El viernes comenzó la campaña para las elecciones parlamentarias iraquíes previstas para el 11 de noviembre.
Más de 7.000 candidatos compiten por la legislatura de 329 escaños.
Con el cambio de alianzas entre los bloques chií, suní y kurdo, se espera que la votación influya no solo en la composición del parlamento, sino también en el equilibrio de poder en Bagdad.
El primer ministro, Mohammed Shia’ al-Sudani, se presentará a las elecciones como parte de la coalición Construcción y Desarrollo, una victoria le garantizaría su reelección como primer ministro.
Sin embargo, algunos miembros de la oposición no ven el lugar de Sudani tan seguro. Zuhair al-Jalabi, ex miembro del Parlamento y figura de la Coalición del Estado de Derecho, describió la actual estructura de gobierno como un acto de equilibrio temporal.
Aunque las instituciones estatales siguen funcionando, sus cimientos económicos siguen siendo frágiles. La dependencia de Irak de los ingresos petroleros lo deja vulnerable a las fluctuaciones de los precios internacionales, y estas vulnerabilidades se ven agravadas por los retrasos en la ejecución del presupuesto nacional. Persisten ineficiencias de larga data y una planificación fiscal deficiente, lo que agrava los riesgos a medida que se acerca la campaña electoral.
Los economistas advierten que estas debilidades estructurales podrían convertirse en focos de tensión política. El descontento con la prestación de servicios, el empleo y la inflación podría alimentar la frustración de los votantes y generar nuevas rivalidades dentro y entre los principales bloques políticos. A medida que aumenta la presión, se espera que la competencia se intensifique no solo en las campañas electorales, sino también en los círculos de poder, donde se pactan acuerdos mucho antes de las elecciones.
El anuncio de que se celebrarían elecciones se hizo en abril de este año, luego de una serie de intensos debates sobre propuestas para modificar la ley electoral, extender la vida útil del actual parlamento y establecer un gabinete de emergencia.
Las elecciones de noviembre serán la sexta ronda de contiendas parlamentarias desde la invasión y ocupación de Iraq por Estados Unidos y el Reino Unido en 2003. El gobierno se enfrenta ahora a una creciente presión tras las acusaciones de que algunos miembros del Marco de Coordinación gobernante han abogado por aplazamientos.
La actual legislatura iraquí, que comenzó el 9 de enero de 2022, está prevista que concluya el 8 de enero de 2026. Según la Constitución iraquí, deben celebrarse nuevas elecciones al menos 45 días antes de que finalice el mandato parlamentario.
Desde las primeras elecciones legislativas de 2005 —tras un breve periodo en el que la Asamblea Nacional sesionó menos de un año— Iraq ha celebrado cinco rondas de votación. En las elecciones más recientes, celebradas en octubre de 2021, se revisó la ley electoral.
A diferencia de las elecciones anteriores, que se celebraron con un sistema de distrito único por provincia, las elecciones de 2021 se celebraron con un sistema multidistrital tras la sostenida presión pública. En marzo de 2023, el parlamento iraquí aprobó una tercera enmienda a la ley electoral, volviendo al sistema de distrito único por provincia.
Foto de portada: Agencia ONU

