefeller obtuvo 11.430 millones de dólares solo en los cuatro primeros meses del año, casi el doble de lo obtenido entre enero y abril de 2022.
El 2 de mayo, British Petroleum (BP) explicó que había obtenido un beneficio de 5.000 millones de dólares en los tres primeros meses del año, el mejor resultado en un trimestre de la última década. El resultado de 2022 fue de 28.000 –el equivalente al del PIB de Camboya, como ha recordado en un post la organización ambientalista 350.org.
El gigante petrolero francés TotalEnergies anunció el 27 de abril un beneficio de 6.500 millones en los primeros meses de este año 2023. Se trata de un 12% más de lo que la compañía con sede en La Défense de París obtuvo en el mismo periodo del año pasado.
Total es una de las multinacionales energéticas con más exposición al gas y el petróleo ruso, puesto que posee el 19,4% de Novatek, segundo productor de gas natural del país dirigido por Putin. BP, por su parte, poseía antes de la guerra de Ucrania un 22% de las acciones de Rosneft, a su vez la 40 compañía petrolera del mundo.
La más grande de las grandes, la texana Exxon, ha obtenido en este periodo beneficios récord de 11.400 millones de dólares. Exxon obtuvo un beneficio récord de 55.700 millones de dólares el año pasado, que pulverizó el nivel de ganancias de 2008, su año más exitoso y que supuso un aumento del 144% con respecto a 2021.
La más “pequeña” entre las europeas, la noruega Equinor anunció ayer, 4 de mayo, un beneficio en el primer trimestre de 12.000 millones de dólares. Es, en este caso, menos de lo obtenido en el mismo periodo de 2022 por la caída de los precios del gas, pero ha estado por encima de sus propias expectativas.
En febrero, la española Repsol anunció un beneficio neto de 4.251 millones de euros en 2022, un 70% de los resultados de 2021. La última semana de abril, la empresa dirigida por Antonio Brufau anunció un beneficio trimestral de 1.112 millones, un 20% menos que el año pasado.
Los beneficios de las cinco grandes petroleras, que ascendieron a 196.300 millones de euros en el acumulado del pasado 2022, han generado oleadas de indignación en los países en los que radican sus sedes corporativas. Los grupos de la sociedad civil claman contra esos beneficios excesivos o “caídos del cielo” generados por las políticas energéticas tomadas durante la crisis energética y han exigido, tanto en Estados Unidos como Gran Bretaña o Francia un impuesto extraordinario que contrarreste estos beneficios.
En Reino Unido, la ONG Global Witness ha subrayado que los beneficios de Shell el año pasado son equivalentes a los 28.000 millones de libras que el gobierno de Rishi Sunak estima que serían necesarios para dar a todos los trabajadores del sector público –incluyendo enfermeras, profesores, policías y bomberos– para paliar la pérdida de poder adquisitivo derivada del aumento de la inflación. 350.org, a su vez, explica que lo ganado por BP en los tres primeros meses de 2023 podría sufragar la instalación de paneles solares en 625.000 casas del Reino Unido.
Las comparativas no se detienen en Inglaterra. Los beneficios de Exxonmobil son, según un portavoz de la ONG Fossil Free Media, “dinero suficiente para enviar a cada persona en Estados Unidos 178 dólares para ayudar a compensar los altos costes de los combustibles fósiles y las facturas del gas”. No cesan las denuncias a estas grandes energéticas de encubrir las consecuencias de la crisis climática, invertir millones de euros cada año en lobbies retardistas –que tratan de hacer no vinculantes los objetivos de la cumbre de París como dejar el aumento de la temperatura en solo 1,5º– o maquillar mediante “greenwashing” unas políticas solo centradas en el lucro.
Campaña total contra Total
Pero las protestas no se quedan, al menos en Francia, en lo meramente enunciativo. La plataforma Coalición contra Total, de la que forman parte organizaciones como Attac, el movimiento ecologista francés Alternatiba, Greenpeace o Extinction Rebellion France, han llamado a sabotear la próxima asamblea general de TotalEnergies que debe tener lugar el próximo 26 de mayo. “Esta es una advertencia: la junta general de Total no tendrá lugar”, ha advertido la plataforma, que no se anda con chiquitas al señalar a la compañía que dirige Patrick Pouyanné como una de las principales beneficiadas de la crisis energética
TotalEnergies, a través de Total Austral es una de las primeras responsables de la explotación de fracking en Vaca Muerta (Argentina) que se extiende en una superficie de 30.000 kilómetros cuadrados en las provincias de Neuquén, Mendoza, Río Negro y La Pampa. Además, la antigua Compagnie française des pétroles ha proyectado el mayor oleoducto calentado eléctricamente del planeta en Uganda y Tanzania, un tubo de 1.443 kilómetros –la distancia de Manzanares (Ciudad Real) a París– con el nombre de Eacop.
En octubre de 2022, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que denunciaba que el proyecto de TotalEnergies supone un riesgo real para los derechos de las comunidades en los que realizará la extracción y por las que pasará la tubería, sin olvidar que una parte del proyecto afecta directamente a espacios naturales protegidos. Zaki Mamdoo, coordinador de Stop EACOP, ha reclamado que se detenga “el flujo de dinero hacia empresas temerarias de combustibles fósiles como Total. TotalEnergies es realmente despiadada en su implacable especulación en el continente africano”.
Mientras el planeta vive una crisis múltiple, que ha encarecido el precio de los alimentos y amenaza los ecosistemas en los que se desarrollan, los beneficios de estas grandes empresas son vistos como la primera causa de esas crisis concatenadas. La pregunta que dejan estos datos es por qué, si estamos en una crisis energética global, se producen registros sin precedentes en los balances de las compañías que han apostado todo a energías como el petróleo sobre las que pesan objetivos de reducción drásticos a corto y medio plazo.
*Pablo Elorduy, periodista.
Artículo publicado originalmente en El Salto.
Foto de portada: Operarios trabajan en una de las playas afectadas por el desastre ambiental provocado por Repsol en Perú en enero de 2022. RAMÓN P. YELO