África Economía

Guerra en Ucrania, consecuencias para África

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
La guerra en tierras ucranianas ha producido el aumento en el precio de cereales básicos, gas, minería y maquinarias relacionadas con la industria pesada, liviana y agrícola, además acrecienta el temor al desabastecimiento en muchos países. Pero esta es solo una de las consecuencias de un conflicto que podría dar un vuelco total a la geopolítica del continente africano.

En el mismo instante que cae un misil en Kiev o un tanque ruso transita las desérticas calles de Mariúpol, en un pueblo de africano no saben si habrá pan para mañana o quien será el próximo proveedor de una cosechadora o como se podrán reemplazar los metales laminados que se importan desde el este europeo.

El conflicto bélico ya está transitado la primera semana y se van perfilando sus efectos globales. La guerra en Ucrania repercute por todo el mundo, esto no es un dato novedoso. Las consecuencias primarias y secundarias comienzan a medirse en todo el mundo, las especulaciones se calculan en millones de dólares a lo largo y ancho del planeta económico. Claro que estos millones en algunos casos engrosaran las arcas de unos pocos, en otros casos traerán consecuencias devastadoras para los pueblos. África, por ejemplo adquiere el feo rostro del hambre. Como amenaza más inmediata, muchos países del continente temen un desabastecimiento de cereales y materias prima esenciales para la vida de estas poblaciones.

Desde ya que la dependencia económica, logística y tecnológica  que algunos países africanos tiene de Rusia y Ucrania puede peligrar con el correr de los días (y de la guerra). Por ejemplo, Egipto importa la friolera de casi el 85% del trigo que consume desde Rusia. Otras naciones como Kenia o Nigeria también son dependientes del cereal ruso y además, al igual que Sudán (importa el 65 % de trigo ruso), estas naciones ven tambalear su seguridad alimentaria de continuar por mucho tiempo el conflicto.

Planta de Gazprom en Leningrado GETTY IMAGES

El costado económico de la guerra va mucho más allá de los gastos que se erogan en la industria militar, que de hecho también es el negocio de uso pocos que se enriquecen con cada disparo en una guerra. Otro punto de análisis es la escases de materias primas o como decíamos más arriba, de cereales. El precio del trigo se incrementó un 27%  en el transcurso del mes de febrero y aun no se habla del fantasma de la escasez en los mercados internacionales. Los picos de aumento del cereal se dan justamente en la última semana, en coincidencia con el comienzo de las acciones rusas en territorio ucraniano.

Los dos países en guerra suman casi el 30% de las exportaciones a nivel mundial, un volumen considerable, sobre todo si mucho de ello se vuelca en el continente africano. Ahora bien, siguiendo los acontecimientos que apuntan a que una mezcla de asfixia sancionadora a Rusia por parte de la mayoría de los países de la Unión Europea y miembros de la OTAN y la factible incapacidad productiva en Ucrania, se está ante un escenario que podría  provocar una caída drástica de los volúmenes de trigo disponible. Las leyes del mercado no conocen de emergencias, las variables de oferta/demanda son inamovibles para las empresas y los pooles agroexportadores.

Escasez y pobreza, los fantasmas que sobrevuelan sobre África a partir de la guerra en Ucrania

Otros productos agrícolas, en especial maíz y aceite de girasol que África importa de Ucrania y Rusia podrían correr la misma suerte a nivel mercados internacionales, lo que agravaría aún más las empobrecidas economías africanas que dependen de estos productos (y su valor) para alimentar a sus pueblos.

Alrededor del mundo diferentes analistas, periodistas, economistas y empresarios evalúan día a día los costes y consecuencias de la guerra. Unos lo hacen desde una mirada meramente economicista, otros humanística y hay quienes lo hacen desde la geopolítica global y estratégica. Es desde esta mirada, la de las relaciones internacionales, que algunos analistas auguran malos tiempos para la población africana en relación a los acuerdos comerciales que muchos países de este continente tienen con los dos actores principales en esta guerra. “La guerra va a afectar profundamente en la vida de muchos africanos pobres para los que el pan es parte fundamental de su dieta”, ha expresado Steven Gruzd, del South African Institute of Internatioal Affairs. Este organismo posee un grupo de trabajo, coordinado por Gruzd, que se encarga del estudio pormenorizado de la creciente relación de Rusia con los países africanos y las implicancias que esto acarrea para los mismos. 

Otra mirada, cruzando el Atlántico, sorprende por positiva al no augurar grandes consecuencias y hambrunas, en relación a la falta de cereales y materias primas que África importa desde el este europeo.  Desde el Centro Africano de Estudios Estratégicos, con sede en Washington DC, esta entidad fue creada con el objetivo de generar análisis relevantes para las políticas que contribuyan a abordar los desafíos de seguridad de África. Dirigido por el Dr. Joseph Siegle, los intereses d las  investigaciones del Centro incluyen la comprensión del papel de la gobernanza en el avance de la seguridad y el desarrollo; tendencias de seguridad en África; estabilización de estados frágiles; transiciones democráticas; y fortalecer las instituciones de responsabilidad democrática. Siegle prevé que, mientras se mantenga la relación oferta/demanda, “otros proveedores suministrarán trigo o alternativas para sustituirlo” a los países africanos. Siegle admite que la nueva guerra “solo puede agravar un escenario de por sí pesimista, añadiendo una capa de fragilidad a un sector ya por demás vulnerable”. Según el investigador y a partir de un informe del Centro previo al conflicto ya se advertía un “año duro” para la seguridad alimentaria en África.

La energía como luz y sombra de la guerra

Dijimos que no solo el sector agroalimentario se vería afectado por la guerra. De hecho el sector energético se postula como el de mayor impacto desestabilizador. Europa importa el gas de sus hogares desde Rusia, hoy “reza” confiando y esperando que no se cierre el grifo de los gasoductos rusos hacia Europa. Aquí África combina el temor con la esperanza. Para los países importadores de la energía rusa, todo son malas noticias: los costes de transporte que aumentan indiscriminada y oportunamente, que a su vez mueven hacia arriba la aguja de la inflación. Los negocios que se hacen con el trigo y otros cereales empujan los índices inflacionarios y los precios están suben impulsados por una doble palanca.

Otra es la realidad de aquellos países en suelo africano que son productores y exportadores de materias primas que se comercian cruzado el Mediterráneo. Los grandes países exportadores de gas, como Argelia o Nigeria, pero también de petróleo, como la misma Nigeria, Libia o Angola se frotan las manos ante un presente con precios en récords históricos y ante la posibilidad de elevar los niveles de exportación.

Ahora bien, ante esta oportunidad que se presenta muy tentadora para estos países, la realidad indica que pocos esperan que las ganancias repercutan en una mejora de la calidad de vida general. Como es costumbre, y esta no sería una excepción, son las élites las que van a salir beneficiadas; la gran mayoría de la población se limitará a sufrir las consecuencias del aumento de precios, la escases y el alza inflacionario que empeora la calidad de vida de la mayoría.

La guerra es sin lugar a dudas lo menos deseado por una inmensa mayoría a nivel mundial, pero a la vez es una enorme rampa de oportunidades para uso pocos que ven en el conflicto una única (y muchas veces última) oportunidad de salvación. Para África, no toda, es está claro, la guerra entre Rusia y Ucrania lo tiene en un lugar expectante. Los negocios y acuerdos comerciales con los países en conflicto preocupan al continente africano, pero la oportunidad de negocios es una luz esperanzadora para otros. La tarea nada sencilla para las naciones africana será entonces como administrar esas oportunidades.

*Beto Cremonte es periodista, Comunicador Social y docente en la Facultad de Comunicación Social de La Plata (U.N.L.P), estudiante avanzado de la Tecnicatura Universitaria en Comunicación Pública y Política de la Universidad Nacional de La Plata (U.N.L.P)

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp