Así lo informaron fuentes de seguridad pakistaníes citadas por la agencia de noticias AFP.
“Las tropas se retirarán a finales de mayo a las posiciones que ocupaban antes del conflicto”, señaló un alto funcionario de seguridad de Pakistán, bajo condición de anonimato.
Aunque inicialmente estaba previsto que la desmovilización se produjera en apenas 10 días, el proceso ha enfrentado retrasos por “problemas menores”, agregó la fuente.
Un conflicto renovado en Cachemira
La reciente escalada entre ambos países comenzó el 22 de abril, tras un atentado terrorista en Jammu y Cachemira atribuido al grupo Lashkar-e-Toiba (prohibido en Rusia), en el que murieron 25 ciudadanos indios y un ciudadano nepalí. Este ataque provocó la reacción inmediata del gobierno indio, que el 7 de mayo lanzó la operación militar “Sindoor”, dirigida contra nueve objetivos en territorio pakistaní y en la parte de Cachemira bajo control de Islamabad.
La respuesta de Pakistán no se hizo esperar, con ataques de represalia que intensificaron el temor a una escalada bélica de mayores proporciones entre dos potencias nucleares con décadas de tensiones fronterizas.
Avances diplomáticos y cese al fuego
El 10 de mayo, ambas partes anunciaron un alto el fuego total, abriendo la puerta a negociaciones discretas para evitar un nuevo conflicto a gran escala. El acuerdo de retirada de tropas se interpreta como un primer paso tangible hacia la normalización militar en la Línea de Control (LoC), aunque persisten profundas diferencias en torno a la soberanía de Cachemira.
El conflicto en Cachemira ha sido una de las disputas territoriales más persistentes y peligrosas del sur de Asia desde la partición del subcontinente en 1947. A lo largo de las décadas, India y Pakistán han librado varias guerras por este territorio montañoso, habitado por una mayoría musulmana, y que sigue siendo uno de los focos más volátiles del planeta.
La reciente escalada demostró nuevamente la fragilidad de la paz en la región y la rapidez con la que un incidente puede desencadenar una confrontación armada. El acuerdo de retirada militar, aunque positivo, no implica una solución al conflicto de fondo, sino que representa un frágil respiro entre dos Estados con profundas heridas históricas y desconfianzas estructurales.
La retirada de tropas antes de fin de mayo es una señal alentadora, pero el futuro de Cachemira sigue siendo incierto. Mientras no se aborden las causas estructurales del conflicto, incluyendo el estatuto político de la región, la radicalización y la influencia de actores armados no estatales, la posibilidad de nuevas hostilidades seguirá latente.
Foto de la portada: EFE