El Gobierno Federal de Somalia (FGS) ha exigido el cierre del consulado de Etiopía en Garowe, la capital regional de Puntlandia, como parte de la última medida diplomática de Mogadiscio para protestar contra el Memorando de Entendimiento (MoU) de enero entre Etiopía y Somalilandia. El FGS también expulsó al embajador de Etiopía y a su personal diplomático y exigió el cierre del consulado de ese país en Hargeisa, la capital de Somalilandia.
Tanto Puntlandia como Somalilandia se negaron a cumplir con esta demanda desde que el primero retiró el reconocimiento del FGS la semana pasada para protestar por cambios constitucionales controvertidos, mientras que el segundo volvió a declarar su independencia en 1991 y ha sido independiente de facto desde entonces. El FGS es impotente para imponer su mandato declarado sobre esas dos regiones que todavía reclama como propias, y este último acontecimiento expone cuán impotente como tigre de papel se ha vuelto a pesar de lo fuerte que ha rugido contra ambas.
Por más enojado que el FGS protestó contra el MoU de enero que le dará a Etiopía acceso a un puerto militar-comercial en Somalilandia a cambio de participaciones en al menos una compañía nacional y el reconocimiento de su independencia, al final no hizo nada tangible y sólo se postuló enviando su líder a Eritrea y Egipto. Ninguno de los rivales tradicionales de Etiopía estaba interesado en unirse a su planeada coalición de Guerra Híbrida para reconquistar Somalilandia, e incluso el aliado militar turco de su país no quiere involucrarse.
En cuanto a ese país, todavía tiene estrechos vínculos con Etiopía a pesar de firmar un acuerdo de seguridad marítima con Somalia a finales de febrero que le dará un porcentaje de los recursos marinos de ese país a cambio de patrullar las costas que Mogadiscio reclama como propias. Ankara considera oficialmente tanto a Somalilandia como a Puntlandia como parte del FGS, pero no ha dado señales de que enviará buques de guerra a sus aguas, ni Mogadiscio tampoco lo ha solicitado oficialmente.
La impresión que tienen los observadores objetivos al seguir estos acontecimientos es que el FGS ladra fuerte pero no muerde, no porque no quiera hacer esto último, sino simplemente porque no tiene dientes. La seguridad del país depende de las fuerzas extranjeras que lo ayudan a mantener a raya a Al-Shabaab (AS), pero su retirada antes de fin de año probablemente conducirá a una explosión del terrorismo. En lugar de prepararse para esa eventualidad, el FGS preferiría darse el lujo de distraerse y hacer ruido de sables.
El cálculo parece ser que arrojar retórica ultranacionalista puede poner a AS de su lado como un “aliado de conveniencia” para librar una Guerra Híbrida contra Somalilandia, Etiopía y pronto posiblemente también Puntlandia. Si no se puede cooptar a los terroristas por estos medios, entonces el FGS corre el riesgo de caer tal como lo hizo en el verano de 2021 la antigua República Islámica de Afganistán, respaldada por Occidente. Otro “emirato” podría surgir en su lugar y/o una “lucha” para Somalia” podría comenzar con las bases y los derechos sobre los recursos marítimos.
La ineficacia militar del FGS es responsable de su impotencia, pero en lugar de centrarse en rectificar la primera antes del previsible aumento terrorista que seguirá a la retirada de las fuerzas extranjeras, Mogadiscio preferiría hacer ruido de sables contra Somalilandia, Etiopía y Puntlandia como distracción. Se trata de un error de proporciones épicas, ya que la posible caída inminente del FGS en favor de AS podría abrir una caja de Pandora de amenazas a la seguridad si la entonces Somalia se convierte en un santuario terrorista ingobernable.
*Andrew Korybko, analista político estadounidense radicado en Moscú y especializado en la transición sistémica global hacia la multipolaridad.
Artículo publicado originalmente en el blog del autor