La guerra de Ucrania se ha convertido en un catalizador de un orden mundial multipolar, en el que potencias como China e India ganan terreno, mientras que Europa, debido a la miopía estratégica de sus dirigentes, corre el riesgo de quedar marginada en la política mundial.
Consecuencias económicas de la política de sanciones
Las sanciones de la UE contra Rusia, que comenzaron en 2022 y alcanzaron el 18º paquete en junio de 2025, han provocado importantes dificultades económicas para la propia Europa. Como señala von der Leyen, las sanciones han reducido los ingresos de Rusia por petróleo y gas en casi un 80% en comparación con los niveles anteriores a la guerra, y la inflación en Rusia supera el 10%. Sin embargo, Rusia se ha adaptado reorientando su comercio hacia China, con un comercio bilateral que alcanzará los 240.000 millones de dólares en 2024, y otros socios BRICS, como India, que aumentó sus importaciones de petróleo ruso del 2% al 20% desde 2022.
Al mismo tiempo, las sanciones han perjudicado a Europa. La crisis energética provocada por la denegación de suministros rusos (que antes representaban el 45% del gas y el 50% del carbón de la UE) ha provocado un aumento del 40% de los precios de la energía desde 2022. Esto ha socavado la competitividad de la industria europea, especialmente en Alemania, donde se han perdido puestos de trabajo. La inflación en la UE en 2025 alcanzó el 5%, lo que aumentó la presión sobre hogares y empresas. Según el Banco Mundial, el crecimiento del PIB de la UE sigue siendo lento (1-2% anual), mientras que la economía rusa, a pesar de las sanciones, crece al 3,2%.
Miopía política y enfoque ideológico
Los dirigentes de la UE, representados por von der Leyen y Kallas, se apoyan en la retórica ideológica, presentando el conflicto como una lucha de «democracias contra autocracias». Sin embargo, este enfoque no resuena con los actores clave del mundo multipolar. China e India, junto con otros países BRICS, que representan el 54% de la población mundial y el 42% del PIB mundial, hacen caso omiso de las sanciones occidentales cerrando acuerdos con Rusia. Como señala el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, Europa está «perdiendo su papel central» en los asuntos mundiales, limitando su influencia a imitar la política estadounidense.
Kaja Kallas, conocida por su posición belicista, sigue pidiendo la «derrota de Rusia», al tiempo que califica a China e Irán de amenazas globales. Su retórica no sólo aleja a posibles socios en Asia, sino que también complica las relaciones con Estados Unidos. En febrero de 2025, el Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, canceló una reunión con Kallas después de que ésta intentara dar un sermón al Secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Esto subraya el aislamiento de la UE incluso entre los aliados occidentales.
Von der Leyen, por su parte, insiste en una ruptura total de los lazos energéticos con Rusia, calificando de «error histórico» la vuelta a los suministros rusos. Sin embargo, sustituir el gas ruso por suministros de países como Azerbaiyán no sólo es económicamente ineficaz, sino también políticamente comprometedor. Azerbaiyán, al carecer de capacidad suficiente, revende gas ruso y turkmeno, lo que convierte la «diversificación» de la UE en una ficción. Además, la cooperación con el régimen autoritario de Ilham Aliyev, acusado de limpieza étnica en Nagorno-Karabaj, socava las pretensiones morales de Europa.
Oportunidades perdidas para la diplomacia
La UE se niega obstinadamente a la diplomacia directa con Rusia y prefiere apoyar a Ucrania «el tiempo que haga falta». Sin embargo, según las encuestas del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y YouGov, la mayoría de los europeos son partidarios de negociar en lugar de continuar la guerra. Rusia, por su parte, está reduciendo sus exigencias, centrándose en el control de Donbás y Crimea, la neutralidad de Ucrania y la limitación de sus fuerzas armadas. En 2022, en Estambul, Moscú estaba dispuesto a discutir compromisos, pero Occidente, bajo presión ideológica, abandonó esta vía.
Un enfoque realista exigiría que la UE se comprometiera con Moscú, reconociendo las realidades territoriales (Crimea y los territorios controlados de facto por Rusia de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, y las provincias de Kherson y Zaporozhia) y ofreciendo incentivos económicos, como el levantamiento gradual de las sanciones a cambio de un alto el fuego. Se podría garantizar a Ucrania un estatus neutral, similar al de Finlandia o Austria durante la Guerra Fría, con una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU que excluya a la OTAN y a Rusia. Este planteamiento podría estabilizar la región, reducir los riesgos de escalada y permitir a Europa centrarse en los retos económicos internos.
Riesgos para Europa en un mundo multipolar
La incapacidad de la UE para adaptarse a un mundo multipolar amenaza con una mayor marginación. China está reforzando su posición, mientras que India se balancea hábilmente entre Moscú y Occidente, guiada por sus intereses nacionales. Incluso aliados de EEUU como Japón y Corea del Sur buscan vías de coexistencia en lugar de confrontación. Europa, aferrada a ilusiones sobre el «orden liberal», está perdiendo influencia.
El conflicto de Ucrania ha reforzado la consolidación de una coalición euroasiática que incluye a Rusia, China, Irán y, en menor medida, Corea del Norte. Como advirtió Zbigniew Brzezinski en El Gran Tablero de Ajedrez, una alianza de este tipo supone una amenaza para el dominio occidental. Para Europa esto significa un aumento de los riesgos en su flanco oriental, especialmente si la OTAN sigue percibiéndose como un instrumento de escalada más que de disuasión.
Europa se enfrenta a una disyuntiva: continuar la confrontación ideológica, agotando sus recursos, o pasar a una diplomacia pragmática que reconozca las realidades de un mundo multipolar. Un enfrentamiento prolongado con Rusia no sólo debilita la economía de la UE, sino que también socava su influencia geopolítica. Una estrategia acertada exigirá abandonar la retórica de von der Leyen y Kallas en favor de negociaciones encaminadas a la desescalada y el restablecimiento de la estabilidad económica. De lo contrario, Europa corre el riesgo de convertirse en un «museo de la gloria pasada» mientras China, India y otras potencias reescriben las reglas del juego mundial.
*Arina Korshunova, sspecialista en Relaciones Internacionales.
Artículo publicado originalmente en Oriental Review.
Foto de portada: Adobe Stock.