El mes de marzo arrancó con movilizaciones en Tbilisi o Tiflis, capital de Georgia. Los manifestantes se agruparon frente al Parlamento la segunda semana del mes para protestar en contra de la ley sobre la transparencia de la influencia extranjera.
El proyecto de ley cuenta con 11 artículos y su punto principal establece, en pocas palabras, que las personas jurídicas que reciban más del 20% de financiación extranjera anual deberán declararlo públicamente. El objetivo es “garantizar la transparencia de la influencia extranjera”, por lo que se busca conocer las declaraciones financieras de las entidades y que sean de acceso público. En el primer artículo se deja constatado que “no limita la actividad de una entidad registrada como agente de influencia extranjera”. El Ministerio de Justicia y la Agencia Nacional de Registros Públicos son los principales organismos estatales encargados de las operaciones y ante eventuales infracciones las entidades deberán pagar multas en moneda georgiana que van de 10 mil a 25 mil GEL.
Los opositores argumentaron que se trataba de una “ley rusa”, que coartaba la libertad de expresión y que limitaba o hacía peligrar la oportunidad de Georgia para ser reconocido como candidato a unirse a la Unión Europea (UE).
De hecho, el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, declaró en un comunicado que la ley “es incompatible con los valores y normas de la UE. Va en contra del objetivo declarado de Georgia de adherirse a la Unión Europea, apoyado por una gran mayoría de ciudadanos georgianos. Su adopción final puede tener graves repercusiones en nuestras relaciones”.
No es la primera ni única ley sobre “agentes extranjeros” en el mundo. El primer país en redactar y adoptar esta ley fue Estados Unidos en 1938, conocida como Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA, por sus siglas en inglés), disponible en el sitio web oficial del Departamento de Justicia. “La Unidad FARA de la Sección de Contrainteligencia y Control de las Exportaciones (CES) de la División de Seguridad Nacional (NSD) es responsable de la administración y aplicación de la FARA”, detallan en el sitio.
La ley FARA, de EEUU, establece que “agentes de entidades extranjeras que participan en actividades políticas u otras actividades especificadas en la ley hagan pública periódicamente su relación con la entidad extranjera, así como las actividades, ingresos y desembolsos en apoyo de dichas actividades”.
Otros países que cuentan con leyes similares son Hungría (2017), Israel (2016), Australia, que han declarado que sus leyes han calcado o mejorado la versión FARA; en Canadá se está debatiendo sobre la creación del Registro Canadiense de Transparencia de Influencia Extranjera. Bulgaria, Ucrania, Venezuela (2021), Nicaragua (2020) y Kirguistán, cada uno con sus particularidades también poseen leyes sobre “influencia extranjera”. En Rusia, la ley propia sobre “agentes extranjeros” se aprobó en 2012.
El arco político que presentó el proyecto de ley en Georgia, Poder Popular y Sueño Georgiano, explicó que se trataba de una ley basada en la experiencia de ley estadounidense FARA, pero adaptada a las particularidades de Georgia.
Desde esta posición explicaron que la versión georgiana, a diferencia de la estadounidense, “proponía un estándar mínimo de transparencia y sólo obligaba a los agentes de influencia extranjera a presentar una declaración financiera anual”. Además, “sólo las entidades legales podían ser declaradas agentes de influencia extranjera”. Insistieron en que esta versión no censuraba ni restringía a los actores. Incluso destacaron que posee varias diferencias tanto con la FARA estadounidense como con la ley rusa de agentes extranjeros.
De acuerdo al informe especial desde Tiflis de George Trenin, periodista y politólogo ruso, “a diferencia de la ley rusa, el proyecto de ley de Georgia no obliga a los agentes extranjeros a acompañar cada mensaje de texto y de audio con una declaración que revele su condición de agente extranjero”.
La aprobación en primera instancia de la ley se dio en un contexto cuestionable ya que los partidos que presentaron el proyecto de ley decidieron a última hora y sin oposición en el Parlamento discutir y dar primera bancada en la jornada del lunes, cuando en realidad, el debate del proyecto estaba previsto para el día jueves. Por lo tanto, sin oposición presente se aprobó en primera instancia el proyecto.
Rápidamente se desataron las protestas. Fueron manifestaciones muy largas que duraron hasta la madrugada, con fuertes y violentos enfrentamientos con la policía quien reprimió con gases lacrimógenos y realizó arrestos. Al día siguiente, con una mayor convocatoria, lxs protestantes exigían “no a la ley rusa” mientras cargaban banderas de Georgia, Ucrania, la UE y algunxs de EEUU y la OTAN.
Finalmente, el jueves 9 se decidió retirar el proyecto de ley y liberar a lxs detenidos, y el 10 se terminaron las protestas.
“Vemos que el proyecto de ley aprobado ha causado desacuerdos en la sociedad. A través de la mentira, el proyecto de ley fue presentado en forma negativa y engañó a una parte de la población. El proyecto de ley fue etiquetado falsamente como una ‘ley rusa’ y su aprobación en primera lectura se presentó públicamente como una desviación del rumbo europeo”, expresaron los partidos que presentaron el proyecto en un comunicado conjunto.
El rol de las ONGs en Georgia
Aunque resulta difícil resumir la historia reciente de Georgia en pocos párrafos, es pertinente mencionar que las ONGs y actores no gubernamentales jugaron un papel clave. No detallaré los eventos históricos, pero sí es fundamental entender que tuvieron un rol importante, por ejemplo, en la denominada ‘revolución de las rosas’ de 2003 que acabó por ubicar a Mijail Saakashvili en el poder, un actor prooccidente y atlantista que luego de ser presidente huyó del país y estuvo ejerciendo funciones en Ucrania, hoy preso en Georgia desde 2021 por abuso de poder. Incluso varios políticos de todo el espectro partidario que hoy están cumpliendo funciones, hicieron carrera en ONGs.
Poder Popular había comunicado en febrero cuando anunció la presentación del proyecto de ley, que “creemos que con base en los principios de publicidad y transparencia, no sólo deben ser conocidas por la ciudadanía las fuentes de ingresos de los políticos que toman decisiones en el Estado, sino también las fuentes de ingresos de las entidades (ONG y medios de comunicación) cuyo fin es influir en las decisiones públicas y que toman parte activa en la formación de la opinión pública o en las discusiones que celebren los poderes legislativo y ejecutivo durante la adopción de leyes o decisiones”.
De acuerdo a Trenin, “en una revisión del sector civil georgiano publicada en 2020, el Banco Asiático de Desarrollo indicó que no existe una legislación especial sobre organizaciones sin ánimo de lucro o no gubernamentales en el país, aunque están inscritas en el registro general de empresas, que a principios de 2019 constaba de 12.800 organizaciones. Al mismo tiempo, la gran mayoría de estas organizaciones dependen de la financiación extranjera, según el servicio nacional de estadística georgiano Sakstat. En la primavera de 2022, había 7.972 empresas con fundadores extranjeros operando en el país. Con una población total de 3,7 millones de habitantes, hay unas 460 personas por OSAL extranjera en Georgia. A título comparativo, en noviembre de 2022 había más de 500 «agentes extranjeros» activos registrados en Estados Unidos, en virtud de la ley FARA”.
Además, “desde que obtuvo su independencia en 1991, Georgia se ha convertido en un importante receptor de ayuda estadounidense. En la década de 1990, el país recibía un promedio de $96 millones al año, en la década de 2000, antes de la breve guerra de 2008, $135 millones al año, y luego del conflicto militar, se incrementó el monto de la asistencia. En los años fiscales 2008-2009, Georgia recibió asistencia estadounidense en varias áreas por un monto de $1.04 mil millones. De 2010 a 2016, Georgia recibió hasta $77 millones anuales, desde 2017, hasta $123 millones en promedio. Para 2020, se planeó proporcionar a Tbilisi $120 millones a través del Departamento de Estado y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)”, explica Trenin en su informe.
Incluso, “los presupuestos anuales de las ONG georgianas más influyentes son comparables a la facturación de empresas comerciales de tamaño medio. Según cálculos de la politóloga Beka Chedia, sólo la Fundación Soros invirtió más de 10 millones de dólares en el tercer sector georgiano en cuatro años (de 2003 a 2006). La Fundación Nacional para la Democracia, vinculada a la CIA, según sus propios informes, distribuyó 1,2 millones de dólares en subvenciones en 2013 entre tres docenas de proyectos de ONG georgianas. Las principales áreas de su trabajo fueron los programas de educación cívica, el apoyo a los medios de comunicación, incluido el periodismo de investigación, la supervisión de elecciones y el control civil de las actividades del poder legislativo ejecutivo, entre otros”, concluye Trenin.
Breve contexto regional
Un punto importante a considerar, es la importancia geoestratégica de Georgia. Ubicada en la región del Cáucaso comparte frontera con Armenia, Azerbaiyán, Turquía y Rusia. Es uno de los seis países que posee salida al Mar Negro.
De acuerdo a Andrey Petrov, Director General Adjunto en Vestnik Kavkaza, durante el gobierno de Sueño Georgiano, “como única ruta Este-Oeste abierta en el Cáucaso Sur en medio del conflicto armenio-azerbaiyano y dadas las tensas relaciones entre Teherán y Bakú, Georgia se aseguró su participación en proyectos económicos globales como el Corredor Meridional de Gas, que ayuda a la UE a importar gas azerbaiyano (11,5 bcm en 2022), y el ferrocarril Bakú-Tbilisi-Kars BTK (432 mil toneladas de carga transportadas por él en 2022).
El BTK se convirtió en el billete de entrada de Georgia a los proyectos de transporte interregional de China (Un Cinturón, Una Ruta y el Corredor del Medio) debido a la posibilidad de transportar cargas por ferrocarril desde Bakú a puertos tanto turcos como georgianos. Tiflis entró en la turbulenta década de 2020 como un Estado regional de éxito centrado en los intereses nacionales y en la cooperación mutuamente beneficiosa con todos”.
Georgia, al igual que otros países del este europeo y ex territorio de la Unión Soviética, se encuentra entre la disputa de EEUU/OTAN – Rusia. Los últimos eventos históricos en territorio georgiano tuvieron como actores extranjeros a Rusia y a EEUU. Al interior, Georgia cuenta con políticos prooccidentales y políticos prorusos. Tan así que la presidenta del país, Salomé Zurabishvili, prooccidental se encontraba en New York parada frente a la estatua de la libertad hablándole y mostrando su apoyo a lxs protestantes que se oponían al proyecto de ley. Mientras, el primer ministro georgiano, Irakli Garibashvili, proruso, miembro del partido Sueño Georgiano, firmaba el proyecto de ley sobre la transparencia de agentes de influencia extranjera. Por supuesto esta es una forma muy escueta de explicar procesos complejos de la historia de un país y su situación actual, pero a la vez sirve para ilustrar y dar un primer pantallazo de la misma.
Georgia espera obtener su candidatura como miembro de la UE, proceso bastante acelerado por parte de la Comunidad Europea cuando se desató el conflicto ucraniano y decidieron avanzar en territorios que puedan servir a sus intereses. No obstante, Georgia, si bien votó contra Rusia en la ONU, no se unió a las sanciones impuestas por el bloque euroatlantista contra Rusia, ya que consideran que perjudicaría gravemente al país debido a que Georgia posee un fuerte vínculo comercial con Rusia, resguardando así su seguridad estratégica.
Por supuesto, esto tuvo un costo para Georgia en su intento de ingresar a la UE, en junio de 2022, la Comisión Europea dijo que no iba a recomendar que se le otorgara el estatus de candidato en la próxima cumbre. Mientras que Moldavia y Ucrania se convirtieron en candidatos, “Georgia recibió una lista de 12 puntos obligatorios en los que debía trabajar. Algunos de ellos fueron claramente añadidos por el mismo grupo de presión de Saakashvili”, explicó Petrov.
A pesar de este revés para ingresar en territorio euroatlántico, las relaciones entre Georgia y Rusia se intensificaron. “La cifra de negocios del comercio ruso-georgiano en 2022 aumentó un 50% interanual, alcanzando los 2.500 millones de dólares, un nuevo récord para el comercio bilateral. Este enero, Rusia encabezó por primera vez la lista de socios comerciales de Georgia, superando a Turquía; y su cuota en las exportaciones-importaciones georgianas alcanzó el 18% (263,6 millones USD)”, replicó Petrov.
Para el analista, puede ser que Georgia pueda cambiar su rumbo euroatlántico por un futuro fortalecimiento de la relaciones regionales en donde “el desarrollo del Corredor Medio de China y el centro de gas turco, que incluirá gas azerbaiyano y turkmeno además del ruso, el papel de Georgia como Estado de tránsito de mercancías y suministros energéticos irá en aumento. Esto significa que la imposibilidad de entrar en la UE dejará de importar a Tiflis en algún momento, y entonces será muy posible una revisión de la estrategia de política exterior de Georgia”.
El país caucásico se encuentra entre el ‘tire y afloje’ de la disputa internacional más importante en la actualidad. No será extraño ver escalar tensiones en la región que comparten con Armenia y Azerbaiyán. De hecho, podría pensarse que la regresión del proyecto de ley sea una forma de evitar esta escalada ya que no se encuentra en condiciones de hacer frente a tales presiones o ser territorio de disputa. Algunxs analistas consideraban estas últimas protestas muy similares al euromaidán en Ucrania, por lo que consideran como positivo el retiro del proyecto de ley para que “no pueda ser utilizado como pretexto para otra revolución de color”.
*Constantini Micaela, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Manifestantes ondeando banderas georgianas, ucranianas y de la OTAN Tbilisi el 7 de marzo de 2023. © AFP.
[…] Georgia: sobre la ley de influencia extranjera y algo más […]
[…] Georgia: sobre la ley de influencia extranjera y algo más […]
[…] Georgia: sobre la ley de influencia extranjera y algo más […]