A intervalos regulares desde 2008, las fuerzas israelíes han emprendido varios ataques masivos contra la Franja de Gaza. El objetivo es claro: utilizar la fuerza para legitimar y ampliar la ocupación ilegal de los territorios palestinos. Estos ataques, al destruir la infraestructura básica de las comunidades, también intentan debilitar la resistencia palestina.
Estos ataques no eran guerras, sino conflictos asimétricos en los que los israelíes tienen uno de los ejércitos mejor equipados del mundo mientras que los palestinos carecen de tropas regulares, tanques, aviones de guerra y sistemas de defensa antiaérea. En definitiva, lo que hubo no fueron guerras entre las dos partes, sino masacres con el claro objetivo de la limpieza étnica y el genocidio de un pueblo.
El último ataque tuvo lugar en mayo de este año y, tras 11 días de enfrentamiento, el mundo se sorprendió con las imágenes de los palestinos celebrando sobre los escombros de Gaza, el resultado de las negociaciones con la mediación de Egipto y los logros de la resistencia. Esas escenas fueron la marca más patente de la victoria de la Operación Espada de Jerusalén, llevada a cabo por las organizaciones de la resistencia palestina contra las agresiones de Israel.
Las fuerzas de resistencia se fortalecen con cada enfrentamiento
En el conflicto de este año, Israel fracasó en otro intento de destruir Gaza y aislar al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), con el resultado de que las fuerzas de resistencia palestinas salieron más fuertes, más arraigadas en la población, mejor preparadas militarmente y con un importante apoyo popular en Gaza, Cisjordania y los territorios asignados a Israel desde 1948.
Mientras tanto, en la opinión pública israelí ha crecido la sensación de que Israel se ha debilitado militarmente, que no ha ganado y que es claramente incapaz de derrotar a Hamás y a las demás fuerzas de la resistencia. Este sentimiento ha ido creciendo desde la humillante derrota del ejército sionista en 2006, cuando fue expulsado por Hezbolá del Líbano.
Los servicios de inteligencia israelíes no lograron predecir la capacidad ofensiva de las fuerzas de la resistencia y el lanzamiento de más de 4.360 misiles en los 11 días de conflicto, lo que llevó a algunos analistas a considerar la hipótesis de que Israel ya no saldría victorioso de las batallas. El resultado de la batalla de la Espada de Jerusalén fue, sin lugar a dudas, favorable a las fuerzas de la resistencia, al fracaso militar israelí y a la creciente impopularidad de Israel en el mundo.
Los enfrentamientos de mayo sorprendieron por los avances tecnológicos militares de las Brigadas Al-Qassam, el brazo armado de Hamás, que utilizaron sofisticados misiles fabricados en Gaza con el apoyo técnico y material de sus aliados Irán y el Hezbolá libanés. Los misiles SH85, A120, Badr-3, Ayyash-250K y Qassam-400 alcanzaron distancias que van de los 100 a los 250 km, la mayoría de ellos lograron eludir el sistema Cúpula de Hierro y atacaron ciudades como Ashdod, ChaerHanigev, Nir Oz, Ashkelon, Bersheeva y Haifa, y la capital Tel Aviv, cuyo aeropuerto internacional también fue alcanzado.
Otra sorpresa fue el uso por parte de Hamás de drones submarinos, que llevaron a cabo ataques contra barcos militares y plataformas de exploración de gas. Los drones aéreos suicidas atacaron varias bases aéreas israelíes, entre ellas las de Hastor, Hatzerim, Nevatim, Tal Nov, Palmachim y Ramon, y el oleoducto Askelon-Eiliat, causando destrucción y daños al enemigo. Además, un avión no tripulado de reconocimiento de la clase Zawari sobrevoló y fotografió instalaciones militares israelíes intactas, en una demostración de la fragilidad de la defensa de Israel.
Aunque ha causado pequeñas pérdidas humanas y de infraestructuras, los atentados de Hamás han afectado fuertemente a la economía israelí, con pérdidas que superan los 1.800 millones de dólares sólo en la primera semana del conflicto, debido al cierre de puertos y aeropuertos, el cierre del 30% de las fábricas, la suspensión de la exploración de gas en las plataformas del campo de Tamar, la caída sin precedentes de la bolsa y la devaluación de la moneda israelí, el shekel, que cayó un 14% frente al dólar, aumentando la recesión de la economía ya golpeada por el covid-19.
Es poco probable que Israel gane nuevas batallas contra los palestinos
En el ámbito político y diplomático, los enfrentamientos con Israel han desmoralizado los llamados acuerdos de normalización entre el régimen sionista y algunos Estados árabes, como Emiratos Árabes Unidos, que suspendió los vuelos comerciales a Tel Aviv, y Marruecos, que se echó atrás en varios acuerdos con Israel. Las masivas protestas de solidaridad con el pueblo palestino celebradas en varios países árabes han enfriado el entusiasmo de los gobiernos locales por «normalizar» las relaciones con Israel.
La impopularidad de Israel en todo el mundo es cada vez mayor, las calles de varias ciudades han sido escenario de numerosas manifestaciones de apoyo a la causa palestina y de rechazo frontal a las acciones del Estado sionista. Al mismo tiempo, observamos acciones a nivel de instituciones internacionales como que la Corte Penal Internacional ha iniciado una investigación sobre los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos contra la Franja de Gaza desde 2014.
Los ataques realizados en 2008/2009, 2012, 2014, 2015, 2018 y 2021, ahora investigados por la CPI, son hechos delictivos que se suman a la decisión del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que aprobó, tras los recientes episodios delictivos, la apertura de una investigación sobre los abusos de Israel en los territorios palestinos ocupados.
El acercamiento de Hamás y otras fuerzas de la resistencia con Irán, Hezbolá y Siria, que han ofrecido dinero, armas y tecnología a la resistencia palestina, es un hecho muy importante que refuerza la evaluación del mito de la invencibilidad militar del Estado judío. Es difícil que Israel gane nuevas batallas contra los palestinos en cualquier terreno, mientras Hamás se expande en los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania, y en los atribuidos a Israel después de 1948, erigiéndose como la fuerza política palestina más importante y posible vencedora en las próximas elecciones palestinas, que aún no tienen fecha fijada tras ser aplazadas por conveniencia del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas.
*Sayid Marcos Tenório es historiador y especialista en Relaciones Internacionales. Es vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal) y autor del libro Palestina: del mito de la tierra prometida a la tierra de la resistencia (Anita Garibaldi/Ibraspal, 2019. 412 p). Correo electrónico: sayid.tenorio@uol.com.br – Twitter: @HajjSayid