Se ha hablado de las anécdotas provocadas por los lapsus de Joe Biden, pero lo verdaderamente importante es el documento aprobado el 10 de julio por los estados miembros, la Declaración de la Cumbre de Washington; leyéndola detenidamente se comprueba que la OTAN en vez de adoptar decisiones que permitan vislumbrar el inicio de una desescalada en la tensión existente a nivel internacional, ha decidido seguir echando leña al fuego, avanzando en el peligroso camino de la confrontación.
Se apuesta por mantener el conflicto de Ucrania en el tiempo, financiando la guerra con 40.000 millones de euros en el próximo año; creando un centro de mando de la Alianza Militar específico para Ucrania que dirigirá toda la ayuda y el entrenamiento militar; y nombrando un alto representante de la OTAN en Kiev. Se pone énfasis en la decisión de seguir aumentando el gasto militar, anunciando además el refuerzo y modernización de su capacidad nuclear.
China cabeza del eje del mal
El Concepto Estratégico (documento de líneas de actuación de la OTAN para períodos aproximados de diez años) aprobado en Madrid en junio de 2022, había dado ya un importante paso en esa línea de confrontación al considerar a la República Popular China como un peligro, debido a su asociación estratégica con Rusia, a las «tácticas coercitivas» que supuestamente emplea para intentar dividir a los miembros de la OTAN y a las políticas «maliciosas» que desafían los intereses, la seguridad, y los valores que Occidente.
Pero la Declaración de Washington ve mucho más allá en su beligerancia, al acusar a China de ser la responsable directa de que Rusia no haya sido derrotada en Ucrania, debido al apoyo que le presta sobre todo en lo referido a la industria de armamento; acusación siempre negada por las autoridades chinas y sobre la que ni la OTAN ni los EUA tienen aportado una sola prueba. Esta grave y nueva acusación viene acompañada de otras ya conocidas como la del aumento de las acciones desestabilizadoras sobre todo con actuaciones de guerra híbrida, el uso de la desinformación, y el incremento de sus actuaciones en la zona del Yendo-Pacífico.
La OTAN dice que China quiere imponer una nueva hegemonía en el planeta, socavando la actual orden internacional basada en normas, y añade que en ese objetivo cuenta con el apoyo de Corea del Norte e Irán, que integrarían junto con Rusia la versión actualizada del eje del mal del que hablaba hace años George W. Bush.
Para poner freno a ese eje del mal, «defender nuestro territorio y salvaguardar nuestra libertad y democracia», se anuncia la adopción de las medidas que sean necesarias; y en ese camino destaca la presencia por tercer año consecutivo en reuniones de alto nivel de la OTAN de cuatro estados que no siendo parte de la misma, Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur, son fundamentales para las actuaciones en Asia y el Pacífico, con el fin de proteger los intereses y la «seguridad euroatlántica». Actuaciones que según algunos analistas podrían caminar hacia la formalización de una OTAN asiática.
Gaza, la prueba del algodón
Si escribimos en el buscador la palabra «Ucrania» la encontramos 66 veces en la Declaración aprobada por la OTAN, se escribimos «Rusia» la encontramos 36 veces; pero se escribimos «Israel», «Gaza» o «Palestina» no las encontraremos una sola vez, pese a estemos hablando de un documento amplio que además en el primero de sus treinta y ocho apartados dice «Nos unen valores compartidos: la libertad individual, los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho. Respetamos el derecho internacional y los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y estamos comprometidos a defender la orden internacional basada en normas.»
Para la OTAN, y por tanto para sus miembros, el genocidio del pueblo palestino a manos del estado sionista de Israel no merece una sola línea; y aunque algunos medios de comunicación señalaron como relevante que Pedro Sánchez y Tayyip Erdoğan en sus intervenciones hicieron referencia al pueblo palestino, lo que cuenta es el aprobado; y el documento aprobado no incluye una sola palabra, demostrando una vez más el papel de la OTAN como instrumento para defender exclusivamente los intereses de los EUA.
Duarte Correa*. Profesor de historia y analista internacional.
Este artículo fue publicado originalmente en Galicia, en el portal nosdiario.gal/
Foto de Portada: Reuters