Elecciones 2024 Europa

La campaña electoral europea se embarra por la crispación ultra y los discursos del odio

Por Maria G Zornoza* –
Múltiples políticos han recibido ataques recientemente. El último y más grave es el intento de asesinato de Robert Fico, que ha congelado la campaña en Eslovaquia.

El fantasma de la polarización y la crispación recorre Europa. Y se está dejando notar durante la recta final de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebran entre el 6 y el 9 de junio. El reciente intento de asesinato al primer ministro eslovaco Robert Fico ha precipitado que la presidenta del país pida suspender la campaña de las europeas para aliviar la tensión y la confrontación en uno de los momentos más complicados de la historia reciente del país. El fenómeno de odio preocupa. Hace tan solo unos días, un eurodiputado socialdemócrata recibió una brutal paliza mientras pegaba carteles en Alemania. La UE teme que este clima de violencia política se recrudezca.

Bratislava ha pedido una pausa temporal en los debates hacia las urnas europeas tras el shock por el intento de magnicidio. «Una campaña conlleva confrontación, acusaciones de unos contra otros, y lo último que necesita Eslovaquia ahora mismo es una confrontación», afirmaron Zuzana Caputova, presidenta en funciones, y Peter Pellegrini, sucesor en el cargo, en una comparecencia conjunta llamada a mostrar unidad y celebrada poco después de que Fico recibiera hasta cinco disparos. La vida del mandatario no corre peligro, pero su estado de salud continúa siendo muy grave.

Poco después del ataque, el responsable, un escritor de 71 años, fue detenido y el Gobierno informó de que el móvil respondía a «motivaciones políticas». Eslovaquia se había convertido recientemente en la nueva oveja negra de la UE, pero estaba quedando eclipsada por el siempre dominante Viktor Orbán. Fico regresó al poder en 2022 después de su marcha tras el asesinato de un joven periodista que investigaba casos de corrupción en las altas esferas, un evento que conmocionó al país. Tras su vuelta ha confirmado su tono y agenda populista, prorruso y de cerco a los derechos fundamentales con medidas para controlar los medios de comunicación, debilitar la independencia del poder judicial, reducir los delitos de corrupción o cercar a las ONG.

El ataque no está, en principio, relacionado con las elecciones europeas, pero se ha producido a tan solo tres semanas de las mismas y frente a una creciente preocupación en la UE de injerencias externas y de una mayor polarización y violencia política. En la capital comunitaria el evento continúa generando shock y es inédito, nunca se ha asesinado a un miembro sentado en el Consejo Europeo. Se extiende el temor de que acontecimientos como el citado incendien todavía más las calles y la política.

La ultraderecha muestra su peor cara

Los líderes europeos han cerrado filas ante un ataque que describen como «vil y cobarde que atenta contra la democracia». Y no han ocultado su preocupación por el fenómeno del discurso de odio cada vez más extendido a lo largo y ancho del bloque comunitario. Hace una semana, el eurodiputado socialdemócrata Matthias Ecke recibió un brutal ataque a manos de unos simpatizantes ultraderechistas mientras pegaba carteles por su Alemania natal. En ese mismo país la ex alcaldesa de Berlín Franziska Giffey resultó herida a comienzos de mes por un hombre que contaba en su historial con delitos de odio. Poco después, la víctima fue el diputado germano de Los Verdes Kai Gehring. Todo ello se ha producido en un momento en el que el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania está en auge y se proyecta como segunda fuerza en intención de voto. En la vecina Bélgica, su primer ministro Alexander De Croo ha denunciado este jueves en comisaría a un asistente en un evento que gritó que «le fusilaran».

La jefa de la delegación socialdemócrata en la Eurocámara, Iratxe García Pérez, denunció hace un mes que habían rajado las ruedas de su coche y poco después pintaron las paredes de su casa con mensajes de «puta, golfa, asco y decepción». También recientemente un grupo de encapuchados de ideología nazi irrumpieron en un encuentro contra el fascismo que se realizaba en un teatro del sur de Estocolmo hiriendo a tres personas. En 2022, el partido de extrema derecha y antiinmigración Demócratas Suecos fue la segunda fuerza más votada de las elecciones y terminó entrando en el Ejecutivo de mano de los conservadores.

Los acuerdos con las formaciones de ultraderecha han pasado de ser una línea roja a la normalidad de la política europea. Esta misma semana, el partido del liberal Mark Rutte cerraba un pacto de gobierno con el ultra Geert Wilders. Se trata de un aviso a navegantes para la reestructuración de alianzas que puede llegar tras los comicios europeos. Ursula von der Leyen ya ha dejado claro que está dispuesta a bailar con estas fuerzas, marcando una línea roja en los «amigos de Putin» y tendiendo la mano a otras delegaciones como Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, Vox en España o el Partido de Ley y Justicia (PiS) en Polonia.

Este nuevo escenario que se abre ha tensado las ya angostas relaciones que venían manteniendo el Partido Popular Europeo y los Socialdemócratas, las dos principales familias políticas que hasta ahora siempre han respetado la gran coalición en el hemiciclo. Tras la oleada de ataques a políticos, los Socialdemócratas, Liberales, Verdes e Izquierda han firmado una declaración conjunta «en defensa de la democracia» y contra el discurso del odio. Pero los populares se han negado. «Estamos ante un momento crítico en la historia del proyecto europeo, donde una vez más la extrema derecha está intentando devolvernos a las páginas más negras de nuestra historia (…) El auge de la ultraderecha supone una amenaza para Europa, nuestros valores, libertades civiles y los derechos fundamentales de sus ciudadanos», reza la misiva.

*María G. Zornoza, periodista.

Artículo publicado originalmente en Público.es

Foto de portada: Un hombre ondea la bandera nacional eslovaca frente al hospital donde el primer ministro eslovaco, Robert Fico, está siendo tratado después de recibir varios disparos el pasado 15 de mayo. —MARTIN DIVISEK/EFE

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