En 2022 el Líbano perdió su gabinete y a su presidente. Desde entonces, el Parlamento ha intentado definir nuevos mandatarios con diversas sesiones electorales que resultaron en fracaso. Con presiones internacionales, una posguerra y una tregua en marcha, Beirut debió llegar a un consenso para nombrar quienes dirigirán el país.
Un nuevo Aoun
Tras una extensa jornada de votación el pasado jueves 9 de enero, el jefe del poder Legislativo anunció que Joseph Aoun sería el nuevo presidente del pueblo libanés, siendo el sucesor de Michel Aoun, anterior presidente, quien renunció al cargo en 2022. Aoun, el nuevo, obtuvo 99 votos de los 128 integrantes que conforman la Cámara de Diputados, lo que le dio la mayoría necesaria (se requiere un mínimo de 86).
El reciente electo mandatario, se mostraba como el favorito para el cargo en las últimas semanas, siendo que uno de sus contrincantes perteneciente al movimiento Marada, Suleiman Frangieh, retiró su candidatura exponiendo un comunicado que cedía directamente su apoyo a Aoun, en donde afirmaba que “reúne las cualidades necesarias para preservar el prestigio de la presidencia”.
Sin embargo, el proceso de elección presentó ciertas discordancias entre los partidos árabes. Hezbollah y el Movimiento Amal decidieron abstenerse en la primera vuelta votando en blanco. Luego de arduas negociaciones en las que se acordaron estrategias de defensa y el liderazgo del ejército, entre otras cuestiones, ambos partidos apoyaron al candidato favorito.
Días previos a las elecciones, enviados de Estados Unidos y Arabia Saudita se reunieron con legisladores a fin de incitar su respaldo a Aoun. Ambos países, así como también Francia, han mantenido relaciones directas con el nuevo presidente, quien fue comandante de las Fuerzas Armadas libanesas, formado en infantería en Estados Unidos. A pesar de la estrecha relación forjada con Washington, Aoun se ha mostrado imparcial en políticas internas del país, delimitando una barrera frente a las presiones externas que le incitaban a movilizar su Ejército contra Hezbollah. Además se ha pronunciado a favor de la cooperación entre el partido y el gobierno libanés a fin de preservar la soberanía ante los ataques israelíes.
Por su parte, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, felicitó al mandatario asegurando su disposición a cooperar mutuamente entre ambos países, y expresó “Sin duda, el fortalecimiento de la resistencia y la unidad derrotará las ambiciones del enemigo sionista contra el territorio del Líbano”.

¿Quién será el Primer Ministro?
Nawaf Salam, ex presidente de la Corte Internacional de Justicia, será quien reemplace al primer ministro interino, Najib Mikati. Salam fue elegido por el presidente nombrado días previos, Joseph Aoun, con apoyo de bloques como Líbano Fuerte, Agrupamiento Democrático, República Fuerte y el partido Kataeb (Falangistas). Por su parte, Hezbollah mostró intención de que Najib Mikati tomara el cargo de manera titular.
Salam representó al Líbano como embajador ante las Naciones Unidas durante diez años desde 2007 hasta 2018, cuando comenzó a formar parte de la Corte Internacional de Justicia. Fue elegido presidente de la misma en febrero de 2024.
En dicho puesto, se encargó de supervisar el caso presentado por Sudáfrica ante la CIJ, en el cual denunciaba el genocidio de Israel hacia Gaza. La sentencia dictada ordenó al estado sionista tomar “todas las medidas necesarias” para evitar tal masacre.
La primera tarea de Salam será nombrar a su gobierno, proceso que en mandatos anteriores ha llegado a tardar meses. El nuevo gabinete tendrá la ardua misión de supervisar la tregua con Israel y reconstruir el país luego de los destrozos ocasionados por los bombardeos.
También será una de las inquietudes principales de la gestión, remediar la crisis económica en la que se encuentra el país desde 2019, que ha provocado que la lira libanesa pierda casi el 100 por ciento de su valor, incrementada por los ataques enviados desde Tel Aviv costando más de 5.000 millones de dólares en pérdidas.
Sin dudas, tanto el Presidente como el Primer Ministro deberán enfrentarse a las fuertes consecuencias de la guerra de la región, además de la puja de intereses de las potencias multimillonarias que rondan a su alrededor. La construcción de un gobierno firme podría brindarle al Líbano un desarrollo económico del que prescinde desde hace más de cuatro años, pero no asegura su asegura su estabilidad, la cual se encuentra en crisis incluso desde la época de la Guerra Civil.
Foto de portada: REUTERS/Mohammed Yassin