Europa

La importancia del concepto de atlantismo

Por Raphael Machado* –
Más allá del resentimiento de algunos, el concepto de atlantismo es valioso para comprender la historia de la proyección ideológica y geopolítica de Estados Unidos, en su forma y contenido multimilenarios.

Hay personas que, por resentimiento derivado de la pérdida de espacio ideológico para la Cuarta Teoría Política, tratan el concepto de «atlantismo» como si fuera una invención de Dugin y, por tanto, sin valor.

Craso error.

El atlantismo puede considerarse como el contenido ideológico de la proyección geopolítica inmediata de EEUU. Surge en la inmediata posguerra dirigido específicamente a Europa como construcción de la integración entre las naciones del Atlántico Norte bajo el liderazgo de EEUU. La OTAN viene inmediatamente a la mente y es efectivamente la expresión más visible del atlantismo, pero básicamente es sólo la dimensión militar de esa ideología.

El atlantismo pretendía convencer a Europa de que los países del continente necesitaban a Estados Unidos a todos los niveles. Desde el económico, con el Plan Marshall, hasta el militar, con la OTAN. Pero el ámbito más importante era el cultural. EEUU siempre se ha definido como la Anti-Europa, la antítesis de Europa en todos los aspectos. Para los Padres Fundadores, mientras que Europa era la cuna de la tiranía, el colectivismo y la autocracia, EEUU era la tierra de la libertad. Éste fue incluso el discurso legitimador de la Doctrina Monroe.

La idea de EEUU y Europa como la misma cosa, como la misma civilización, no era ni de lejos tan unánime como lo es ahora. Basta recordar cómo definió Oscar Wilde a EE UU: «…el único país que pasó de la barbarie a la decadencia sin pasar por la civilización». Nos cuesta visualizarlo, pero la americanización de Europa y el establecimiento de la idea de una «civilización occidental» que engloba a EEUU y a Europa Occidental son fenómenos de posguerra.

Este concepto de integración bajo el liderazgo estadounidense, con el Atlántico como foco geográfico, es inseparable del mesianismo universalista de raíces judeopuritanas típico de la cultura estadounidense. Su consecuencia natural es la exportación de los principios y modelos de la sociedad estadounidense a los «países aliados»: la democracia liberal, el capitalismo liberal, el individualismo, la familia nuclear, así como el consumismo, la cultura del espectáculo y las formas artísticas producidas por la industria cultural estadounidense.

El atlantismo también puede referirse a la distinción entre potencias marítimas y potencias terrestres, que se encuentra en Carl Schmitt, pero que también ha sido elaborada por Alexander Dugin. Según esta categorización, el atlantismo es la expresión ideológica y geopolítica de la civilización marítima por excelencia en nuestro tiempo: EEUU. Las potencias marítimas (como en otros tiempos Atenas, Cartago y Gran Bretaña) son las que se conducen según un ethos mercantil. Siendo el centro existencial el intercambio y la acumulación de mercancías, esto tiene implicaciones en otros ámbitos. El método de expansión es la construcción de puestos comerciales y colonias costeras, los valores son materialistas, igualitarios e individualistas. La inestabilidad y la precariedad se valoran positivamente, de modo que existe una tendencia a relativizar todo tipo de límites, fronteras y tabúes.

Ahora bien, huelga decir que, como proyección geopolítica, el atlantismo también lanza sus tentáculos hacia el Atlántico Sur. En un principio, la Doctrina Monroe se limitó a promover la destrucción de los Imperios Ibéricos, como lo demuestra la guerra hispano-estadounidense. Pero de este concepto reactivo, Estados Unidos pasó a una postura más activa a escala continental también después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el centro de atención del atlantismo era Europa, se aplicó una especie de «atlantismo secundario» en la América Ibérica para «preservar la retaguardia» de EEUU.

En este contexto, EEUU, como complemento y sucesión de Gran Bretaña, estableció una red de bases en el Atlántico Sur, todas ellas destinadas a cerrar un cerco naval muy estrecho. El proceso de americanización, con la exportación de valores liberal-occidentalistas, se ha acelerado en los últimos años a medida que EEUU prestaba más atención a la región.

El atlantismo, por tanto, es sólo una forma de especificar la forma y el contenido del imperialismo estadounidense, así como de contextualizarlo en un «estilo» multimilenario que revela la esencia suprahistórica de este fenómeno.

Traducción de Enric Ravello Barber.

*Raphael Machado, abogado y político.

Artículo publicado originalmente en geopolitika.ru.

Foto de portada: extraída de geopolitika.ru.

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