El decreto de Sall, posteriormente anulado por el Consejo Constitucional, fue la última de una serie de intervenciones gubernamentales que excedieron el alcance del poder ejecutivo. Estas han incluido la descalificación de candidatos clave de la oposición, la manipulación de procedimientos judiciales y la detención arbitraria de figuras disidentes.
Los 12 años de mandato de Sall han estado marcados por contradicciones. Su administración impulsó la inversión en transporte e infraestructura urbana. En particular, trabajó en la red de autopistas, el nuevo aeropuerto internacional de Diass, el desarrollo de las principales carreteras y la realización de proyectos de transporte público.
Pero estas inversiones no se han traducido en mejoras en la vida de los senegaleses. Miles de jóvenes todavía emprenden peligrosos viajes a Europa habiendo perdido la esperanza de desarrollar su potencial en su propio país.
Este es el telón de fondo de su decisión de posponer las elecciones en un último intento por asegurar una estrategia ganadora para su bando. Su ungido sucesor, Amadou Ba, sigue siendo una figura controvertida dentro del gobernante Partido Alianza por la República.
Tengo un interés de investigación en la formación de estados en África occidental. Como he argumentado en mi trabajo, los estados se sostienen produciendo y alienando a los “otros” internos. Esto se refiere a un escenario en el que los gobiernos afirman su soberanía no contra fuerzas externas sino contra grupos culturales internos y las lógicas de gobernanza existentes. El estilo de gobierno de Sall sigue de cerca este patrón.
Crisis dentro de su partido
Sall dijo que posponía las elecciones debido a un supuesto conflicto entre el parlamento y el Consejo Constitucional. El parlamento aprobó la creación de una comisión de investigación sobre el proceso de validación de las candidaturas presidenciales por parte del Consejo Constitucional.
De hecho, Sall se aferró a una acusación de corrupción formulada por Karim Wade contra dos jueces del Consejo Constitucional tras la inhabilitación de Karim para presentarse a las elecciones debido a su doble ciudadanía.
Pero la razón más plausible fue una crisis dentro del campo gobernante. La Alianza por la República es un partido dividido que va desorganizado a las elecciones. El sucesor elegido por Sall, Ba, ha generado poco entusiasmo entre los votantes. Él simboliza el status quo. Ba, un candidato adinerado, tiene la difícil tarea de convencer a un electorado empobrecido de que está a la altura de la tarea.
Sall se extralimitó en sus poderes constitucionales. La limitación de la duración del mandato del presidente que establece la Constitución senegalesa no puede modificarse. Además, según el código electoral, el decreto que fija la fecha de las elecciones presidenciales debe publicarse a más tardar 80 días antes de la votación prevista. Sall pospuso la votación sólo 12 horas antes del inicio previsto de la campaña y 22 días antes de la votación.
El intento de Sall de posponer las elecciones, que ha fomentado un clima de desconfianza en la integridad del proceso electoral, ha dejado a Senegal envuelto en una grave crisis constitucional. Su decreto planteó dos cuestiones importantes:
- El compromiso del gobierno con un traspaso ordenado del poder.
- la integridad del proceso democrático.
Erosión de una tradición democrática
Desde 2021, una serie de protestas y disturbios han enfrentado a Ousmane Sonko, una figura clave de la oposición que enfrenta acusaciones de violación, y a sus partidarios contra un gobierno acusado de manipular el poder judicial para frustrar a un candidato serio. Como resultado, la economía se ha visto gravemente perturbada. Cada día de protestas provoca una pérdida estimada de 33 millones de dólares en producción económica.
Además, Sall ha utilizado fuerzas de seguridad y defensa para establecer un orden de miedo. Ha recurrido a medidas duras contra figuras de la oposición y voces disidentes dentro de la sociedad civil mediante detenciones y procesamientos arbitrarios. Su gobierno ha restringido sistemáticamente la libertad de reunión, prohibió las protestas, suprimió los medios de comunicación independientes y movilizó recursos públicos para reforzar al partido gobernante.
Por todas estas razones, Senegal ha visto una erosión de las instituciones destinadas a defender el estado de derecho, fomentar la participación política y garantizar la rendición de cuentas pública.
Sall fue elegido en 2012 después de un período tumultuoso bajo el extravagante gobierno del presidente Abdoulaye Wade. Sall debe toda su carrera política al patrocinio de Wade. Sin embargo, su relación se agrió cuando se hizo evidente que Sall albergaba ambiciones de desafiar al hijo de Wade, Karim, a quien estaban preparando para suceder a su padre.
Sall se comprometió a ofrecer una gobernanza virtuosa y frugal. Pero la euforia pública pronto se desvaneció cuando los escándalos que involucraron a ministros del gabinete y familiares cercanos pusieron al descubierto la corrupción dentro de la administración.
En 2023, en medio de mucho alboroto sobre la validez de un tercer mandato, Sall cedió a la presión pública después de violentas protestas. Estos resultaron en la crisis política más grave desde la década de 1960, cobrando más de 60 vidas y provocando el arresto de más de 1.000 personas.
¿Dónde ir a Senegal?
En cumplimiento de la sentencia del Consejo Constitucional, Sall finalmente aceptó organizar elecciones antes de su salida.
A medida que se acerca el día de las elecciones del 24 de marzo, la ausencia de contendientes clave y las incertidumbres sobre los procedimientos electorales inyectan un elemento de imprevisibilidad.
Además, la erosión de la confianza es tal que el público senegalés todavía duda del compromiso de Sall de cumplir con sus obligaciones y facilitar una transferencia ordenada.
*Amy Niang, Jefe del Programa de Investigación, Consejo para el Desarrollo de la Investigación en Ciencias Sociales en África
Artículo publicado originalmente en The Conversation