África Subsahariana Análisis del equipo de PIA Global

Kenia: la “Generación Z” abandonó las redes sociales

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
Miles de kenianos, jóvenes en su mayoría, tomaron las calles de Nairobi, y de otras ciudades en protesta ante la votación de una “ley financiera”. Este proyecto de ley no es más que la suba de los impuestos.

La “Generación Z”​ es la cohorte demográfica que sigue a la generación milénica y precede a la generación Alfa. Conocidos coloquialmente como zoomers,​ se suele incluir como parte de la generación Z a aquellas personas nacidas desde mediados o finales de la década de 1990​ hasta finales de la década de los 2010. La mayoría de personas pertenecientes a la generación Z ha utilizado internet desde muy joven y se siente cómoda con la tecnología y los medios sociales. Se estima que corresponden al 23,7 % de la población mundial.

En Kenia, la Generación Z” tomó las calles y demostró su poder de manifestación y convocatoria. También de resistencia y valor político más allá de las sociales. Las protestas callejeras en Kenia contaror con una importante participación de jóvenes que utilizan los medios digitales para organizarse y expresar su oposición al Gobierno. Caracterizados por su destreza digital y su conciencia social han creado este movimiento de base orgánica que,  utilizando plataformas, como las redes sociales, para movilizarse y coordinar esfuerzos rápidamente le han asestado un duro golpe al gobierno de Ruto.

En las protestas actuales estamos viendo lo innovadores que pueden ser las activistas a la hora de utilizar los medios digitales. Las herramientas y estrategias digitales empleadas hoy llevan el activismo a un nivel completamente nuevo. Muestran una sofisticación y un alcance difíciles de imaginar, desplegando una serie de estrategias antiguas y nuevas. Entre las nuevas se encuentra la Inteligencia Artificial (IA), que se ha utilizado para crear imágenes, canciones y vídeos que amplifican los mensajes del movimiento y llegan a un público más amplio.

En Kenia, en estas últimas semanas la IA se utilizó para ayudar a educar y crear conciencia a un público más amplio sobre el proyecto de ley financiero que se impulsó desde el gobierno nacional y que su aprobación provocó la reacción de los jóvenes Z. Los desarrolladores, por ejemplo, crearon modelos GPT especialmente diseñados para responder a preguntas sobre la ley de finanzas y los alcances de la ley.

Se están utilizando plataformas como Tiktok y X para compartir vídeos de personas que explican la ley de finanzas en varios dialectos keniatas como una forma de que la información llegue a todas las personas interesadas en el tema. La Generación Z cambió el panfleto callejero por los mensajes multimediales. Hashtags cómo #OccupyParliament y #RejectFinanceBill2024 han sido tendencia en las redes sociales durante varios días, lo que pone de manifiesto el poder del activismo digital para movilizar apoyos y mantener el impulso de las protestas. También tuvo mucho éxito la financiación colectiva a través de plataformas digitales. Esto permitió a los activistas “digitales” enviar dinero para el transporte, permitiendo que más personas se unan a las protestas.

Por otro lado, los más expertos en sistemas se pudieron dedicar al hackeo  de sitios web gubernamentales, interrumpiendo los servicios y llamando la atención sobre la causa que los puso en actividad. Se filtraron datos e información personal, como los números de teléfono de dirigentes políticos, para que los manifestantes pudieran enviarles spam con mensajes SMS y WhatsApp.

Los activistas también crearon un sitio web con un “muro de la vergüenza” que enumera los nombres de los políticos que apoyan la Ley de Finanzas. Esto ayudó a los manifestantes a aumentar la presión sobre los parlamentarios para que cambien su postura. Algunos electores están tomando medidas para destituir a sus diputados.

FMI, leyes y ajuste a pedido

Desde hace años, Kenia es ahorcada por el FMI y sus planes de ajuste estructural, tanto del Estado como de su funcionamiento. El parlamento aprobó el presupuesto fiscal con el que, el gobierno de William Ruto, buscaba aumentar impuestos a alimentos y combustibles para pagar los vencimientos de deuda externa al FMI. Ante ello miles salieron a las calles a oponerse. La policía en su represión, asesinó a 17 manifestantes y hubo cientos de heridos y daños a los edificios públicos. Incluso una buena cantidad de manifestantes lograron entrar al Congreso.

Kenia tiene más de 54 millones de habitantes, de los cuales, 31 millones viven en la pobreza y el 73% sufre graves dificultades financieras o no consigue llegar a fin de mes. En este marco, el aumento de los artículos de primera necesidad por la aplicación de aumento impositivo empujaría aún más a los trabajadores kenianos al hambre y la pobreza.

A poco de asumir allá por un ya lejano 2022, el gobierno de Ruto aplicó fuertes medidas de austeridad anulando los subsidios a la harina y al combustible. En Julio del 2023, aplico un impuesto del 1,5% sobre la vivienda y duplicó el IVA sobre el combustible del 8% al 16% llevando el litro de nafta súper a 1,60 dólares a fines del 2023. Ante esta situación, en julio de 2023, se desarrollaron enormes movilizaciones contra el aumento del costo de la vida. La política del gobierno fue reprimir brutalmente, cientos de detenidos y decenas de asesinados que quedaron en la impunidad. Las cosas no cambiaron, Ruto sigue su política y vuelve a la carga para ajustar al pueblo y pagarle al FMI. Mientras, la rabia crece ante la impunidad de los grandes empresarios que evaden impuestos y recién enormes beneficios tributarios por parte del gobierno. El gobierno le mete la mano en el bolsillo de los trabajadores empobrecidos para pagar los intereses de la deuda externa, pidiendo más deuda externa.

Mientras aumenta los precios de los productos de primera necesidad, Kenia liquidó 560 millones de dólares del eurobono de 2014 utilizando una parte de los ingresos de un préstamo del Banco Mundial de 1,2 mil millones de dólares. Este ciclo vicioso y saqueador, lejos de resolver el problema, lo empeora aún más.

Como toda esta política no le fue suficiente al gobierno, el jueves pasado, el Parlamento aprobó, con 195 votos a favor, 106 en contra y tres nulos, el presupuesto 2024/25. Su único objetivo es recaudar 2.700 millones de dólares adicionales y pagar así el resto de los vencimientos de deuda externa que asciende a unos 3.500 millones de dólares, el 68% de PBI de Kenia.

El proyecto de Ley presentado buscaba un incremento del 5% las tasas que gravan las transferencias bancarias y pagos a través del teléfono móvil, un aumento del 16% al impuesto sobre el pan y del 25% al aceite vegetal, un cargo adicional del 2,75% para los asalariados inscriptos en el plan nacional de seguro médico y un impuesto anual del 2,5% para los vehículos. Si bien el proyecto de ley se fue recortando según iba creciendo el malestar social y las manifestaciones crecían en las calles de Nairobi, por ejemplo los artículos que hacían referencia a los impuestos al pan o las transacciones bancarias fueron retirados del proyecto original.

Pero era demasiado tarde. Las movilizaciones en Nairobi, no pararon y llegaron al parlamento el día de su aprobación para demostrar toda la bronca y radicalidad de la juventud que ya no está dispuesta a pagar la crisis que los gobiernos y grandes capitalistas han provocado. Estas protestas son orgánicas y los jóvenes están desempeñando un papel fundamental. Llevan mucho tiempo sintiéndose ninguneados y desatendidos por el gobierno. Este sentimiento generalizado de privación de derechos era una bomba de relojería, y finalmente estalló en un ferviente activismo.

A diferencia de las protestas anteriores, estas manifestaciones surgieron espontáneamente de las bases. Este cambio subraya una transición significativa en la política keniana. Estamos asistiendo a un cambio de la movilización basada en el origen étnico al activismo basado en cuestiones concretas. La gente no es una por su tribu. Se están uniendo para luchar por cuestiones que afectan a su vida cotidiana, como las políticas económicas, la responsabilidad del gobierno y la justicia social.

Esta nueva forma de activismo refleja la creciente madurez política de los kenianos, que priorizan las preocupaciones comunes frente a las divisiones étnicas. Establece un nuevo precedente para abordar los problemas sociales y políticos del país.

Los jóvenes salieron de sus pantallas y se echaron a la calle, obligando a los dirigentes a escuchar e incluso a hacer enmiendas a la Ley de Finanzas antes de que fuera aprobada. Esto demuestra cómo los movimientos en las redes pueden traducirse en cambios en el mundo real. Demuestra el poder y la eficacia del activismo digital para dar forma al discurso político.

El activismo digital ofrece una poderosa plataforma para que se oigan voces diversas, catalizando el cambio.

Ruto se vio obligado a vetar esta infame ley y deberá buscar en otro lado y de otra manera como cumplir con las obligaciones que le impone estar atado al yugo del FMI, sabiendo ya que un movimiento popular se opondrá ante cualquier otra medida antipopular.

La Generación Z ya es una realidad que trocó pantallas por calles y esto será un escollo que el gobierno keniano no tenía en el horizonte cercano. Los jóvenes se hicieron escuchar, aun asumiendo los riesgos de que corra sangre en la lucha. Un ejemplo que debiéramos tener en cuenta en muchos lugares del planeta. En nuestro país sin ir más lejos.

*Beto Cremonte,  docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp

Añadir Comentario

  • […] Kenia: la “Generación Z” abandonó las redes sociales Otras “primaveras Z”Decíamos que una de las primeras  muestras de descontento y toma de las calles en este siglo fue a partir de la Primavera Árabe, donde las  dificultades económicas, represión política, corrupción y desconfianza en las instituciones gubernamentales fueron el detonante. Si bien podemos afirmar que no hay “primaveras” idénticas, muchos de estos factores de riesgo prevalecen en varios países subsaharianos hoy y están siendo los motivos por los que la juventud decide tomar partido (y las calles) para manifestar su descontento con el sistema imperante.En Etiopía, el fallido proceso de justicia transicional de posguerra ha afianzado unas condiciones económicas incendiarias caracterizadas por una alta inflación, desempleo, pobreza y un crecimiento económico limitado. La adopción de un programa del Fondo Monetario Internacional ha prometido un amortiguador, pero, como en Kenia, las reformas mal orientadas y el apoyo social insuficiente podrían provocar malestar entre los etíopes que observan los acontecimientos en sus países vecinos.Zimbabwe también está expuesto a la inestabilidad. Durante junio y julio, los activistas intentaron organizar manifestaciones antigubernamentales que coincidieran con la cumbre de la Comunidad de Desarrollo de África Austral del 17 de agosto para presionar a la administración de Mnangagwa a que implementara reformas políticas y económicas. En una ofensiva preventiva, el gobierno detuvo a más de 160 personas, entre ellas funcionarios electos, miembros de la oposición, dirigentes sindicales, estudiantes y periodistas.Del mismo modo, la oposición política y la sociedad civil togolesas se han movilizado contra la nueva Constitución promulgada en mayo, que potencialmente garantiza al presidente Faure Gnassingbé un gobierno indefinido. En Senegal, la elección del presidente populista Bassirou Faye parece haber reducido la temperatura política; sin embargo, si no cumple con su programa de campaña, las masas podrían volverse contra él, como lo hicieron contra Ruto. La discordia se está fomentando en Tanzania y Zambia, donde los presidentes reformistas tienen dificultades para cumplir con sus mandatos.Dicho esto, el mero hecho de que haya un clima propicio para el malestar no significa que sea inevitable ni que el contagio esté garantizado. Los gobiernos autoritarios como los de Zimbabwe y Uganda, caracterizados por una profunda frustración con el statu quo, han encontrado una manera de resistir la presión pública a lo largo de varias décadas.El crecimiento demográfico de África y el aumento de la juventud han superado la capacidad de sustentación de la política clientelista. Independientemente de la naturaleza de la norma, navegar en este clima será un desafío para los gobiernos de toda África. Las respuestas variarán según la capacidad de las instituciones para contener o reprimir el malestar, la resiliencia de la sociedad civil y la naturaleza de los regímenes políticos. Algunos, probablemente, se abrirán paso a la fuerza en medio de tanta volatilidad utilizando el garrote y dando pocas concesiones al público, otros, sin embargo,  se verán obligados a apaciguar a las masas agraviadas dando marcha atrás en las reformas fiscales, políticas y económicas, este es el caso de gobiernos que se aferran a la supervivencia. Es por eso que la estabilidad que se logre con estas medidas temporales puede ser pasajera. Son necesarios cambios estructurales profundos, ya que las poblaciones más jóvenes son menos receptivas a concesiones fragmentadas y pueden resistir las medidas represivas.En definitiva, el malestar que vemos en toda África podría ser el comienzo de una nueva era de activismo político y cambio. Queda por ver si esto conducirá a una nueva “primavera” en todo el continente o a una serie de correcciones aisladas. Lo que es seguro es que los jóvenes de África ya no se conforman con quedarse al margen. Están exigiendo tener voz para dar forma a su futuro y es poco probable que se los silencie fácilmente. La Generación Z muestra un camino, quizás no sea la solución definitiva ni mucho menos pero si estamos seguros que es mejor que la pasividad ante el atropello estatal y le abuso en la toma de decisiones por fuera de los beneficios para los africanos. […]

Dejar Comentario