Nuestra América

La propuesta de un acuerdo nacional es para acordar pagar la deuda-estafa

Escrito Por Fernando Esteche

La llamada Oposición Patriótica es la oposición que nos endeudó

Con los resultados de ayer el presidente Alberto Fernández (con acuerdo de todos los sectores del Frente de Todos, según dijo) y el alcalde porteño Rodríguez Larreta (una de las principales figuras de la oposición) coincidieron en la necesidad de un Acuerdo Nacional cuya agenda excluyente es el acuerdo con el FMI sobre el pago de la deuda-estafa y el programa económico interanual que será sujeto a dicho acuerdo.

No está en tema del Acuerdo Nacional propuesto el lawfare que hoy mismo ya se cobra nuevos triunfos con pedidos de condena para Julio De Vido, Ricardo Jaime y el avance en juicio oral de la llamada causa Hotesur que busca encarcelar a Cristina Kirchner; ni la soberanía nacional, ni la regulación del comercio exterior.

El programa económico es algo que tanto los mal llamados “inversores” como el propio FMI venían reclamando al gobierno y que persigue el tridente de reformas perversas; la fiscal (ajuste), la laboral (flexibilización y represión salarial), y la nueva reforma previsional; una devaluación; además de seguir consolidando la tendencia para que la Argentina integre la cadena internacional de suministros para los centros industriales. Se trata de un programa que contendrá las lógicas producidas hasta aquí de favorecer a los grupos exportadores. Las metas económicas planteadas serán acordadas con el Organismo rector (FMI) y tendrán que ver con la obvia colonización creciente de la economía y la depredación de la riqueza nacional. No se trata de nada novedoso es simplemente poner un marco de acuerdo a lo que ya viene sucediendo.

No casualmente los bonos globales un día después de los resultados electorales operaron en alza ante la certeza de un inminente acuerdo con el FMI y haber despejado cualquier posibilidad de default. Los informes de los consultores fueron coincidentes en celebrar la debilidad del gobierno para exponerlo a un acuerdo inexorable que enajene nuestras posibilidades de autonomía económica. Aunque el gobierno celebre en su búnker como si hubiera triunfado.

Remarcamos siempre que “el negocio” del FMI no es cobrar las deudas sino justamente mantener su condición de acreedor permanente que le permite monitorear las economías locales para moldearlas y condicionarlas de acuerdo a los intereses del Capital Financiero Internacional, verdadero dueño del organismo.

Cuando el presidente presentó el Acuerdo dijo que hacer un acuerdo era de “oposición patriótica”, así llamó a los actores del Acuerdo. Lo que no dice es que esa misma oposición que él pretende patriótica por hacer un acuerdo de gobernabilidad con él que consiste en pagar la deuda-estafa, son justamente los que contrajeron la deuda estafa y fugaron las divisas.

Las condiciones en que Fernández llama a un Acuerdo Nacional (más allá de los limitados recursos discursivos que maneja y que parecen chicanearía universitaria ochentista) son de contundente debilidad. Los resultados exponen una correlación de fuerzas que le imponen el Acuerdo y la agenda del mismo. No se trata de iniciativa política sino de una imposición del establishment.

El gobierno no tendrá quorum propio en el poder legislativo y si bien detentará la primera minoría en ambas cámaras eso no le será suficiente para imponer leyes especiales. Contemplando además que los legisladores son de muy endeble disciplina legislativa.

En las elecciones se registró el abstencionismo (71% de votantes) más alto de toda la historia de las elecciones generales. Esto en un país con voto obligatorio que sumado a votos en blanco y votos nulos cuentan cerca de 11,2  millones de voluntades ajenas a la disputa electoral sobre 34,5 millones de electores.

Dentro de los votos válidos la izquierda y el liberalismo reaccionario cosecharon más de un diez por ciento de los votos.

Una simple cuenta de suma nos habla de una importante porción de la población enajenada de las principales formas de producción política institucional.

La expresión del nacionalismo popular a nivel electoral es sin dudas el Frente de Todos que perdió millones de votos desde las elecciones presidenciales a hoy (en sólo dos años).

La derrota por más de diez puntos de diferencia (¡si fueran elecciones presidenciales no haría falta segunda vuelta!) se celebra como una victoria frente a las agorerías que se enseñoreaban y preanunciaban una derrota aún más catastrófica. Con exaltación explican las ingenierías políticas de pagos chicos y sobreponderan los buenos resultados en tal o cual lugar, pero lo cierto es que es un oficialismo que perdió las elecciones, perdió el quorum propio, y cosechó menos bancas que su opositor mayoritario (61 bancas JxC frente a 50 bancas de FdT).

Las narrativas construidas y a partir de las cuales explican lo que consideran una buena perfomance electoral se basan en lecturas de la macro, de datos estadísticos, absolutamente alejados de la vida cotidiana de los argentinos. El presidente se cansó de explicar que “la jubilación le ganó a la inflación” pero un jubilado gana de mínima 26 mil pesos y la canasta básica es de 30 mil pesos. Con las cifras disponibles hasta octubre, los jubilados y pensionados en el último año perdieron un 7,8% de poder adquisitivo. Esto es así porque contra el décimo mes del año pasado, la inflación interanual se ubica cerca del 52%, mientras el aumento de haberes -teniendo en cuenta los bonos- fue de un 40%. (Cronista Comercial)

Hablan de un crecimiento este año de un 9% de la economía y se olvidan que es un año que dejó índices de 40 % de la población bajo los niveles de pobreza; de los cuales un diez por ciento enfrenta problemas para resolver su alimentación diaria.

Y NO ES CIERTO que la pandemia trajo recesión económica en nuestro país, eso es una excusa falaz. En el año de la Pandemia las exportaciones de cereales alcanzaron los 35 mil millones de dólares, el mejor año de los últimos cuatro años. O sea, mientras se cristalizaba un 40 % de pobreza los sectores agroexportadores hacían negocios millonarios. Mientras los precios de los alimentos subían por ascensores hipersónicos, los salarios se estancaban en subsuelos perdidos y se consolidaba una marginación de vastos sectores populares.  

Mientras tanto la burbuja de las leliqs sigue creciendo para que la banca que opera en Argentina haga negocios inmediatos multimillonarios como no puede hacer en ningún rincón del mundo.

Hay que entender que puede haber crecimiento económico, el contexto mundial ofrece esas condiciones, pero en una economía tan desigual como la nuestra, que viene profundizando la concentración, hablar de crecimiento no es necesariamente hablar de un pueblo con dignidad.

La pobreza estructural se resuelve modificando esa estructura económica que la produce. Esos cambios tampoco están en carpeta del Acuerdo Nacional que se propone.

Me permito seguir creyendo que hay un puñado de dirigentes políticos que no acompañarán este derrotero a una recolonización nacional. Toda la herencia nacionalista del kirchnerismo no puede ser traficada para la cristalización de semejante maniobra. La militancia debe estar atenta y vigilante.

La región padece un ataque artero de neo-monroísmo bestial, lo vemos en Nicaragua, Venezuela y Cuba a quienes le niegan su soberanía y autodeterminación. Empresarios nacionales como Eurnekian, muy emparentados con el gobierno, ponderan una OEA al servicio del redespliegue norteamericano. El embajador yanqui que llega, Stanley, ya se perfila peor que el sr. Braden frente a las advertencias injerencistas que ya ha pronunciado el sr Stanley antes de instalarse aquí.

Algunos se ilusionan con una disputa, pero lo cierto es que hay ya un recorrido bastante consolidado de persistencias neoliberales y de una política exterior absolutamente afín a las apetencias de Biden. No casualmente Beliz se apuró a escribir el discurso que Alberto Fernández leyó a las diez de la noche del domingo electoral.

La militancia popular, las mujeres y los hombres de la Argentina con convicción patriótica y pensamiento antiimperialista no pueden permanecer impávidos asistiendo al “transformismo” perverso de la voluntad popular en consenso para la entrega y el coloniaje. Las cosas por su nombre.

Se consolidan condiciones de gobernabilidad creadas fundamentalmente a partir de la debilidad del gobierno, esto es un dato no una especulación. Por lo tanto, es claro que serán condiciones de reproducción de administración de la cosa pública sin mayores posibilidades de verdaderas transformaciones en favor de los intereses populares y nacionales. Esa correlación de fuerzas sólo puede ser cambiada por la acción histórica de la militancia.

Son tiempos muy complejos los que se avecinan, estamos llamados a luchar para transformar la realidad, aunque como dijo Perón; “los que no aguantan es mejor que no luchen. También se puede vivir sin luchar.”

Acerca del autor

Fernando Esteche

Doctor en Comunicación Social (UNLP)
Profesor titular de Relaciones Internaciones (FPyCS - UNLP)
Profesor de Historia Contemporánea de America Latina (FPyCS - UNLP)

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